Palomita de maíz

– Sitio independiente de cine y TV.

Oppenheimer: la nolanización de la biopic

Escrito el 21 julio, 2023 @bmo985

Dirección: Christopher Nolan.

Guion: Christopher Nolan.

País: Estados Unidos.

Elenco: Cillian Murphy, Emily Blunt, Matt Damon, Robert Downey Jr., Florence Pugh, Benny Safdie, Matthew Modine.

Palomómetro:

Más información de la película: https://www.imdb.com/title/tt15398776/

Oppenheimer. Dir. Christopher Nolan. Universal Pictures. 2023.

Un sombrero tipo fedora reposa sobre la cabeza del hombre de mirada intensa e inteligencia aguda. Un seductor nato, una persona cuya curiosidad la impulsa constantemente hasta nuevas alturas, cuyas palabras más famosas las tomó prestadas de uno de los libros clave de la religión hinduista y las recitó en el preciso momento en el que la historia cambió para siempre.

Podría tratarse de un personaje temible de una película de cine negro del Hollywood de la década de 1940, pero en realidad estamos viendo al científico responsable de cambiar al mundo como lo conocemos: J. Robert Oppenheimer, jefe del equipo que desarrolló las bombas atómicas que Estados Unidos arrojó en el Japón imperial para forzar su rendición en 1945, cerrando la conflagración mundial más grande que jamás se haya visto. ¿Qué nos puede decir sobre este personaje Christopher Nolan, director de éxitos de taquilla como Interestelar (2014) y Batman: el caballero de la noche (2008)? Sorprendentemente, no  mucho. Simplemente que sentía culpa y fue un mártir de su tiempo.

J. Robert Oppenheimer no es una figura cuyos recovecos biográficos conozca el público en general, pues más allá de ser el hombre que recitó el Bhagavad Gita durante las pruebas atómicas de 1945 en Nuevo México, Estados Unidos, poco se ha explorado su vida en la cultura pop. Oppenheimer de Christopher Nolan hace poco para llenar este conocimiento, pues a pesar de sus 180 minutos de duración, nos queda apenas una impresión de su vida y muy poco material que podamos aprehender para responder a la pregunta de qué creía este Prometeo moderno.

Una de las características más persistentes de la obra de Nolan –además de las esposas muertas– es la narración sincrónica, es decir, que para llegar de un punto a otro de la narración no traza una línea recta, sino que hace un juego entre las temporalidades, recurriendo a la analepsis y la prolepsis (o, si el lector lo prefiere, al flashback y al flashforward) para cumplir su cometido dramático. Al igual que lo hizo en películas previas –impulso que alcanzó el paroxismo en Tenet (2020)–, Oppenheimer discurre por distintas líneas del tiempo paralelas, en un ir y venir entre ellas, lanzando anécdotas que retroceden en el tiempo, pero que en el montaje forman un todo.

Siempre me ha dado la impresión de que Nolan está especialmente orgulloso de su creatividad para deconstruir una narrativa en diversas líneas temporales, filmando con gusto las explicaciones de sus personajes sobre cómo funciona el mundo en la diégesis (por ejemplo, Leonardo DiCaprio en El origen o Anne Hathaway en Interestelar). A pesar de la insistente vanidad de estos mecanismos, sus películas funcionaban porque nos parecía que había una razón por la cual la narrativa no podía moverse en línea recta, ya fuera por la memoria defectuosa de su protagonista (Memento) o para seguir el desempeño de varios personajes durante una acción bélica (Dunquerque). Sea como fuere, parecía una elección acorde al material y no un capricho autoral por enredar y desenredar.

Pues bien, Oppenheimer está regida por la misma voluntad deconstructiva, pero en esta ocasión se convierte en uno de los principales obstáculos del filme. Una y otra vez me pareció que Nolan recurría a esta forma para reinventar el género biográfico, o al menos para nolanizarlo, pero a final de cuentas me quedó la certeza de que Nolan inventó el hilo negro. A pesar de que la película comienza con la juventud de Oppenheimer y concluye con su vejez, Nolan toma rodeos en forma de digresiones, apilando las líneas del tiempo una sobre la otra, yendo y viniendo entre ellas. Más que considerarlo confuso –es posible distinguirlas porque algunas están a color y otras en blanco y negro–, me queda la pregunta, “¿para qué?”.

Oppenheimer. Dir. Christopher Nolan. Universal Pictures. 2023.

En cambio, los nolanismos que sí cumplen su cometido lo hacen con creces, desde el giro villanesco de algún personaje, hasta el montaje en paralelo para construir momentos de tensión narrativa. Otro aspecto que contribuye a hacer que la forma parezca farragosa es la actuación de Cillian Murphy, quien en líneas generales hace un buen trabajo, pero cuyos detalles de interpretación se pierden hasta quedar planos en el panorama general. Por ejemplo, la única diferencia que encuentro entre el Oppenheimer de 1945 y el de 1954 son las canas que se asoman en sus sienes. Tal vez una narración lineal hubiera ayudado a apreciar la sutileza de su actuación, cargada de solemnidad y sostenida por una mirada cada vez más apesadumbrada.

Nolan es alabado con frecuencia por hacer películas de gran musculatura cinematográfica y su adherencia a cierto purismo fílmico (una leyenda informa que Oppenheimer fue grabada y editada en película). Esto lo ha dotado de una reputación de cineasta de éxitos de taquilla para la “gente pensante”, pero me inclino a creer que su habilidad y encanto radican en tomar premisas sencillas y convertirlas en epopeyas de gran calado. Tómese por ejemplo, la ya mencionada Interestelar, una película de ciencia ficción que nacía de la noción de que el amor podía viajar a través del tiempo y el espacio, o recuérdese a Memento (1999), la cual partía de idear a un hombre sin memoria de corto plazo que buscaba la venganza, o la injustamente olvidada El gran truco (2006), que partía de la pregunta “¿y si la magia no fuera real?”. Nolan no es, entonces, un gran pensador ni un cineasta introspectivo ni reflexivo, sino un artífice de películas gigantescas que usan el montaje paralelo, cierta fórmula de poder auditivo y una carta oculta bajo el brazo, desplegada en el clímax, para aprovechar al máximo el poder inmersivo de la sala de cine, construyendo momentos de tensión deleitable. Eso es lo que hacía de cintas como El origen (2010) y El gran truco experiencias adictivas y engañosamente sustanciosas.

En el caso de Oppenheimer, la premisa ronda por los terrenos de “¿creen que el creador de la bomba atómica que el gobierno estadounidense utilizó para asesinar a 200 mil civiles se sintiera culpable?” La respuesta, tras innumerables rodeos narrativos y digresiones dentro de digresiones, es “sí.” En algún momento del filme, un personaje le pregunta a Oppenheimer, “¿En qué crees realmente, Robert?” y no parece que la película sea capaz de responderse a sí misma.

Oppenheimer no puede entregar otra revelación sobre su figura central más de lo que uno podría intuir antes del visionado. Ni siquiera una de sus tramas más sólidas, la intriga política en el contexto del Macartismo y la paranoia anticomunista en la década de 1950, es capaz de arrojar perspicacia sobre este científico más que fue martirizado en una época en la que cientos de personas lo fueron a manos del FBI y el Congreso estadounidense. ¿Una película biográfica sobre la injusticia que tuvo que perdurar un personaje brillante? El hilo negro, nuevamente.

A pesar de nunca superar el nivel de la intuición, no todo está perdido en Oppenheimer, pues Nolan ha reunido un elenco que encuentra su momento para brillar: Robert Downey Jr. como un avezado burócrata o Emily Blunt como la respondona esposa del protagonista, finalmente una cónyuge en una película biográfica que no está constreñida al rol de defensora incondicional. Gary Oldman, por su parte, hace un gran trabajo como el grotesco Harry S. Truman, vicepresidente de Franklin D. Roosevelt devenido en asesino de masas, así como Florence Pugh, Matthew Modine, Alex Wolff, Alden Ehrenreich y Kenneth Branagh. La reunión de caras conocidas hace que la parte dedicada a la construcción de la bomba atómica en el complejo de Los Álamos sea la mejor construida de todo el filme, no solo por esto, sino también porque es la parte de esta historia que causa mayor fascinación .

Rescato de Oppenheimer un puñado de momentos excelentes, pero que en su conjunto me deja insatisfecho, inseguro de que Nolan fuera el director indicado para captar las vicisitudes de la vida de un científico con creencias complejas y comportamientos erráticos. La película se vendió como la expresión más acabada del arte cinematográfico hollywoodense para disfrutar durante el verano, pero si me preguntan, ese honor le corresponde a la última entrega de Misión imposible: sentencia mortal (Christopher McQuarrie, 2023).

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Palomita de maíz participa en el Programa de Afiliados de Amazon, diseñado para que el sitio gane comisiones a través de enlaces con Amazon. Esto significa que cuando compren alguna película, serie de televisión o libro en Amazon a través de los enlaces establecidos en el sitio, Palomita recibirá un porcentaje del precio ese producto.