The Fabelmans: la influencia de la familia en el artista

Una película puede funcionar como una metaficción, es decir, una obra que le recuerda al público que lo que está presenciando no es la realidad, sino un producto artificial. El movimiento de la cámara, la posición que toman los actores ante ella, la escenografía o melodías específicas pueden transmitir pistas que revelan la realidad detrás de la magia del cine.
En estas obras, los cineastas incluso pueden reflexionar sobre su vida y aquellos eventos que detonaron su amor por el cine. Ingmar Bergman lo hizo en Fanny y Alexander (1982), Alfonso Cuarón en Roma (2018), Paolo Sorrentino en Fue la mano de Dios (2021) y Kenneth Branagh en Belfast (2021). Con The Fabelmans es el turno de Steven Spielberg de detallar cómo la relación que tenía con sus padres despertó su vocación e inspiró varias de sus cintas.
En el siguiente ensayo, se revisará The Fabelmans como un ejercicio de metaficción que se vale del lenguaje de la producción cinematográfica para demostrar el modo en que la experiencia familiar de Spielberg determinó su expresión creativa y su relación consigo mismo como artista.
La magia del cine: lo real y lo sentimental

The Fabelmans introduce a Sammy (Mateo Zoryan Francis-DeFord), el avatar de Spielberg, durante su primera visita al cine. Burt (Paul Dano), su padre, le promete que adentro será testigo de tecnología impresionante y Mitzi (Michelle Williams), su madre, le asegura que saldrá del lugar con una sonrisa. A través de estos personajes, Spielberg señala su propio proceso creativo: una celebración de la ingeniería del cine y la emoción inherente a la inmersión en una historia.
Cuando Sammy se obsesiona con la imagen en movimiento, Mitzi es la primera que detecta sus aspiraciones. Su hijo necesita que su creatividad determine cómo debe verse una película. Para mostrar el inmensurable alcance de las ambiciones cinematográficas de su protagonista y su deseo por controlar los aspectos técnicos y emocionales de una producción, Spielberg y el coescritor Tony Kushner crean elaborados desafíos cinematográficos para que Sammy desarrolle su talento en distintas áreas como el maquillaje, la edición, la musicalización, los efectos especiales y la dirección, mientras sus padres son testigos de su crecimiento como artista.
Todo un autodidacta, Sammy empieza su carrera como cineasta orientando las muecas de sus hermanas en un par de producciones monstruosas. Como adolescente, explica las motivaciones de un personaje a un amigo que está jugando a ser actor. Sammy (Gabrielle LaBelle) lo convence de que es un militar que sacrificó a todo un pelotón buscando derrotar a los nazis. El chico sigue llorando incluso después de que Sammy grita ¡CORTE! De esta manera, el joven director aprende a manipular la realidad de manera que sus colaboradores también pueden creer y sumergirse en la fantasía.
Sin el presupuesto de una épica de Hollywood, Sammy se las arregla para buscar locaciones y alquilar sets prácticos para filmar películas bélicas y westerns, desarrollar efectos visuales prácticos (sangre, explosiones, cadáveres…), diseñar planos dolly, paneos y ángulos funcionales a su historia, jugar con los negativos del metraje para crear trucos visuales, seleccionar música y usar una moviola para editar películas caseras.
The Fabelmans podría ser un típico ejercicio de reflexión sobre el amor por el cine, pero Spielberg va más allá: quiere que notemos las costuras de una película de manera que cualquiera pueda soñarse a sí mismo como relator de historias. Mientras crea, Sammy (y Spielberg por extensión) es crítico de su propia virtud: si bien es dueño del tiempo y la atención del público, es incapaz de controlar otras variables en su vida. Por ejemplo, no puede usar el cine para evitar el inminente divorcio de sus padres.
Para Leah y Arnold

Arnold Spielberg y Leah Adler, los padres de Spielberg, encuentran sus avatares en Burt y Mitzi Fabelman. La puesta de escena de The Fabelmans relacionada con estos personajes revela el origen de la sensibilidad artística de Sammy, y por extensión, la sensibilidad del propio Spielberg. Sammy es un virtuoso, pero su talento no es un milagro o un producto espontáneo. Es un regalo de sus padres que madura como consecuencia de su separación y posterior divorcio.
The Fabelmans no es la primera ocasión en la que Spielberg expresa las dinámicas de un matrimonio en conflicto. En Encuentros cercanos del tercer tipo (1977), un padre encuentra una vocación que satisface su espíritu, incluso si su familia le exige realismo. En ET: el extraterrestre (1982), unos niños cuidan de una criatura abandonada después de ser abandonados por su padre.
Pese a la distancia que se desarrolla entre los papás de Sammy, su legado hace presencia en su cine. El ingenio visual evidenciado por el chico para desarrollar nuevas técnicas narrativas en sus películas parte de la disciplina y curiosidad de Burt, pero la manera de expresar el contenido del alma de otros y de sí mismo es un atributo que solo pudo heredar de Mitzi.
Si visitamos el cine de Spielberg, encontramos esta dualidad de forma explícita. Por ejemplo, Tiburón (1975) es un triunfo de dirección que utiliza sonido, mecánica y suspenso para sugerir la terrible presencia de un depredador, así como un logro sentimental que coloca a la audiencia en los zapatos de los ciudadanos que están perdiendo sus vidas y sus negocios enfrentando a esta bestia. En The Fabelmans sucede lo mismo en las películas caseras de Sammy Fabelman, solo que Spielberg también utiliza al personaje para explorar cómo su talento tuvo consecuencias graves en sus relaciones personales y en sí mismo.
Por medio del cine, el chico le demuestra a sus padres que puede percibir la realidad como ningún otro y protestar sobre su divorcio de forma efectiva. En una secuencia crucial, Sammy, gracias a sus herramientas como la cámara y moviola, descubre que su madre esconde que está enamorada de alguien que no es Burt. Durante una función privada, Mitzi demuestra vergüenza cuando su hijo la representa en pantalla expresando un nivel de satisfacción que contradice su rol esperado como madre.
Que Sammy pueda exponer y explicar a su madre con una facilidad aterradora no es un castigo. Al contrario, permite tanto a madre como hijo seguir el deseo de sus corazones. Esta metaficción es terapéutica para el director. En esta cinta, parece que Spielberg revela que se reconcilió con el hecho de que la persona que abandonó su familia para explorar las estrellas de Encuentros cercanos y el padre ausente en ET no podría ser otra que Mitzi. En The Fabelmans no evidencia resentimiento hacia Mitzi, sino la aceptación de una perspectiva que parte de la frustración personal para expresar un deseo de libertad válido.
El arte vs. la familia

Spielberg construye a Sammy como aquel que será capaz de luchar por sus sueños como su madre no pudo hacerlo. Mitzi pudo convertirse en una pianista afamada y solo entendemos por qué no persiguió sus ambiciones hasta que su tío Boris (Judd Hirsh) los visita. Mitzi carga con el recuerdo de un ser querido que causó dolor al preferir una vida de realización personal antes que su familia. El individualismo artístico es entonces un horror latente para los Fabelman.
Spielberg establece la manera en que la individualidad de sus padres se vio comprometida por su matrimonio. Por un lado, Burt es un genio de la ingeniería que quiere ser notado por una esposa que no entiende su talento. Sin embargo, si se entregara a su pasión por la ingeniería, su familia tendría que migrar por todo el país. Mientras, Mitzi, que ya había suspendido su carrera por su matrimonio, se debate entre perseguir una relación con otro hombre y arruinar la estabilidad emocional de sus hijos. ¿Pero qué hay de las pasiones de Samuel Fabelman? ¿Será capaz de renunciar a ellas tal y como sus padres?
La visita del tío Boris es un punto crucial para el desarrollo de Sammy. A través de su tío, descubre que posiblemente será exiliado de su propia familia si decide ser director de cine. Sin embargo, Spielberg y Kushner culminan el arco de su protagonista argumentando que la familia, más que ser una cárcel, puede ser el trampolín hacia un futuro en el que la ambición coexiste con el amor incondicional.
The Fabelmans inicia con Burt y Mitzi apoyando a su hijo dentro del mismo plano. Luego, comparten el mismo plano, pero sin hacer contacto visual. La película cierra con estos personajes entregados a ser excelentes padres, aun si no están juntos. En dos escenas separadas, Burt acepta que no puede controlar las expectativas que su hijo tiene de su propia vida y lo apoya en su decisión de hacer cine, mientras que Mitzi, libre de las expectativas que tenía de sí misma, le dice que tiene que seguir su corazón para que no le deba su vida a nadie, ni siquiera a ella.
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En The Fabelmans, Spielberg utiliza su privilegio como uno de los cineastas más populares para señalar el origen de aquellas técnicas narrativas que hacen de su obra algo tan característico, desde su complicada ingeniería hasta su sentimentalismo. Como ejercicio metaficticio, la película se diferencia de sus otras propuestas al explicar que su proceso creativo es en realidad herencia de sus padres. Del mismo modo, Spielberg celebra a su familia y, en el proceso, explica a todos los cinéfilos fanáticos cómo el divorcio de sus padres fue la inspiración de las emociones presentes en varios de sus filmes previos.

Carlos es un médico y profesor colombiano. Descubrió su amor por el cine a los 7 años, cuando su papá le consiguió un reproductor VHS y varias cintas. Luego de ver Star Wars – Episodio III se enamoró para siempre de las salas de cine. Más adelante, se obsesionó con coleccionar películas en DVD y Blu-ray. Durante el curso de su carrera de medicina, sus amigos le convencieron de escribir sobre las cintas en su colección y henos aquí…