La representación de las mujeres en el cine: el nacimiento de la prueba Bechdel-Wallace
Desde hace un par de años, con el nacimiento del movimiento de #MeToo en Hollywood, el papel de las mujeres en el medio del entretenimiento ha emprendido un camino de análisis y cambio (lento). Ya sea el juicio actual en contra del productor Harvey Weinstein por cargos de violación y agresión sexual, la completa exclusión de directoras en premiaciones internacionales, o las diversas protestas (la última siendo Natalie Portman usando un vestido con el nombre de directoras que no fueron nominadas al Oscar) por parte de cineastas, actrices, críticos y productoras, el tema está más caliente que nunca.
No obstante, éste es un problema que ha existido por mucho tiempo. De hecho, mucho antes de esta oleada de inconformidad y evolución, la caricaturista Alison Bechdel ya había señalado este tema. Este nombre puede resultar familiar para los cinéfilos, pues ella es la creadora de la Prueba Bechdel-Wallace, la cual mide – de manera restringida y simplificada – la representación de las mujeres en el cine.
Esta prueba fue publicada por primera vez, no en una revista de sociología o de género, sino en una tira cómica llamada Dykes to Watch Out for the Test en 1985, pues según la misma Bechdel, esto era más chiste que nada. La prueba explotó y desde entonces ha sido utilizada para analizar proyectos miles de veces en revistas de sociología, cinematografía y psicología.
La prueba es sencilla. Simplemente cuestiona si una película presenta al menos dos mujeres (requisito 1) que hablan entre sí (requisito 2) sobre algo distinto a un hombre (requisito 3). Con una premisa tan sencilla, uno esperaría que todas las películas pasaran la prueba sencillamente, pero ¡NO! Incluso películas con mensaje de empoderamiento – estilo Gravity (2013) de Alfonso Cuarón o Jackie Brown (1997) de Quentin Tarantino – fallan la prueba. Benditos ambos, que hasta cuando fallan, aprueban.
El sitio www.bechdeltest.com cuenta con una base de datos de alrededor de 6,500 cintas. En 2019, señalaba que el 58% de las películas analizadas pasaba los tres requisitos de la prueba, por ejemplo, Alita: Battle Angel (2019). El 10% reprobaba uno de los tres, por ejemplo, Brightburn (2019); el 22% reprobaba dos, incluyendo, Los dos Papas (2019) y el 10% los tres, The Name Of The Rose (1986).
Esta prueba no es la única que se ha desarrollado en el tema. De hecho, en la década de los 2000, surgieron variantes y pruebas similares. Por ejemplo, la guionista, productora y actriz estadounidense Lena Waithe propuso una prueba centrada únicamente en la representación de la mujer negra.
Para pasar la Prueba Waithe, la película tiene que mostrar a una mujer negra en una posición de poder y en una relación saludable. Si la otra prueba era difícil de pasar, ésta lo es aún más (y NO, Mi abuela es un peligro no pasa este test). Como dato inverosímil, Are We There Yet? con el rapero Ice Cube pasa la Prueba de Waithe y no la de Bedchel.
De hecho, ahora no es sorpresa alguna que Waithe se haya convertido en una las escritoras afroamericanas más importantes del momento con cintas como Queen & Slim o series como Master of None bajo su nombre.
Otra prueba desarrollada fue la de la directora Kimberly Peirce [(Boys Don’t Cry (1999), Carrie (2013)], quien propuso que las películas deberían ser medidas a través de la existencia de una protagonista o antagonista con su propia historia y personalidad. Esto permitiría que la audiencia empatizara con ella y fuera calificada como héroe o antihéroe compleja. Así como sucede comúnmente con muchos personajes masculinos (cough cough, Joker, Tyler Durden, Daniel Plainview, etc. etc).
Esta prueba no se ha aplicado a una gran cantidad de cintas e como el test Bechdel-Wallace. Aun así, una de nuestras cintas favoritas de acción de los últimos años pasa esta prueba, Wonder Woman (2017).
Otra interesante prueba es el Test de Villalobos, desarrollado por la escritora y productora latina Ligiah Villalobos, famosa por escribir el guion de la película La misma luna (2007). Esta prueba se enfoca en la representación de las mujeres latinas y en la lucha contra los estereotipos comunes. Las cintas pasan la prueba si el personaje latino representado en pantalla tiene liderazgo, es profesional o con estudios universitarios, habla inglés sin acento, y no es sexualizado como rasgo clave del personaje.
Estas pruebas no deben entenderse como (únicas) críticas hacia la calidad de una cinta. Por ejemplo, mientras que El padrino (1972) no pasa el test Bechdel-Wallace, Crossroads (2002) de Britney Spears sí (queda en el juicio de cada quien para decidir la calidad de cada cinta…mi juicio me dice que es mala). No obstante, estas pruebas son importantes herramientas de medición de lo desigual que sigue el mundo de cine y lo mucho que falta en cuanto a representación de mujeres y minorías en Hollywood.

Iván Paredes es economista, esposo, padre de familia y cinéfilo. Ha colaborado en múltiples blogs sobre pobreza, arqueología y su zona favorita de la ciudad de México, Tacubaya. Ha estado involucrado desde el inicio en Palomita de maíz, presentando sus opiniones sobre el estado del cine mexicano y la relación entre el cine y la economía. Fanático de las películas mexicanas e intentando ofrecer una mirada descubridora del cine latinoamericano, en sus planes futuros está grabar un corto. Entre sus cintas favoritas se encuentran Niños del Hombre (2006), Soylent Green (1973) y Macario (1960).