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Terence Davies: un repaso breve de su filmografía

Escrito el 7 noviembre, 2023 @Kenny_DiazPR

Hace exactamente un mes, el pasado 7 de octubre de 2023, el mundo del cine recibió la noticia inesperada de la muerte del director británico Terence Davies. Según se informó a través de su cuenta oficial de Instagram, falleció a causa de una enfermedad breve. Tenía 77 años.

Apenas el año pasado se estrenó su última película, Benediction, por la cual Davies recibió el Premio del Jurado al mejor guion en la sexagésima novena edición del Festival de San Sebastián. Increíblemente, este fue probablemente el mayor reconocimiento por parte de una organización de cine que recibió en vida uno de los cineastas más aclamados de la historia reciente.

En una carrera de más de 40 años, Davies hizo películas pequeñas al margen del cine mainstream, manteniendo un estilo personal y tratando temas universales. Sus obras destacan por un apartado visual cuidado, lleno de experiencias contemplativas, con movimientos de cámara lentos, tomas largas y encuadres precisos. Davies combinó en el cine su amor a la música (en varias de sus películas los personajes cantan canciones populares de la época) y la poesía (más evidente en sus últimas dos obras).

Hizo un cine autobiográfico en el que es difícil trazar la línea entre personaje y director, siempre explorando zonas complejas de la condición humana. Mostró sensibilidad en la construcción de personajes femeninos y escribió diálogos cargados de humor ácido y verdades cortantes. También aprovechó el arte fílmico para la crítica social y política, marcando su repudio a la guerra, la religión y la monarquía británica.

A continuación, miembros del equipo de Palomita de maíz comentan algunas de sus películas.

 

The Terence Davies Trilogy (1976-1983)

A lo largo de tres mediometrajes, Davis presenta un examen de conciencia en diferentes etapas de la vida: infancia, adultez y vejez. En The Terence Davies Trilogy da un peso particular a la construcción de su propia identidad y los conflictos internos y externos relacionados con descubrir su homosexualidad. Mientras que en cintas como Distant Voices, Still Lives (1988) el elemento autobiográfico está presente con detenimiento para explorar a los padres y hermanos, en estos mediometrajes, que juntos hacen una película segmentada, el foco único es el protagonista, Robert Tucker y su percepción y construcción del mundo como un hombre gay solitario, emocionalmente dependiente de su madre y agobiado por la culpa católica.

En Children (1976), su debut cinematográfico, Davies muestra una infancia cruel y vulnerada a través del pequeño Robert (Phillip Mawdsley), sufriendo bullying en un instituto católico, teniendo su despertar sexual y lidiando con la muerte de su padre. Children resulta un ejercicio de catarsis en el que la liberación nunca llega. Es hermoso en su representación aguda de la infancia queer, incluyendo los silencios y miradas nerviosas con temor a ser descubierto. Normalmente, los recuerdos de infancia son vagos y transitorios, efecto que se plasma con ingenio en la austera puesta en escena.

Madonna and Child (1980) continúa en la vida de un Robert (Terry O’Sullivan) adulto, vulnerable y acongojado en un ferry como ese niño que escapaba de los matones. “Eres un buen chico”, le dice su madre anciana en un recuerdo, mientras Robert solloza. Es algo que debe recordarse mutuamente por la culpa que le carcome. Davies presenta secuencias asombrosas que se adentran en el quiebre espiritual del protagonista, atrapado en un vaivén de rechazo y atracción con su orientación sexual. La soledad y las sombras merodean a Robert por más confort que busque en su madre o un sacerdote.

Finalmente, en Death and Transfiguration (1983), Robert (Wilfrid Brambell) es un anciano en un asilo. Los recuerdos de infancia y adultez van y vienen como olas del mar. La doctrina religiosa de la cual nunca huyo, el estrecho vínculo con su madre y la represión del placer sexual recorren su mente en un bucle infinito. La enfermedad y el tiempo se llevaron todo menos sus recuerdos. Esto, para bien y para mal, le permite a Davies cerrar su trilogía de forma exquisita y devastadora. Las memorias siempre estarán ahí para acecharnos, pero siempre podemos escoger con cuál tendremos nuestro último suspiro. – Cesar Guedez

 

Distant Voices, Still Lives (1988)

Terence Davies constantemente observa la memoria como un arte. Rememorar el pasado trae júbilo y dolor al mismo tiempo por la transitoriedad de los recuerdos y la fragilidad de nuestra mente. Distant Voices, Still Lives es una de las películas que mejor reflejan la ambigüedad emocional de recordar, mientras Davies, con sus característicos tintes autobiográficos, expone la vida de una familia de clase trabajadora en Liverpool durante y después de la Segunda Guerra Mundial.

Dividida astutamente en dos partes indicadas por el título, Distant Voices introduce la desolación de la familia por la muerte de Tommy (Pete Postlethwaite), el padre. El funeral inicial lleva a la madre, Nell (Freda Dowie), y a sus hijos a recordar anécdotas relacionadas con Tommy, desde lo inocuo a lo trascendental. La introspección de los recuerdos muestra a un Tommy tiránico y abusivo. Las “voces distantes” en este caso se representan como miedos de infancia, el terror de una guerra que se avecina y el sufrimiento de un conflicto doméstico con un padre volátil, ocasionalmente cálido. Davies evita simplificar las vivencias familiares, planteando la fragilidad emocional de una dinámica de violencia doméstica con empatía.

Eventualmente, Still Lives muestra una nueva faceta familiar, con hijos adultos casándose, los roces fraternales, la resiliencia materna, las dinámicas y roles perpetuados por los abusos del patriarca y una extraña calma a pesar de lo vivido. Desde la música hasta los tonos sepia de la fotografía, los elementos de la película son evocadores a una época específica y los sentimientos de miedo e incertidumbre que existían en ella. Tantos años después, su poder sigue intacto, como un álbum de recuerdos empolvado que se puede ver una y otra vez. Davies es un poeta cinematográfico, y Distant Voices, Still Lives es uno de los mejores representantes de su poder para mostrar la belleza de lo mundano con una pureza que desgarra. Hay risas, lágrimas, dolor y esperanza, pero, como en la vida misma, todo se desvanece con el tiempo. – Cesar Guedez

 

The House of Mirth (2000)

Basada en la novela homónima de Edith Wharton, Terence Davies adapta The House of Mirth con un estupendo oficio. A inicios del siglo XX, en la alta sociedad de Nueva York, Lily Bart (Gillian Anderson) disfruta de su belleza y las atenciones que conlleva hasta que sus malas decisiones y el imperativo paso del tiempo la ponen en una encrucijada entre el dinero, que no tiene, y sus sentimientos, que la atormentan constantemente para que actúe con rectitud.

Al igual que The Age of Innocence (Martin Scorsese, 1993), The House of Mirth sufre de una severa subvaloración y desconocimiento, incluso entre obras de sus directores, quizá porque el mundo de Wharton, de opulencia, elegancia e hipocresía, puede parecer una combinación extraña en un cineasta honesto y sensible como Davies. Sin embargo, la manera delicada, casi pictórica, en la que retrata a la protagonista y el mundo que la rodea, sin juzgarla o hacer un espectáculo de su tragedia, hace que Lily Bart no solo se eleve dignamente del mundo hipócrita y superficial al que pertenece, sino también dentro de la misma obra cinematográfica de Davies.  – Lourdes Yactayo

 

Of Time and the City (2008)

A lo largo de su filmografía, Terence Davies nada más hizo un documental, Of Time and the City, el cual refleja su admiración a su ciudad natal, Liverpool. A través de imágenes de archivo, su propia narración y un interesante ejercicio de relectura histórica, Davies cuenta cómo Liverpool cambió a través de 60 años. El documental es una muestra inteligente de alguien que refleja la vida de los habitantes de una ciudad después de un evento importante, como lo fue la Segunda Guerra Mundial. Por supuesto, también expresa su admiración y respeto hacia ese pequeño terruño.

Lo interesante de Of Time and the City, y que se puede notar en toda su filmografía, es su impresión sobre la memoria y los recuerdos. Aquí no lo hace solamente a través de la imagen, sino que su narración se ve inundada de poemas e historias personales (por ejemplo, cómo fue crecer como un hombre homosexual en esa época). Se trata de un bello documental personal que nos hace ver quién fue Terence Davies y entender los temas que trató tan insistentemente en su filmografía. – Israel Acosta Aroche

 

The Deep Blue Sea (2011)

Davies exploró territorio nuevo con The Deep Blue Sea, basada en la obra teatral homónima de Terence Rattigan. Aunque la narración enfatiza muchos de los temas habituales de su filmografía, es la primera y única película del británico cargada de sensualidad y erotismo.

Hester (Rachel Weisz) es una esposa infiel y amante trágica que intenta quitarse la vida cuando Freddie (Tom Hiddleston), su enamorado, olvida su cumpleaños. La historia tiene lugar en los años 50, en la Inglaterra de posguerra, y es un viaje al corazón de una mujer apasionada que no puede ser amada con la misma intensidad. “¡No puedo ser el maldito Romeo todo el tiempo!”, protesta Freddie en medio de una discusión con Hester. Es una relación singular entre dos personas poco compatibles y cuyas diferencias se revelan sutilmente a medida que avanza la película. Ella, una mujer refinada, acostumbrada a la buena vida que le dio su esposo, un abogado respetable; él, un hombre volátil, de mente simple, atormentado por los recuerdos de la guerra en la que sirvió como piloto. A pesar de saber la poca probabilidad de futuro que hay entre ellos, Hester se entrega una y otra vez con la misma pasión.

La película mantiene una estructura teatral, filmada como una pieza de cámara. Entre las obras de Davies, puede ser la de configuración más sencilla, con un metraje inusualmente corto. Sin embargo, encuentra un lenguaje fílmico a través de la fotografía de Florian Hoffmeister, el montaje de David Charap y el guion de Davies. Las actuaciones son impecables: uno de los mejores trabajos de Hiddleston antes de ser engullido por la maquinaria del MCU y una Weisz vulnerable como nunca. – Kenny Díaz

 

A Quiet Passion (2016)

El cineasta debutó en el controversial subgénero del biopic con A Quiet Passion sobre la vida y obra de la poeta Emily Dickinson, persona con la que director británico sintió afinidad, según explicó en entrevista para Variety, hasta el punto de considerar esta película como autobiográfica. “Era una vida increíblemente rica y escribió todo el tiempo a pesar de que sólo tuvo siete u once poemas impresos en su vida. Eso es lo que me atrajo a ella. Pensé que era tan injusto que fuera una poeta verdaderamente grande y nadie más lo supiera”, comentó también en entrevista exclusiva para Palomita de maíz.

El cine de Davies presenta la tristeza como inherente en la experiencia humana. Todas sus obras son en gran medida sobre personas infelices o traumatizadas. En el caso de A Quiet Passion, Dickinson (Cynthia Nixon) se enfrenta a un dilema: rendirse ante las reglas sociales de la época o vivir en rebeldía, aunque ello implique la soledad perpetua. Su inclinación por la segunda alternativa la lleva a una vida de reclusión. A medida que avanza la película, vemos a una mujer en deterioro constante, cuerpo doliente ante una enfermedad incurable, siempre juzgando severamente a los demás y a sí misma. Solamente en su poesía (que la propia Nixon recita de manera intermitente en voz en off) encuentra consuelo, mas no felicidad.

Como todas las películas de Davies, A Quiet Passion tiene una puesta en escena hermosa. El trabajo de cámara es excepcional, con tomas largas y encuadres preciosos. Aunque la narración se torna agotadora y reiterativa, los diálogos, en su línea inquisitiva habitual, son exquisitos. Las actuaciones son impecables. Nixon ofrece quizá la mejor interpretación de su carrera. Más que una película biográfica, este es el retrato de un alma en agonía, la carta de Davies a un mundo que, como expresó Dickinson, “nunca me escribió”. – Kenny Díaz

 

Benediction (2021)

La última película de Davies narra la historia del poeta británico Siegfried Sassoon. El director atraviesa la vida de Sassoon –y su obra– en diversos aspectos: su inclinación artística por la poesía y la música, sus romances, su participación en la Primera Guerra Mundial y el reclamo antibelicista que nació en él a partir de esta experiencia.

Siegfried Sassoon es interpretado por Jack Lowden y Peter Capaldi en las distintas etapas recreadas en la película. Davies interviene, no para contarnos detalles de su vida con ribetes biográficos o ser un abogado defensor, sino para crear un puente a la mente de Sassoon, primero joven (Lowden), conociendo sus contradicciones y las ansias que tuvo por vivir una vida plena respecto a sus sentimientos y conciencia, y después en su versión mayor (Capaldi), cuando intenta hallar paz personal mientras revisa el pasado. Esa paz no está en lo que hizo o dejó de hacer, sino en aceptar a la persona en la que se convirtió gracias a eso, y es Davies, con gran sabiduría, quien entiende así el paso de la vida. – Lourdes Yactayo

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