Stranger Things 3 – una temporada inconsistente que ofrece más de lo mismo
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Creadores: Matt y Ross Duffer
Elenco: Winona Ryder, David Harbour, Millie Bobby Brown, Finn Wolfhard, Gaten Matarazzo, Caleb McLaughlin, Natalia Dyer, Charlie Heaton, Joe Kerry, Cara Buono, Noah Schnapp, Sadie Sink, Dacre Montgomery, Priah Ferguson, Maya Hawke.
País: Estados Unidos
Duración: ocho capítulos, de 51 minutos cada uno.
Más información de la serie: https://www.imdb.com/title/tt4574334/
Después de tanta anticipación por fin volvió Stranger Things con su tercera temporada a Netflix. La sorpresiva sensación de Netflix es todo un fenómeno, catapultando al estrellato a su joven elenco – en especial Millie Bobby Brown y Finn Wolfhard –, regresando a la gloria a la cara de la generación X – Winona Ryder –, y creando cientos de cuentas de fanáticos del show y de cada uno de sus personajes.
No obstante, la serie parece no merecer tanto barullo en la cultura popular, pues con su regreso demuestra que la calidad de la primera temporada es irrepetible. Claro, estos capítulos son mejores que los de la segunda temporada; sin embargo, se presentan tantas banderas rojas con los personajes y la historia que es difícil ignorarlas y mirar sin objeciones.
De manera general, la temporada tres se encuentra con los habitantes de Hawkins, Indiana un año después de los sucesos anteriores. Ahora, tanto niños como adultos intentan lidiar con los problemas comunes y corrientes, incluyendo la llegada de la adolescencia, las posibilidades de cambio de residencia, así como la apertura de un nuevo centro comercial que ha arrasado con todo comercio local del pueblo. Estos problemas se vuelven irrelevantes cuando el monstruo de temporadas anteriores regresa gracias a los intentos de agentes rusos por reabrir el portal del Upside Down.
Los hermanos Duffer confían tanto en la nostalgia de los 80s, al usar canciones, modas y argumentos cinematográficos de la época, que, desgraciadamente, también caen en los clichés de actitudes y personalidades tóxicas e irritantes. Bien parece que la serie es un producto de los 80s y no una serie de siglo XXI haciendo referencia a dicha década.
En especial, las alertas rojas se encuentran en las relaciones entre los sexos y el uso excesivo de los estereotipos de la época. Ya sea la relación entre Eleven (Millie Bobby Brown) y Mike (Finn Wolfhard), Lucas (Caleb McLaughlin) y Max (Sadie Sink), Nancy (Natalia Dyer) y Jonathan (Charlie Heaton), o en especial Joyce (Winona Ryder) y Hopper (David Harbour), la dinámica entre ellos es agotadora, sexista y, en ocasiones, hostil.
A lo largo de la serie vemos clichés y pensamientos tradicionalmente sexistas que hoy resultan agravantes e intolerables: que las mujeres pertenecen a una especie completamente diferente; que los hombres siempre tienen que disculparse, aunque no sepan en qué se equivocaron; o que comprar un regalo es la opción para obtener el perdón… todas estas ideas son cosas del pasado, pero aquí son ocupados como mecanismos para crear risas o conflictos bobos.
Aunque se esperaría que estas ideas estuvieran presentes en algunos personajes – por ejemplo, los hombres retrogradas y bullies del periódico local que atormentan a Nancy– no se esperaría que casi todos los protagonistas actúen de tal forma. Lo más desconcertante es que no me queda del todo claro que las lecciones necesarias se hayan aprendido al final. Las relaciones tóxicas y abusivas no deberían ser utilizadas como bromas o chistes. Estas situaciones son tan persistentes al inicio de la temporada que estuve a punto de abandonar la serie…afortunadamente después esto queda atrás, una vez que la acción comienza.
Al respecto, vale hacer mención especial de Hopper, personaje que sufrió el mayor daño en esta temporada. Mientras que se puede comprender su actitud hacia Eleven como padre “protector”, esto no aplica para su relación con Joyce, a quien trata de manera deplorable. No hay que confundir “tensión sexual” con hostilidad y patanería.
De pasar a ser un hombre lastimado por la vida intentando retomar un lado paternal y optimista, se convirtió en un hombre necio, arrogante, agresivo, intolerante y ruidoso que parece únicamente saber usar la violencia para resolver las cosas. Me queda claro que es un hombre con estrés postraumático; sin embargo, la transición en su volatilidad e inutilidad emocional es extrema.
También vale la pena destacar el furor sexual heterosexual de la temporada. Ya sea la relación física entre Eleven y Mike, o la hipersexualidad de Billy (Dacre Montgomery), la serie comienza en una nota alta al respecto. No sé ustedes, pero hay algo incómodo en el hecho de ver a dos niños de 13 años besarse constantemente, o a un grupo de señores desear descaradamente a un adolescente de 16. Conforme avanza la trama, el termómetro hormonal disminuye en Hawkins.
No obstante, no todas son malas noticias. En primer lugar, Steve (Joe Kerry) y Robyn (Maya Hawke) son lo mejor de la temporada. Los compañeros de trabajo convertidos en mejores amigos presentan los momentos más graciosos, puros y realistas de la serie, auxiliados por el arco emocional de ella y el carisma bobo de él. Maya Hawke – hija del dúo espectacular, Ethan Hawke y Uma Thurman – es una excelente adición al elenco.
De igual forma, el elenco más joven proporciona altibajos en la serie. La serie presenta el duro camino de la maduración y la llegada de la adolescencia con momentos entrañables y realistas. Por ejemplo, Max y Eleven forman una amistad sólida a través de la definición de identidad de Eleven; los niños aceptan que ya no sólo están interesados en juegos, sino también en chicas, lo que deja en posición dolorosa y solitaria a Will (Noah Champ), quien por cierto, está injustamente inutilizado esta temporada; y poco a poco el grupo original de cuatro amigos se debilita para dar entrada a distintas prioridades – no es de sorprender que Dustin (Gaten Matarazzo) pase toda la temporada con su nuevo bff, Steve. A pesar de esto, la esencia de los ahora adolescentes sigue presente: sabelotodos, escandalosos, inquietos y desesperantes; estos personajes siguen con la actitud precoz que los volvió los héroes de Hawkins, ahora auxiliados por Erica (Priah Ferguson), la niña amante del capitalismo que es igualmente sabia e irritante.
Por último, es necesario mencionar a los malos de la película. Por un lado, los rusos únicamente funcionan como herramienta para hacer que la trama avance. Después de ver la temporada sigo sin entender cuales fueron sus motivos para intentar abrir el portal. Esto demuestra que los hermanos Duffer estuvieron más interesados en encontrar un catalizador con guiño nostálgico que personajes que en verdad hicieran sentido con la trama.
Por el otro lado, está el Mind Flayer, el monstruo que toma posesión de Billy con el propósito de dominar el mundo. Fuera de ser desagradable de ver, no proporciona nada nuevo, pues es un monstruo reciclado de temporadas pasadas. El hecho de que la misma amenaza se utilice en tres temporadas es una alerta, pues ya es un conflicto cíclico y repetitivo ¿qué tan amenazante puede ser un villano que regresa y regresa después de ser vencido una y otra vez?
Con esta temporada, Stranger Things proporciona más de lo mismo con resultados mezclados. El ambiente de la serie, la música y las actuaciones se mantienen en un nivel óptimo, y algunas relaciones crean nuevo interés y obsesión – Steve y Robyn en especial para mí.
Sin embargo, el desarrollo de algunos personajes se ha estancado y algunas relaciones se han vuelto tóxicas. Esto deja abierta la puerta para que la inevitable cuarta temporada presente cambios y mejoras, pues, además de la parte humana, la parte villanesca también requiere mayor reflexión, pues los factores de sorpresa e intriga están perdidos.
Ah, y no olviden ver los créditos del ultimo capítulo para una escena adicional que emocionará a muchos y preocupará a otros. El guiño presentado es mitad improbable y mitad esperanzador para aquellos deprimidos con el gran final. ¿Ya teorizaron al respecto?
Originaria de la Ciudad de México, Alessandra considera al cine como su gran amor. Fanática empedernida de Paul Newman y La Momia (1999), y dueña de una facilidad envidiable para aprenderse diálogos innecesarios para la vida real, en 2017 fundó Palomita de maíz. Aquí escribe constantemente sobre cine y televisión. También pueden encontrar sus palabras en sitios como InSession Film, Filmotomy, Cherry Picks y Screen Queens.