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The Last Dance: un recordatorio emocionante de la magia de los 90

Escrito el 15 septiembre, 2020 @la_loulu

En medio de la incertidumbre del mundo actual, The Last Dance – docuseries de ESPN y Netflix – ha resultado ser una válvula de escape, una máquina del tiempo, y un retrato de una leyenda viva: el extraordinario deportista Michael Jordan, acompañado por el resto del equipo de los Bulls de Chicago.

The Last Dance tiene como leitmotiv el último campeonato que ganaron los Bulls de Chicago en 1998 bajo el mando de Phil Jackson y con Jordan como cabeza. También funciona como un repaso de la carrera de Jordan, la construcción del mito a su alrededor – incluyendo anécdotas y momentos clave de su carrera – y, por supuesto, los claroscuros de la figura que forjó. Además, de una forma muy eficiente, presenta las historias y retratos de algunos de sus icónicos compañeros de equipo, siendo Scottie Pippen y Dennis Rodman los más importantes.

En The Last Dance, Jordan nunca queda fuera del foco principal, lo cual sería inútil al considerar que hablamos de una leyenda deportiva y una personalidad construida por un talento sin precedentes, expuesta al escrutinio público constante.

Sin embargo, lo fascinante de esta docuserie de 10 episodios es que mediante una edición dinámica hace de esto un viaje al pasado. No solo se concentra en MJ23 – lo que hubiera sido fácil y fascinante teniendo en cuenta la personalidad de Jordan y la cantidad de historias que debe tener por contar – sino que aprovecha cada elemento disponible, ya sea material videográfico o periodístico, testimonios, y hasta música, para trasladarnos a una época que se ve más distante e increíble que nunca: el boom del básquet en los 90, el dominio del Dream Team de las Olimpiadas y, por supuesto, los seis campeonatos de los Bulls de Chicago.

No es sencillo resumir lo mejor y más destacado de este trabajo documental en formato de serie. Pero, aquí intento condensar lo mejor de The Last Dance y las razones por la que la amamos.

UNA LEYENDA EN PRIMERA PERSONA

The Last Dance ofrece una mirada única a múltiples eventos y personas que hicieron historia, pero nadie más fascinante que el mismo Michael Jordan. Como toda personalidad de su calibre, a lo largo de su carrera se han ido tejiendo historias, rumores y leyendas alrededor suyo, sobre las cuales, a través de esta serie, por fin puede comentar y aclarar él mismo historias sobre su vida personal y trayectoria deportiva.

En ocasiones lo vemos contrastando versiones de sus compañeros o incluso antiguos rivales, otras simplemente compartiendo con la audiencia anécdotas o motivaciones detrás de sus acciones, incluyendo su retiro temporal del básquet o lo que lo motivaba frente a un gran partido. Su mentalidad competitiva y audaz que siempre lo definió en la cancha ahora se permite reflexionar sobre el pasado, sus decisiones y los eventos que cambiaron su vida, incluyendo la muerte de su padre, su niñez en un ambiente racista y los constantes rumores de una adicción a las apuestas.

AIR JORDAN

Como muchos otros eventos de la época en la que se sitúa, The Last Dance aborda el fenómeno cultural y publicitario que representó Michael Jordan, una imagen de éxito y popularidad, adecuadamente capitalizada por la mercadotecnia y la publicidad de la época.

The Last Dance también sirve para dar una mirada nostálgica a los modelos de publicidad de los 90, los comerciales para televisión, y la influencia en el cine y la música. La imagen prístina y el carisma de Jordan, así como sus actuaciones en la cancha, eran suficientes para vender lo que fuera, pero nada alcanzó el estatus de leyenda como los Air Jordan de Nike. Hasta la fecha representan un símbolo para la marca. Un símbolo asociado a un ícono.

El documental tampoco pierde la oportunidad para abordar la famosa frase de Jordan sobre su aversión a participar activamente en política con la infame frase, “Los republicanos también compran zapatillas”. Como explica Jordan, esa posición nació de entender al deporte como su única prioridad, una posición que ha cambiado, como hemos podido ver, con los eventos del movimiento Black Lives Matter.

DREAM TEAM

Si bien Michael Jordan está al centro de The Last Dance, no es el único de quien se ocupa esta serie documental. De hecho, nos devuelve a la época del llamado Dream Team norteamericano, mostrando cómo es que las leyendas del básquet se unieron y tomaron por asalto al mundo entero.

La supremacía de Jordan, Larry Bird, Magic Johnson, Charles Barkley, Scottie Pippen, Patrick Ewing, Karl Malone, Clyde Drexler, y más, sobre la cancha, cambiaría para siempre la forma en la que el mundo vería el básquetbol, influencia que sigue vigente hasta la fecha.

LA VIDA ESCANDALOSA DE DENNIS RODMAN

Si bien se podrían considerar las voces que rodean The Last Dance como secundarias a la de Jordan, lo cierto es que no hay nada de eso en sus compañeros de los Bulls, Dennis Rodman y Scottie Pippen. En el caso particular de Rodman, no hay forma de contabilizar los ríos de tinta que se han escrito sobre el deportista, actor y celebridad con una personalidad vibrante, dentro y fuera de la cancha.

The Last Dance se distingue por tomar una aproximación respetuosa y sin morbo a la imagen de Rodman, su carácter y ciertas anécdotas de su vida, así como de su actuación profesional. Es más, el documental ofrece la oportunidad de apreciar la envidiable ética de trabajo de Rodman, quien, independientemente de su llamativa vida privada, siempre dio el 100% por su equipo en la cancha. Gracias a diversas situaciones que enfrentó en el equipo de los Bulls, y que se exploran ampliamente en la serie, somos testigos del eslabón que representó en la historia de éxito de su equipo.

REIVINDICANDO A SCOTTIE PIPPEN

The Last Dance es generoso con la mayoría de las personalidades involucradas en las hazañas de los Bulls de Chicago, pero no hay nadie que reciba más justicia que Scottie Pippen. Este jugador fue pieza fundamental que consiguió los seis títulos históricos de la NBA, pero en muchas ocasiones fue relegado por el magnetismo de Jordan y la personalidad escénica de Rodman.

La serie retrata a Pippen como un héroe discreto y siempre dispuesto a ponerse el equipo al hombro, incluso frente a una escandalosa disparidad de salarios. Precisamente este tema es lo que lo lleva a tomar una decisión dramática y desestabilizadora, algo de lo que la serie se ocupa con bastante neutralidad, al igual que del incidente de las semifinales del ‘94 y la famosa jugada final que Jackson dejó en manos de Toni Kukoc.

El solo hecho de que Pippen tenga la oportunidad de hablar de sí mismo, su lugar en el equipo de los Bulls y sus recuerdos de aquellos días de gloria y turbulencia hace de The Last Dance un documento fascinante. Por fin, ¡justicia para Pippen!

COACH JACKSON

Incluso teniendo los talentos de Jordan, Pippen y Rodman disponibles, el equipo de los Bulls de Chicago necesitaba a alguien a la cabeza para maximizar su potencial y convertirlos en leyenda. Phil Jackson fue el entrenador responsable de transformar un equipo efectivo y ganador en una máquina de éxito, pero, sobre todo, en una unidad equilibrada con una identidad inconfundible.

Su aproximación casi zen a todo lo que le rodeaba lo hacía capaz de lidiar con los egos, personalidades y manías de profesionales en un nivel incomparable, pero que, como todos, debían responder a la autoridad. Y Jackson representó perfectamente esta autoridad.

Él (junto con Jerry Krause) construyó un equipo ganador, campeando temporales que incluyeron los conflictos entre la directiva y Pippen, el retiro de Jordan y las juergas de Rodman. Jackson imprimió carácter y personalidad al equipo de los Bulls, que, si bien se alimentaba de sus estrellas, no se trataba únicamente de individualidades, sino de un equipo sólido construido por la confianza y autoridad del entrenador. Precisamente esta lealtad al coach fue lo que llevó que su salida significara el fin de una era y que Krause pasara a la historia del básquetbol como el máximo villano.

ENGRANAJES DE UNA MÁQUINA PERFECTA

En The Last Dance vemos que la figura inigualable de Jordan y los talentos deslumbrantes de Pippen y Rodman fueron claves para el éxito de los Bulls. Sin embargo, no fueron los únicos personajes primordiales para el equipo. Más bien, la magia detrás de esta cuadrilla descansó en la creación de un engranaje perfecto a través de cada uno de sus eslabones.

Phil Jackson tuvo la responsabilidad y visión de construir un equipo ganador que se potenciaba por el talento descomunal de sus estrellas, pero que cuando ellos no aparecían, podía funcionar efectivamente. En este aspecto, la figura de Jordan cobra otro matiz, ya que la motivación que ofrece a su equipo es una sola: ganar.

A través de los testimonios, las polémicas y las acaloradas discusiones entre Jordan y algunos integrantes del equipo, se vuelve evidente que todos están conscientes de que estar al lado de Michael Jordan implicaba que debían rendir a su máximo nivel y exigirse a sí mismos un único objetivo: ser los engranajes que hicieran funcionar una maquina perfecta. Como ejemplo idóneo está el testimonio de Steve Kerr sobre su papel en la final del ’97, cuando Jordan le da un pase para que realice un tiro histórico y clave para la consecución de aquel campeonato.

EL SOUNDTRACK DE UNA GENERACIÓN

The Last Dance no trata solo de básquetbol, más bien es sobre cómo este deporte de la década de los 90, los Bulls de Chicago, el Dream Team y Michael Jordan, impactaron al mundo de una forma incomparable.

Como ejemplo, la serie se vale de muchos recursos, incluyendo el material videográfico y los testimonios de grandes estrellas del momento. No obstante, uno de los que más llama la atención, es la música. La serie trae de vuelta icónicas canciones de hip hop, rap y pop que marcaron época y que, sin dudas, se vieron influenciadas por la figura legendaria de Jordan.

Artistas como Notoriuos B.I.G., Jay Z o Nas representaban en la música el éxito y el carisma que los basquetbolistas representaban en la cancha. The Last Dance trajo esos hits musicales de regreso.

EL CAMBIO DEL ORDEN MUNDIAL

Algo en lo que triunfa la docuserie es en establecer que hubo un antes y un después de ese cénit deportivo y cultural que representó Michael Jordan y el equipo de los Bulls. La llegada de Jordan convirtió a una franquicia más que discreta en un equipo popular y exitoso.

Además, así como si se tratara del rayo en una botella, esto trajo consigo la creación de rivalidades icónicas, la vivencia de partidos épicos en donde dejaban todo en la cancha y la conquista de un sinfín de títulos. Ahora ya no se trataba de un conjunto con un MVP, sino de un equipo que alcanzó niveles de reconocimiento mundial incomparables.

Además del equipo de los Bulls, el básquetbol se benefició como deporte al llegar a niveles de popularidad inimaginables dentro y fuera de Estados Unidos. De repente, no eran solo partidos o temporadas, sino batallas épicas que parecían sacadas de relatos de leyendas.

Seis títulos históricos – nada menos que dos tripletes –, récords de victorias, e infinidad de reconocimientos a los jugadores marcaron esta era de los Bulls. Jordan fue reconocido diez veces como máximo anotador, obtuvo seis premios MVP en las finales y cinco MVP en temporadas. Además, él y Pippen fueron reconocidos dentro de los 50 mejores jugadores de la historia de la Liga. Para poner en perspectiva su impacto en la NBA, el equipo conformado en la temporada 1995-96 es considerado dentro de los 10 mejores de la NBA – si no es que el mejor – con un récord de 72 victorias que se mantuvo por 20 años.

 

Si algo queda claro tras ver The Last Dance es que Michael Jordan es la clase de genio, talento y personalidad que aparecen no pocas, sino excepcionales ocasiones en la historia. Ahora, gracias a The Last Dance, nuevas generaciones pueden conocer esta leyenda, mientras que otros podemos revivir esos días de gloria incomparable.

 

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