Halloween Ends: la última masacre narrativa de Michael Myers
Dirección: David Gordon Green.
Guion: David Gordon Green, Danny McBride, Chris Bernier, Paul Brad Logan.
Elenco: Jamie Lee Curtis, Andi Matichak, Rohan Campbell.
País: Estados Unidos.
Palomómetro:
Más información de la película: https://www.imdb.com/title/tt10665342/

Hace un año, Michael Myers cometió su última masacre en la gran pantalla. Linchado por el pueblo de Haddonfield, el asesino en serie huyó y desapareció. Años más tarde, Laurie (Jamie Lee Curtis) y su nieta, Allyson (Andi Matichak), están juntas en una casa en el centro de la ciudad con todo superado y ganas de vivir sin que las atosigue Myers. Paralelamente, Corey (Rohan Campbell), tras un desafortunado suceso con un niño que al que cuidaba, es tachado de asesino psicópata por la gente de la ciudad, un mal que acaba aceptando y que inunda su mente y actos.
El pueblo de Haddonfield, según David Gordon Green, necesita un mártir al que culpar de asesino al haber desaparecido Myers. Toda la gente parece enloquecer y hacer de los sucesos más macabros una atracción, lo que esconde una construcción pobre del mundo donde se desarrolla la película. Desde el principio, el director se preocupa más por parecerse a Halloween 3 (Tommy Lee Wallace, 1982) que en crear una película original que defina un final de una de las sagas más longevas de la historia del cine.
La cinta es una oportunidad perdida de cerrar esta saga de forma interesante, aunque tenga buenas intenciones. El problema de todo esto se resume en lo poco que controla y entiende Green la narrativa cinematográfica. Un mal uso de la cámara hace que un guion flojísimo vaya al peor puerto posible.
Estas buenas intenciones residen en no conformarse con un final típico del blockbuster hollywoodiense. La película no se centra en Myers y, cuando aparece, no es lo que cualquier fan esperaría. El filme divaga a través de un adolescente que empieza a entender “el mal” como su nueva forma de lidiar con el mundo, en vez de enfocarse en un asesino en serie sin ninguna pretensión.
Myers obtiene una capa más en su simple mecanismo, pero para ello le quitan poder. Ahora es más débil, más lento y Corey se transforma en su aliado para continuar con la matanza. El intentar explicar y darle características humanas al famoso hombre del saco supone una lectura nula del personaje ya que lo que hacía único y exclusivo a Myers era su funcionamiento y simpleza, tanto vitales como psicológicos. El hecho de no ver su rostro era deshumanizar algo que ya de por sí no era humano.

La máscara es lo que lo separa del mundo tangible y racional para crear su propio y peculiar ecosistema que consiste en sembrar el caos a través de lo sobrenatural arraigado en el pueblo de Haddonfield. En esta trilogía, el director juega al límite al quitarle la máscara hasta el punto en que acaba desviando todo significado para dejarlo en un simple y soso misterio. Cuando la máscara significa tanto para Carpenter y tan poco para Gordon Green se demuestra quién entiende y creó al personaje y quién solo lo explota audiovisualmente.
Sin embargo, no solo tiene que ver con Myers este batacazo. El resto de los personajes actúan de forma tan antinatural que no se sienten como los mismos de las otras entregas. Laurie está tan desapegada de sus anteriores apariciones que cuesta creer que la esté interpretando la mismísima Jamie Lee Curtis. Mejor no hablar de los personajes creados por el director para esta trilogía. Es como si en cada entrega fuesen personajes nuevos, pero con el mismo nombre y actriz.
Esta decadencia a lo largo de la trilogía final no solo se ha notado en la dirección; pasa también a través de la banda sonora. De nuevo orquestada por John Carpenter, Cody Carpenter (su hijo) y Daniel A. Davies (su ahijado), esta nueva entrega musical es monótona y aburrida hasta la saciedad. A diferencia de su regreso en Halloween (David Gordon Green, 2018), que fue sorprendente e innovadora, en esta ocasión se siente como un compromiso sin ningún interés más que el económico.
También pasa en la fotografía, la cual, aunque tenga algo de interesante en cierto punto del filme, no deja de ser una iluminación y puesta en escena que cumple con su propósito: que se vea en la pantalla. No tiene pericia ni propuesta visual para contar una historia. Todas las sombras son lo suficientemente difuminadas para no perder de vista lo que pasa, a diferencia de la original con las que se jugaban para generar la sensación de incomodidad, terror y desesperación.
Halloween Ends es un intento desesperado y fallido por cerrar una saga de forma atípica que se vuelve más y más vacía a cada minuto que pasa. Su punto de partida es valiente, pero está tan rematadamente mal llevada que es imposible no salir decepcionado. Las buenas intenciones se quedan atrás y terminan por no ver la luz, como Michael Myers, escondido y asustado, pero, sobre todo, cansado, muy cansado. Sea como fuere, esto es un final. No hay más. Todo acaba con esta película. O por lo menos hasta que dentro de 10 años alguien coja el relevo y cree una nueva línea temporal que borre esta trilogía, tal y como se lleva haciendo en la saga desde que empezaron a hacer secuelas por encima de las posibilidades.

Jose Manuel Medina es un graduado en comunicación audiovisual que actualmente se dispone a estudiar dirección de fotografía mientras trabaja en el Festival de Cine Fantástico de Málaga (Fancine). Desde pequeño se considera un loco por Star Wars, y el cine de terror y fantasía. Lleva a John Carpenter en el corazón y siempre acaba hablando de él en cualquier conversación. Su sueño es vivir con un gatito al que cuidar mientras trabaja dentro del sector cinematográfico. Tiene una gran habilidad para llorar durante cualquier película que vea. Aunque le cuesta elegir sus cintas favoritas siempre acaba confesando que son El Viaje de Chihiro, The Thing y The Last Jedi.