Green Book: una amistad sin fronteras – corrección política sorda en tiempos de Trump
Disponible en:
Director: Peter Farrelly
Elenco: Viggo Mortensen, Mahershala Ali, Linda Cardellini, Tony Lip, Sebastian Maniscalco, Iqbal Theba.
País: Estados Unidos
Duración: 130 min.
Más información de la película: https://www.imdb.com/title/tt6966692/
Green Book: una amistad sin fronteras es una película basada en hechos reales y ambientada en la década de 1960. La cinta sigue la gira del afroamericano Don Shirley (Mahershala Ali), pianista de música clásica, en el sur segregado de Estados Unidos, acompañado por su conductor / guardaespaldas, Tony Vallelonga (Viggo Mortensen), un cadenero italiano-estadounidense. La cinta fue dirigida por Peter Farrelly, quien se embarca en un intento por hacer “películas serias” después de una larga lista de comedias bobas, incluyendo Dumb and Dumber, Me, Myself & Irene y There’s Something About Mary.
La película ha obtenido reconocimiento tras reconocimiento desde su lanzamiento en el pasado Festival Internacional de Cine de Toronto, incluido el Golden Globe a mejor película de comedia y múltiples galardones para Ali en su interpretación secundaria. En cuanto a los Premios Óscar, la película obtuvo cinco nominaciones en las categorías de película, actor (Mortensen), actor de reparto (Ali), guion original y edición.
A pesar de que este autor concuerda con las nominaciones respecto a las actuaciones, en lo que se refiere al resto de las categorías no podría estar en mayor desacuerdo. Green Book: una amistad sin fronteras es una bonita historia que no aporta gran cosa. Únicamente abusa de su corrección política al manipular la historia para mostrar a un hombre blanco que eventualmente “deja” de ser racista y a un hombre negro que eventualmente “deja” de ser clasista.
Estas transformaciones, las cuales se supone debemos aplaudir, resultan vacías a la luz de sus personalidades. Más que un espejo que refleje nuestros errores y defectos, la cinta plantea una solución casi mágica para promover la tolerancia. Simplemente es una historia, con una perspectiva basada en el privilegio (por un lado, de raza, y por el otro, de clase), sobre uno de los momentos más oscuros de la historia estadounidense. Especialmente ahora, en tiempos de Trump, lo que se requiere, antes que nada, es un mensaje claro y conciso del problema ante nosotros. Necesitamos palabras fuertes y resonantes, pues en 2019 las situaciones de racismo y discriminación debería estar únicamente presentes en las clases o películas de historia.
La cinta inicia mostrando la vida cotidiana de Vallelonga, sus hábitos y manías, las cuales nos demuestran que es un tipo “simpático” que se aprovecha de las oportunidades que le llegan. Derivado de su despido temporal, Tony va a una entrevista con Don Shirley, un pianista negro que irá de gira al “sur profundo” de Estados Unidos. La historia se presenta como un road trip en donde inicialmente Tony y Don son completos opuestos. Sin embargo, conforme la gira avanza, esta animadversión desaparece. Pronto Tony es consciente del trato discriminatorio que Don recibe por parte del público cuando no está en el escenario, mientras que Don aprende de la existencia sencilla y práctica de Tony.
A lo largo de la cinta, la dualidad entre los personajes está presente, la mayoría de las veces tímidamente, muy al contrario de lo que sucede con el Infiltrado del KKKlan de Spike Lee, que es explicita al respecto. Don Shirley, al menos EL representado en la cinta, es refinado y culto, pero el color de su piel le impide convivir con aquellos que son iguales a él en maneras y educación. Por otra parte, su clasismo lo aleja de esos con los que comparte el color de piel e historia.
En lo que respecta a las actuaciones, éstas son satisfactorias. Viggo Mortensen es espléndido, con un acento fuerte y marcado. A pesar de que su personaje es moralmente turbio, y al inicio se presenta como racista, su evolución es simpática, lo que hace que esta “evolución” de racista a tolerante sea digerible. Por su parte, Mahershala Ali, también hace un excelente trabajo como el controlado y fuerte Don Shirley, irreconocible con respecto al papel que hizo en Moonlight. Su Don Shirley es muy refinado, algo solitario, clasista y ególatra, aunque también presenta la dosis perfecta de sensibilidad y tormento interno.
La cinta, aunque entretenida, me dejó un sabor de boca que no terminó de gustar. Al final pareciera que las barreras entre Tony y Don han caído, y su relación, hasta entonces laboral, se vuelve una amistad profunda y sincera. De repente a Tony ya no le importa el color de piel de Don y éste a su vez ya no se siente molesto por la simplicidad de Tony. En cosa de un mes, ambos personajes logran solucionar el problema de racismo y discriminación en Estados Unidos.
Aunque el final es bello y busca mandar un mensaje de tolerancia, la forma abrupta en que todo sucede, lo hace poco plausible. De hecho, Donald Shirley, hermano de Don, ha señalado que la película toma bastantes libertades creativas, en especial en lo referente a la relación entre ambos personajes (vale la pena recordar que al final del día el escritor de la cinta es el hijo del Tony real, por lo que las licencias creativas a favor de este personaje estuvieron presentes).
Después de esta película es inevitable reflexionar sobre las barreras sociales de la vida real. No cabe duda de que éstas existen, no solamente en términos de raza, sino también de ingreso, cultura y preferencia sexual. Un final simplista y feliz como el que tiene la cinta es irresponsable, pues a diferencia de la conclusión del Infiltrado del KKKlan (es imposible no compararlas), dónde se muestra que los problemas de racismo, discriminación e intolerancia siguen presentes, Green Book: una amistad sin fronteras hace parecer que todo lo que se necesita para unir a las personas, y dejar de lado la discriminación, es un largo viaje en auto.

Iván Paredes es economista, esposo, padre de familia y cinéfilo. Ha colaborado en múltiples blogs sobre pobreza, arqueología y su zona favorita de la ciudad de México, Tacubaya. Ha estado involucrado desde el inicio en Palomita de maíz, presentando sus opiniones sobre el estado del cine mexicano y la relación entre el cine y la economía. Fanático de las películas mexicanas e intentando ofrecer una mirada descubridora del cine latinoamericano, en sus planes futuros está grabar un corto. Entre sus cintas favoritas se encuentran Niños del Hombre (2006), Soylent Green (1973) y Macario (1960).