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The Visit: donde el miedo es sensible

Escrito el 13 septiembre, 2022
Esta pieza contiene spoilers.
The Visit. Dir. M. Night Shyamalan. Universal Pictures. 2015.

Cuando los hermanos Tyler (Ed Oxenbould) y Rebecca (Olivia DeJonge) viajan a casa de sus abuelos, deciden documentar con sus videocámaras todo lo que dispone su camino. La energía de ambos, evidencia de su edad, genera comicidad y un respiro de inocencia. A partir de aquí, la cámara en mano forma parte de sus ojos como una prolongación de su mundo.

The Visit, de M. Night Shyamalan, fue filmada con dos cámaras: la del director y la de Tyler. La primera ocasionalmente se interesa por los planos generales, la segunda se concentra en entrevistar a las personas y en generar el mismo miedo que sienten los hermanos ante la sorpresa o incomprensión del momento por el que pasan.

Durante tres trayectos se ponen en perspectiva la felicidad y el miedo, en los cuales la cámara absorbe ambos aspectos. El primero transcurre en el coche de su madre, Loretta (Kathryn Hahn), mientras los lleva a la estación de tren. Las secuencias anteriores de entrevistas y las del coche en movimiento otorgan breve información sobre sus abuelos, incluyendo su aspecto y nombres. Los hermanos no exigen ver alguna fotografía y se conforman con la descripción que su madre les dice. Tyler enciende su cámara y juega con la misma ignorando cualquier cuestionamiento. Incluso, durante el trayecto en el tren, se filma a sí mismo, y en una ocasión la pone en un soporte para cantar de forma improvisada.

Posteriormente, la película ingresa al estilo denominado “cámara en mano”, el cual es preferible verlo como una apariencia, ya que hace referencias al cine de terror y al trabajo documental en boga de sustraer elementos “reales”. Bajo esta consideración, Shyamalan se mete en la narración visual y busca diferencias, como lo son la eliminación casi completa del jump scare y el uso desmedido de efectos especiales.

Así soluciona vicios visuales, pero sigue siendo partidario de la tradición del terror de priorizar los espacios interiores como lugar de encuentro y dispersión de sus personajes. De esta manera, Shyamalan no abusa de los elementos técnicos y cuestiona el límite del terror, dando voz a sus personajes, especialmente a través de las entrevistas que realiza Tyler, a manera de confrontar y encontrar un punto de reflexión a partir de una inquietud emocional.

The Visit. Dir. M. Night Shyamalan. Universal Pictures. 2015.

Al encontrarse con sus abuelos, Tyler y Rebecca los abrazan de felicidad; sin embargo, la respuesta de los ancianos es sobria y distante. A partir de este encuentro aparece la fecha de llegada sobre la pantalla, misma que sugiere una bitácora de viaje, pero que su uso alimenta más al misterio, o bien, es indicio de que algo está por llegar. La cámara de Shyamalan sugiere un comportamiento cercano a las enfermedades propias de la tercera edad en los abuelos: trastornos de insomnio, ataques de enojo y euforia, déficit de atención. Cuando Tyler los filma a escondidas y deja la cámara en la sala, la historia se convierte en algo inquietante. Con esta cámara se perciben los cambios que día a día sufren los abuelos y lo que motiva a los niños a dejar la casa a la primera oportunidad.

Un momento donde la cámara parece “transformar” su entorno sucede cuando los hermanos entran al pequeño subterráneo ubicado en la entrada de la casa. Les parece un buen lugar para filmar y tienen la idea de jugar a las escondidas. Mientras gatean en direcciones opuestas, la abuela llega arrastrándose y gruñendo, persigue a Tyler hasta que queda sin aliento, en contradicción con la fuerte carcajada de la abuela, como si de una broma se tratara. La entrada abrupta, ayudada por la distorsión digital de su voz y sus movimientos corporales y gestuales, llega en el momento preciso en el que el lente de la cámara de Tyler la hace ver como una persona aterradora, pero la otra cámara la filma despreocupada, sacudiendo la tierra de su ropa, y entrando a la casa como si estuviera sola escuchando su propia risa.

El distintivo de las películas de Shyamalan es generar incomprensión hasta llegar a su “giro final”. En The Visit, se mantiene el compromiso de no presentar un final apresurado, sino uno que responde a las inquietudes que sus protagonistas descubren.

Cuando los hermanos se enteran de que aquellas personas no son sus abuelos, su actitud pasa de lo lúdico al de supervivencia. El riesgo de morir aumenta conforme más información encuentran en la casa y más cerca están de la salida. La cámara no se apaga y continúa durante la planeación y confrontación física con los abuelos: la abuela le vomita a Rebecca y ella se defiende clavándole un vidrio en el ojo. El abuelo le embarra pañales sucios a Tyler y él escapa tirándolo hábilmente al suelo.

La imagen en donde el “terror” se enlaza con lo sensible permanece en la relación entre los personajes y su entorno. Sanar no solo implica conocer al otro: la baja autoestima o el odio vinculado con la paternidad pueden generar una enfermedad, mayor que la senilidad. Esto hace sentido cuando Tyler entrevista a Rebecca y le pregunta: “¿Por qué nunca te miras al espejo?” Lo que hace que ella evada la situación, mostrándose fuerte ante su hermano, pero no ante la cámara. Lo mismo sucede cuando Rebecca confronta a la abuela. Tras ensayar su acercamiento, la hace hablar por medio de una historia y ambas terminan en lágrimas.

Viajar permite que los hermanos cuestionen su realidad, como escuchar un sonido, imaginar un ruido, correr del peligro y terminar con una carcajada. El miedo está presente en esta experiencia, no como una historia que busca la oscuridad, sino como una en la que la luz transgrede la tranquilidad y es la causante de que los protagonistas se vean a sí mismos a través del artificio.

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