Sundance 2023: pensamientos sueltos
La premura de un festival de cine, durante el cual se pueden ver tantas películas como uno aguante, no permite que se emitan todas las opiniones que se quieren. Simplemente no es posible hacer reseñas de largo formato de cada cosa que se mira, así que en este artículo me gustaría dejar constancia de pensamientos sueltos provocados por algunas películas que no merecieron aquel honor detallado durante este Festival de Sundance 2023.

Cat Person es la adaptación de la historia viral publicada por el semanario New Yorker en 2017 del mismo nombre. Dirigida por Sussanna Fogel y adaptada por Michelle Ashford, la película trata de insertarse en la discusión actual sobre el romance en la era del #MeToo, pero lo hace cayendo en el ridículo constante, tanto por su forma como por su fondo. Margot (Emilia Jones) es una joven estudiante universitaria que llama la atención de un hombre un poco mayor que ella (Nicholas Braun), iniciando una relación que parece destinada al fracaso, no por la diferencia de edad, sino por la insalvable diferencia cultural entre los sexos (o al menos eso parece postular el filme).
Al convertir la triste incomodidad del texto original en una valerosa resistencia femenina, Cat Person cae una y otra vez en los lugares comunes que parecen lejanos en este 2023. A los hombres les gustan las películas de Star Wars y a las mujeres no. Esta es la magnitud de su incisivo comentario cultural que parece salido de una rutina de stand up de baja calidad de 1993. La combinación entre la comedia de observación a cargo de Margot sobre lo insoportables que son los hombres con el terror de su activa imaginación da como resultado una película confusa que no sabe definir su tonalidad narrativa. Por si esto fuera poco, un cambio sustancial con respecto al texto original representa un viraje brusco hacia el terror en su sección final que me ha parecido risible, no solo por lo forzado del momento, sino porque hace explícito lo que en la página estaba implícito.
Mucho podría decirse sobre las dinámicas desiguales de poder en una relación definida por una diferencia de edad, o sobre el estado del romance post #MeToo, pero Cat Person se queda corta al no desarrollar ninguno de los temas que presenta. En cambio, se configura como un torpe intento por participar en la discusión sobre un tema vital. Con poco que decir, abarrotada de clichés trasnochados, análisis superficiales y personajes endebles que hablan como si estuvieran en Twitter queda la pregunta: ¿para qué tomarse la molestia de adaptar un texto literario si no existe la voluntad de entenderlo? Misterios que nunca sabremos.

Landscape With Invisible Hand es el tercer largometraje de Cory Finley (Thoroughbreds, 2017) y, como tal, representa un paso hacia adelante y otro hacia atrás. Una sátira de ciencia ficción con algo de drama familiar y romance adolescente estelarizada por Asante Blackk, Tiffany Haddish y Kylie Rogers, inicia informándonos que una raza alienígena ha hecho contacto con la humanidad. En lugar de destruirla, ha integrado a la Tierra a una confederación intergaláctica de prosperidad, lo que en términos llanos quiere decir que la ha convertido en su colonia comercial.
El filme comienza con fuerza y claridad narrativa, demostrando la habilidad de Finley para hilar un relato con toques cómicos en un mundo ricamente construido (el diseño de los invasores es sencillo, pero efectivo). Sin embargo, pronto el filme cae en un sopor derivado de su seguimiento simultáneo de subtramas que nunca llegan a un desarrollo pleno. Mucho abarca y poco aprieta. Podría tratarse de un caso en el que la ambición narrativa traiciona la claridad del relato.
En otro nivel, reconozco aspectos positivos. Al proponer una invasión extraterrestre no de aniquilación sino de dominación comercial y cultural, Finley hace un paralelo con el imperialismo estadounidense, pues los invasores utilizan discursos similares sobre la conveniencia de dejarse dominar por ellos (la tecnología equivale a progreso) y todo ello está marcado por una seca comicidad que emula con perfección el tedio burocrático de la dominación colonial. No todo funciona en Landscape With Invisible Hand, pero en su defensa, puedo señalar que aparece Haddish en una airada discusión marital con un alienígena cuadrúpedo, así que no todo es pérdida.

Rotting in the Sun, dirigida por el mexicano Sebastián Silva, es una demencial comedia negra de un homoerotismo apenas igualado por el narcisismo de su figura central. Silva se interpreta a sí mismo como un director/artista depresivo que todo el tiempo bromea con el suicidio. Un viaje a una famosa playa nudista usada para el sexo casual por los turistas gays lo pone en contacto accidental con Jonathan Firstman, un influencer que no se toma nada en serio. Muy al pesar de Silva, acuerdan en escribir el piloto para la serie de Firstman en la Ciudad de México, pero la súbita desaparición de Silva lleva al desfachatado influencer en su búsqueda.
Absurda y de un humor negrísimo, Rotting in the Sun está marcada por una sexualidad casual en la que el sexo entre hombres está a la vuelta de la esquina. Firstman, una decadente e insufrible estrella de Instagram, representa el narcisismo de nuestra era, uno que cree que todos trabajan y sirven de entretenimiento para sí mismo. Lo odiamos, pero entendemos por qué otros lo aman, aunque como todo influencer, queda claro que es famoso precisamente por ser insoportable. Catalina Saavedra interpreta a Vero, la empleada doméstica de Silva que oculta un secreto y es en los confusos intercambios entre Firstman y ella que la película encuentra un balance entre el exceso, la indulgencia anglosajona y la culpa y la desidia mexicana.
Ya sea por sus numerosas escenas de sexo explícito, el elevado número de falos en pantalla (debe haber roto al menos un récord para una película no pornográfica) o por la naturaleza macabra de su comedia, Rotting in the Sun no es para todos los gustos. Una comedia existencial a caballo entre el inglés y el español que utiliza el absurdo, la depresión, la muerte, el sexo y las drogas para ofrecer una visión un tanto aberrante de la Ciudad de México, una ciudad cada vez más agringada. Tal vez le sobran minutos y su autoindulgencia llega a cansar, pero vaya que destaca.

Una madre iraní y su hija hallan amparo en un refugio para mujeres en Shayda, drama familiar dirigida por Noora Niasari. En ella, Shayda (Zar Amir Ebrahimi) y su hija Mona (Salina Zahedina) se preparan para recibir el Nowruz (año nuevo iraní) con la esperanza de comenzar de nuevo.
Zar Amir Ebrahimi, ganadora del premio a Mejor actriz en el Festival de Cannes por su actuación en Holy Spider (Ali Abbasi, 2022), demuestra aquí que no fue ninguna llamarada de petate. La entereza que demostró en aquel filme, haciendo frente al Estado iraní y a un asesino demencial, hace su aparición de nuevo para poner cara ante su esposo irascible. Esta dureza se complementa con la ternura que demuestra con su hija, quien apenas entiende las circunstancias de su nuevo hogar.
La de Shayda es una historia que suena conocida, pero Niasari no pone el acento en el abuso al que Shayda es sujeta, sino en la relación entre ella y su hija, repleta de dulzura y, sin duda, el elemento más valioso del filme. Los ojos expresivos de Ebrahimi comunican el amor de una madre, pero está animada por la misma determinación de su personaje en Holy Spider para salir adelante.
Shayda realiza una crítica a la cultura iraní de arraigado machismo (queda claro que el único motivo por el que Shayda puede buscar un mejor futuro junto a su hija es porque está en Australia), un tema que estuvo en boca de todos en 2022 debido a las protestas por el uso del hijab. Esto convertiría a Ebrahimi (ella misma una refugiada del sistema judicial iraní) en un avatar de la liberación femenina iraní y mundial, así como una presencia destacada en panorama mundial cinematográfico.

Sin la histeria woodyallenesca, pero sí con muchos egos lastimados, You Hurt My Feelings de la directora y guionista Nicole Holofcener, revive la olvidada comedia neoyorquina. En ella encontramos a sus personajes (la escritora Beth y el psicólogo Don, interpretados por Julia Louis-Dreyfus y Tobias Menzies respectivamente) en sus peores momentos profesional y personalmente para representar una comedia sobre las inseguridades de su clase, cada uno preguntándose, ¿soy lo suficientemente bueno?
Como la envejecida pareja central, Menzies y Louis-Dreyfus tienen una química natural, en la que el primero se coloca detrás de Louis-Dreyfus, quien demuestra ese intenso carisma un tanto neurótico que tanto le conocemos (y agradecemos). Holofcener la refrena apenas lo suficiente para encarnar a una escritora que duda de su talento (hay una broma recurrente sobre por qué su primer libro no fue un éxito de ventas) mientras escribe su segundo libro, proceso que amenaza la estabilidad de su matrimonio con un psicólogo que se mira al espejo y no se reconoce, no solo por las arrugas, sino por la mediocridad de su desempeño profesional. Rodeados de amigos igual de inseguros, cada uno empujado a dudar de sus capacidades, el mundo a su alrededor parece colapsar… cosa que no sucede.
You Hurt My Feelings se configura como un filme ligero, encantador en su estudio de la clase alta neoyorquina que se da el lujo de hacer un trabajo terrible.

J. Alejandro Becerra es un cinéfilo de opiniones controvertidas. Fundamentalista de Scorsese, se decanta por el cine hollywoodense, pero se empeña por descubrir películas de alrededor del mundo. Aunque estudió Historia en la universidad, le encantaría dedicarse a escribir sobre cine de tiempo completo. No se pierde los Óscares aunque le diga a todos que los odia. Entre sus películas favoritas están Rebecca, Carol, Cléo de 5 à 7, Casino y The Tree of Life. No lo admitirá, pero llora cada vez que mira el final de Porco Rosso. Es un ferviente fanático de Jessica Chastain y Oscar Isaac, y cuenta los días para verlos ganar sus Óscares. Actualmente se dedica a discutir en Twitter con extraños y a aprender sobre marketing digital.