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The Banshees of Inisherin: la belleza y los horrores de la soledad

Escrito el 7 marzo, 2023 @CesarAndreZzZ

“La soledad es muy hermosa… cuando se tiene alguien a quien decírselo.»

– Gustavo Adolfo Bécquer

The Banshees of Inisherin. Dir. Martin McDonagh. Searchlight Pictures. 2022.

La soledad puede ser una dicha o una condena, y el fascinante juego de interacciones humanas que se ejecuta en The Banshees of Inisherin  muestra facetas inquietantes del ser humano, el cual reacciona en función de sus propias necesidades, sean conscientes o no. Los cuatro personajes centrales son la base del presente ensayo para estudiar desde una perspectiva psicológica la manera en que la soledad y la percepción de abandono (físico y emocional) conduce los actos humanos.

Los seres humanos somos seres sociales porque nuestra evolución y crecimiento han dependido de la interacción con otros. La psicología ha estudiado a lo largo de la historia las implicaciones de la ausencia o presencia de la convivencia con otros sobre nuestra psiquis. El psicólogo estadounidense Abraham Maslow planteó la necesidad de afiliación como la tercera más importante en la vida de los seres humanos, abarcando los vínculos afectivos que creamos con familiares, amistades y parejas sentimentales.

Para Maslow, esta necesidad de acompañamiento y afecto recíproco es indispensable para la autorrealización. Los déficits, las carencias o los cambios bruscos en la necesidad de afiliación nos hacen sentir vulnerados y crean emociones displacenteras. Nuestras reacciones dependen en gran medida de nuestra personalidad y los elementos externos. La soledad es parte de la vida, pero, a veces, la necesidad de afiliación nos hace dependientes y resistentes a quebrar los vínculos establecidos porque nuestra zona de confort nos mantiene distantes de realidades personales que evitamos.

Martin McDonagh no es ajeno a los relatos sobre la soledad y el acompañamiento. La filmografía del dramaturgo inglés convertido en cineasta se mantiene fiel a sus orígenes teatrales: coloca un peso importante en los diálogos y hace una exploración humanista de sus personajes. Para esto, McDonagh emplea tanto un sentido del humor absurdo y oscuro (que destaca en In Bruges, 2008) como reflexiones contemplativas y sin juicios hacia personajes quebrantados, difíciles de acceder emocionalmente, escarbando en sus barreras personales hasta conseguir un ápice de fragilidad humana (como lo hizo en Three Billboards Outside Ebbing, Missouri, 2017).

Su cuarta película, The Banshees of Inisherin, es una fusión sobre los dos pilares que sostienen su estilo cinematográfico: el cinismo disfrazado de un agudo humor negro y el estudio de personajes rotos, más complejos de lo que aparentan. La soledad deambula como un espectro por la historia, con sus cuatro personajes principales lidiando con diferentes formas de esta. No es casual que el término banshee sea parte del folclore irlandés para referirse a un alma en pena que emite quejidos y lamentos que anuncian un mal presagio.

En la película, el banshee en cuestión está representado por una misteriosa anciana de apellido McCormick. Sin embargo, en la sutileza, McDonagh nos hace saber que los banshees de la historia no son otros que Pádraic (Colin Farrell), Colm (Brendan Gleeson), Siobhán (Kerry Condon) y Dominic (Barry Keoghan), cada uno lidiando con un lamento particular, afrontando cambios en lo que era su rutina y adaptándose de forma turbulenta a las demandas de terceros y a necesidades propias.

McDonagh se posiciona en la Guerra Civil Irlandesa en 1923, ambientando la historia en la isla ficticia de Inisherin. Sin más explicaciones, nos introduce a Pádraic, un hombre cordial y de personalidad serena, que de un momento a otro se entera de que Colm, su amigo de toda la vida y compañero de copas, quiere cortar lazos con él porque lo considera «demasiado aburrido». Colm se resiste a dar más explicaciones y un Pádraic confundido regresa a la casa que comparte con su hermana Siobhán, tratando de procesar lo ocurrido.

A estos personajes se les suma Dominic, hijo del comisario local que constantemente es sometido a abusos por su padre. A partir de la ruptura de la amistad protagonista y la participación de los secundarios, la película ofrece una exploración sincera y agridulce de personajes que navegan por distintas formas y facetas de la soledad: Pádraic se vuelve cada vez más furibundo ante la separación abrupta de una relación idealizada; Colm se cortará un dedo de la mano cada vez que aquel lo moleste; Siobhán se siente alienada, confrontando con más dureza la necesidad de huir de la isla, y Dominic, crea lazos afectivos con Siobhán y Pádraic, lejos de los abusos de su padre.

Todos reaccionan con base en los rasgos de personalidad trazados por el guion de McDonagh. En este, se ofrecen las pistas para conocer el mundo interior de sus personajes, incluyendo sus anhelos, represiones y la sensación que cada uno tiene de estar atrapado en una rutina miserable. Sin ser condescendiente, McDonagh establece paralelismos entre el conflicto interpersonal de Pádraic y Colm con el conflicto social que ocurre en la Guerra Civil Irlandesa: el odio y el resentimiento contenido que, sin previo aviso, explota con consecuencias radicales.

Comprender a los personajes de The Banshees of Inisherin nos hace dimensionar la oscura belleza de su estructura narrativa y las capas de contenido psicológico.

Pádraic Súilleabháin: amabilidad rota por el miedo al abandono

The Banshees of Inisherin. Dir. Martin McDonagh. Searchlight Pictures. 2022.

Para el historiador italiano Robert Weiss (1973), la soledad se define como una experiencia subjetiva en la que el individuo percibe la falta de una relación íntima con otros. Se nombra a la soledad como una experiencia multidimensional y secuencial, ya que se repite durante la vida en diferentes contextos, siendo estresante y displacentera porque las relaciones interpersonales tienen diferentes propósitos para el desarrollo de la personalidad. Estas permiten proporcionar seguridad personal, desarrollar sentimientos de identidad y pertenencia, madurar aprendiendo a convivir con las diferencias ajenas y reconocer con mayor exactitud destrezas y desventajas personales.

El mayor encanto de la actuación de Farrell es entonces no hacer de Pádraic un personaje patético. En papel, ver la historia de un hombre que no tolera que un amigo simplemente ya no quiere juntase con él podría resultar ridículo. No obstante, por la empatía y calidez con la que Farrell construye las vulnerabilidades del personaje es que sus reacciones no se juzgan y se comprenden como pequeñas partes de un todo. En Pádraic encontramos a un hombre que es definido por una palabra: amabilidad. Es un rasgo del que Pádraic es consciente y que considera valioso en su personalidad.

La necesidad de vinculación, y más importante aún, de reciprocidad de la amabilidad se hace evidente en Pádraic en detalles sutiles, como cuando va camino al bar para encontrarse con Colm y da un saludo sin respuesta al comisario local. «Nunca dice hola,» susurra Pádraic con indignación. Es un pequeño momento antes de la ruptura de la amistad con Colm que muestra aspectos de la personalidad de Pádraic que son explorados eventualmente: demandar la misma atención que cree darle a otros, reaccionar con pasividad ante lo que le molesta y no soportar cualquier percepción de rechazo.

Para él, es un shock que su amigo corte de manera tajante su vínculo con explicaciones vagas. Le responde a Colm que él le agradaba ayer, pero este se lo deja en duda, haciendo que Pádraic constantemente reevalúe una amistad que, hasta ese entonces, era perfecta a sus ojos. Se comenta mucho sobre el duelo en las rupturas de pareja, pero no se habla lo suficiente del duelo por la separación de una amistad. Independientemente del motivo, separarse de un amigo abre heridas emocionales en la persona, quien cuestiona su realidad ahora que ese vínculo valioso se ha perdido.

Pádraic atraviesa por las fases esperadas de un duelo: negación, ira, depresión y negociación, de manera errática y no estructurada. No parece dirigirse a una eventual aceptación y el trato empático al personaje evita que creemos juicios ante sus acciones cada vez más dramáticas y desesperadas. No es solo perder una compañía y la melancolía de sentir que las experiencias compartidas se desvanecen. Lo más doloroso es revaluar su autoimagen, la concepción que tenía de sí mismo que se derrumba a través de la culpa y de sentirse responsable de arruinar la amistad.

Pádraic tiende a la evitación de los conflictos, prefiere alejarse de estos y no lidiar con emociones y conversaciones difíciles porque sacan lo peor de él. Lo percibimos en momentos como en el que le dice a Siobhán que deje de leer un libro triste para no contagiarse del sentimiento. La amabilidad es su armadura contra el mundo y cuando Colm lo etiqueta de «aburrido», Pádraic se cuestiona su propósito y existencia. ¿La amabilidad dura? ¿Seremos recordados por ser amables? Estos cuestionamientos provocan que Pádraic se cuestione por aquello que permite dejar un legado como ser humano.

La soledad resulta insoportable para Pádraic. La amabilidad que irradia a otros se desvanece cuando está consigo mismo y el apego desorganizado que establece en sus relaciones interpersonales lo hace propenso a reaccionar de manera volátil. Los teóricos como Weiss, dicen que la soledad es resultado de dos tipos de déficits, uno asociado con la carencia de una red de apoyo social y el otro vinculado con la falta de una figura de apego particular. Se menciona la soledad como un ente subjetivo y personal. Cada persona determina lo que es para sí mismo estar solo.

No hay muestra de vínculos afectivos humanos en la vida de Pádraic más allá de Colm y su hermana. Es la típica persona que conoce y saluda a todos en el pueblo, pero en realidad es amigo de pocos. El apego desorganizado hace que sea egoísta: se resiste a que Siobhán busque una vida independiente separada de él e irrespeta la decisión de Colm de no querer vincularse con él. Las relaciones llenan sus vacíos y él desea que sean maleables a sus necesidades afectivas. Por eso es por lo que Jenny, la burrita mascota de Pádraic, tiene un rol importante en la estructura de personaje. Es una compañera enternecedora, agradable, silenciosa y, sobre todo, maleable. Jenny no cuestionará su vínculo, no lo abandonará y siempre estará ahí para llenar sus carencias.

Pádraic simplemente desea la vinculación con otros, pero la persigue de maneras emocionalmente destructivas para todos los involucrados. Es esta honestidad incómoda lo que hace del personaje de Farrell tan emblemático y fascinante. Muestra la cara más amarga de las relaciones humanas con empatía, dignidad y comprensión. Su dolor nos parece realista porque apela a miedos universales: a ser abandonados, a afrontar los cambios y el paso del tiempo, y a lidiar con lo que más odiamos de nuestra personalidad. El cierre para su personaje es inteligente, conduciendo a reflexionar que hay situaciones que son parte de la vida que no podemos superar del todo.

Colm Doherty: autoflagelación disfrazada de cinismo

The Banshees of Inisherin. Dir. Martin McDonagh. Searchlight Pictures. 2022.

Durante una entrevista con Taylor Swift para Variety, McDonagh platicó sobre la realización de The Banshees of Inisherin. Swift le preguntó a McDonagh sobre el simbolismo detrás sobre la decisión de Colm de cortarse un dedo de la mano cada vez que Pádraic lo molesta. Aunque responde inicialmente que simplemente el asunto de los dedos le pareció gracioso, eventualmente reconoce que la mutilación de los dedos es un acto asociado con la «naturaleza autodestructiva» del personaje de Gleeson.

De acuerdo con el cineasta, el momento en el que Colm hace la amenaza de automutilación fue parcialmente improvisado, pero, McDonagh explica que abre una ventana de conocimiento hacia los actos desconcertantes de Colm que parecen no tener un motivo claro. El quiebre de una amistad de años que, al parecer se había construido sobre el respeto, parece brusco porque es el acontecimiento inicial de la película. Sin embargo, hay un bagaje de emociones reprimidas en Colm antes de este hecho que están relacionadas con la frustración del artista, la desesperación de ver su vida estancada y la realidad de una muerte inminente.

La actuación de Gleeson permite sentir el peso de sus emociones de manera discreta. Sin necesidad de diálogos expositivos comprendemos que hay algo que lo agobia y sofoca. Ese algo es la desesperanza de ver su vida desde una perspectiva diferente. La depresión está siguiéndolo con sigilo, como si fuese un banshee. «A veces me preocupa que me entretengo mientras pospongo lo inevitable,» dice en una escena, dando a entender que la melancolía y la realización de su mortalidad están dominando su vida. Es un retrato crudo y honesto de la depresión y la contemplación del suicidio, recubierto de una actitud aparentemente cínica que disimula la desesperanza acumulada.

Hay más en la vida de Colm que no se revela de inmediato. Vemos cómo su dedicación por tocar el violín da frutos: empieza a componer música con destreza y enseña a tocar el instrumento a un grupo de jóvenes. Su vida parece mejorar luego de separarse de Pádraic. Esta fachada permite entender a Colm como un personaje que no está enfocado en ser cruel ni en dañar a su examigo. Por el contrario, después de su separación, se muestra dispuesto a ayudarle en situaciones críticas.

Sin embargo, ante la resistencia de Pádraic por dejarlo ir, la medida de Colm de amputarse los dedos nos hace reevaluar lo que conocíamos de su personaje. Es una forma de autodestrucción en distintos niveles. Primero porque representa una lesión irreparable de su cuerpo. Segundo porque esto le dificulta tocar el instrumento que tanta satisfacción le da. Se trata de un acto de violencia con varios propósitos: agredirse a sí mismo, castigarse por la sensación de vacío emocional e insuficiencia que se ha gestado por años, y castigar a Pádraic, básicamente diciéndole “mira lo que hiciste hacerme”.

Maslow indicó que, en las conductas autodestructivas, los reforzamientos o ganancias secundarias son aquellas que incrementan la posibilidad de que una persona continúe sus conductas, obteniendo una gratificación material o psicológica. A través de los actos autoagresivos, las personas pueden obtener ganancias secundarias, viendo sus acciones como necesarias para alcanzar una meta deseada. Colm conoce la amabilidad y cordialidad de su amigo y considera que el acto le generará culpa y evitará que lo continúe molestando en el futuro. Lo último que querría Pádraic es dañar a alguien y la consciencia de que Colm se está lastimando por sus actos es una forma de manipular, expandiendo la brecha entre ambos y agravando el conflicto.

La película nos hace entender los actos de Colm, por más descabellados y chocantes que sean. Son medidas irracionales provenientes de alguien que se siente quebrantado y desesperanzado, de alguien agobiado por la sensación de que se le va el tiempo y no ha hecho nada para dejar un legado. Las señales depresivas se manifiestan con discreción por el magnífico temple de Gleeson, quien, sin necesidad de llorar, transmite el dolor contenido en su alma, así como la manera desesperada en la que quiere alienar a los que se preocupan por él.

¿En realidad Colm disfruta de su soledad? Se podría decir que sí, al menos de una manera inusual y hasta patológica. La tesis de que la soledad es una entidad subjetiva se refuerza aquí, porque al contrario de Pádraic, Colm parece perseguirla y sentirse atado a ella. Parece que hay algo más fuerte que él que lo llama hacia el vacío. La amabilidad abrasadora de Pádraic o la compañía de su perro no pueden salvarlo de sus propios pensamientos oscuros.

Siobhán Súilleabháin y Dominic Kearney: anhelos frustrados en busca de libertad

The Banshees of Inisherin. Dir. Martin McDonagh. Searchlight Pictures. 2022.

La separación de Pádraic y Colm es el punto unificador de todos los conflictos que se suscitan en The Banshees of Inisherin. Eso no quiere decir que Siobhán y Dominic sobren. Ambos traen su propia historia y luchan por encontrar un balance de adaptación. McDonagh escribe a sus cuatro personajes de manera que cualquiera es protagonista de su historia, con la película cambiando de punto de vista dependiendo de en cuál decidamos enfocarnos.

Las historias de Siobhán y Dominic concluyen en polos opuestos: una en liberación espiritual y la otra en tragedia. Ambos afrontan la soledad, recubierta de necesidades que no han podido satisfacer y situándolos en una rutina sofocante.

La psicoanalista estadounidense Karen Horney planteó que los seres humanos lidiamos con diferentes tipos de necesidades neuróticas. Estas son necesidades personales que, en la superficie, son completamente sanas, y que se hacen patológicas cuando son reprimidas por actitudes inconscientes y factores externos, además de sentir que nuestra vida no avanza sin satisfacer dicha necesidad. Estas se basan en nuestro pasado, los vínculos afectivos creados con los progenitores, la estructura de personalidad, así como en la tendencia a racionalizar y evitar nuestra realidad y angustias.

Para Siobhán, la necesidad de liberación se plantea de manera implícita desde el inicio. Tiene algo de qué hablarle a Pádraic, pero nunca encuentra el momento adecuado entre conflictos y dedos cercenados. Está a la espera de una propuesta de trabajo fuera de Inisherin, la cual no solo desea, sino que necesita para escapar de sus ataduras psicológicas. Siobhán reprime sus deseos para poner en primer lugar a su hermano y el conflicto por el que está atravesando. Es fácil intuir que es el tipo de persona que antepone las necesidades de otros a las suyas.

Horney planteó la necesidad de autosuficiencia e independencia como el de querer liberarse y tomar las riendas de la propia vida, pero no saber cómo hacerlo. Siobhán lucha con dos fuerzas: el deseo de huir de la isla en busca de algo propio, y quedarse resignada por el amor y lealtad que le tiene a su hermano. Es un predicamento que la tiene llorando por las noches, más pensativa de lo normal y temerosa de tomar cualquiera de los dos caminos.

Cuando conversa con Colm y este le dice que ella también se entretiene mientras posterga lo inevitable, reacciona con molestia, pero sabe perfectamente a qué se refiere. Hace falta un sacrificio para obtener el escapismo que tanto anhela. En Inisherin ella no tiene más vínculo que su hermano después de la muerte de sus padres. No hay amistades ni interés amoroso que le den motivaciones para quedarse. Su destino solo depende de ella, una realidad agobiante para cualquiera. El cierre para Siobhán es a la par esperanzador como doloroso, pues confronta con el hecho de que no se puede tener todo en la vida y que priorizar nuestras necesidades no es un acto de egoísmo, sino de valentía.

The Banshees of Inisherin. Dir. Martin McDonagh. Searchlight Pictures. 2022.

Hablar de valentía nos lleva a Dominic, personaje que parece orbitar sin rumbo alrededor de los demás. Keoghan dota de nobleza al personaje, quien tiene un universo de cosas por decir y solo encuentra confort cuando conecta con un Pádraic desvalido por la separación con Colm. Dominic es hijo el comisario de Inisherin, Peadar (Gary Lydon), un hombre sádico que es abusivo con aquel en todos los sentidos. La violencia en la película nunca es explícita y no necesita serlo, solo hace falta ver los gestos y las actitudes nerviosas de Dominic para entender que es un joven atormentado y mentalmente inestable por la crueldad de su padre.

«De los audaces es el mundo,» dice Dominic como un lema del que quiere autoconvencerse para no sucumbir a sus propios traumas y dolor. Su necesidad neurótica es de afecto y aprobación. Desea en su vida una figura de protección que sea al mismo tiempo cálida. Puede verse como entrometido, acercándose cada vez más al hogar de los hermanos Súilleabháin en busca de la protección y amabilidad que le ofrecen. Su enamoramiento frustrado por Siobhán en una de las escenas más demoledoras de la película transmite un quiebre emocional profundo, una sensación de abandono y soledad. Después de haberse peleado con Pádraic y ser rechazado por Siobhán, no queda nada más para Dominic que sus propios traumas y la amenaza de volver con su abusivo padre. No es sorpresivo que su desenlace sea trágico.

***

La película no pretende ser justa con el cierre que da a sus personajes, sino congruente con el desarrollo de estos. Hay incertidumbre de si Colm tendrá algo de esperanza para continuar cuando cierra la película, después del daño mutuo que él y Pádraic se han hecho. Hay cosas que no se pueden dejar atrás, que crean cicatrices imborrables en la memoria y el alma. La escena final oportunamente combina la resolución de la guerra civil con la paz entre Pádraic y Colm. Conciliarse no significa ser amigos nuevamente y este énfasis de lo irreversible de nuestros actos destructivos es amargo y brutalmente realista.

The Banshees of Inisherin es una película de personajes amables y nobles con facetas oscuras que amenazan en sacar lo peor de ellos. Sus demonios internos los persiguen, como si ellos mismos fueran ese banshee que merodea y vigila sus actos. La historia habla sobre angustias existenciales básicas como el temor a no dejar un legado, a ser rechazado por otros, a quedarse estancado en la vida y, sobre todo, a la soledad. Una entidad subjetiva que puede ser tan revitalizante como destructiva y de la cual es imposible escapar porque resulta inherente a todas las relaciones que establecemos en la vida. En esta ambigüedad, la película encuentra una belleza indescriptible.

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