Spencer: el vestuario de una fantasía trágica
Spencer, del director chileno Pablo Larraín, construye un mundo de paralelismos, fundamento para abordar el conflicto entre una realidad opresiva y la fantasía absurda de la vida de Diana de Gales, indudablemente la princesa más reconocida y aclamada de la modernidad. Sin embargo, Spencer, protagonizada por Kristen Stewart, no busca ser el típico biopic que da a conocer con especificidad el desarrollo progresivo de un personaje real.
La investigación profunda y prolongada es la base de la realización cinematográfica, y cuando los elementos visuales predominantes en el hilo narrativo son reconocibles, es aún más complejo. Existen personajes asumidos por el inconsciente colectivo que son percibidos e idealizados, convirtiéndolos en parte de la cultura general e íconos de un periodo histórico.
En el caso de Spencer, esto hace que el guion se debilite, pues la película asume que el público conoce el contexto o, por lo menos, la historia entre Diana y el príncipe Carlos (Jack Farthing), y por qué no, entre Carlos y Camila. Desde una perspectiva profundamente emocional, el espectador se adentra en la cotidianidad e intimidad de Diana hasta conocer los conflictos que la afectan.
El título que le fue concedido a Diana Spencer es la justificación ideal para crear esta historia original que se adentra en la dinámica de la familia real británica, o al menos como ella la percibía. La posición psicológica y los abismos emocionales de su protagonista son ideados a partir de características y momentos mediáticos de Lady Di.
Inmersa en tradiciones estrictas y arcaicas, planes meticulosamente planeados, y un ambiente soez, Diana nunca logra encontrar un lugar dentro del núcleo familiar, pues inseguridades, miedos y batallas internas se interponen a sus valores, deseos e incluso deberes reales. Spencer presenta como única salida y como salvación, el profundo amor por sus hijos, William y Harry (Jack Nielen y Freddie Spry, respectivamente).
Para esto, Larraín dispone de elementos y herramientas que comunican esta intención, destacando la dirección de arte. El diseño de vestuario posee de significado denotativo y connotativo. Como elemento estético, no solo aporta a la caracterización, sino que también posee el componente psicológico que denota el estado del personaje. Spencer ofrece una oportunidad para analizar al vestuario como una herramienta poderosa que es parte de la evolución de la trama, mientras que interpela al espectador.
Diana: símbolo de estilo que ha perdurado en el tiempo
Diana fue referente de una época, y es y seguirá siendo una influencia de estética y moda. La representación de su imagen ha sido de interés en el ámbito literario, cinematográfico y televisivo, siendo su estilo personal el medio externo para identificarla y definirla.
La reconocida y galardonada diseñadora Jacqueline Durran tuvo la responsabilidad de hurgar y exteriorizar elementos simbólicos y referencias visuales que envuelven ámbitos físicos, psicológicos y dramáticos alrededor de los personajes. Estos elementos tienen un impacto más inmediato que el resto de los componentes artísticos, además de que son más sutiles que los diálogos o la banda sonora de Jonny Greenwood.
El principio proyectual al momento de diseñar consiste en ordenar sistemáticamente a través de reglas de lógica y aspectos investigativos; debe ser especifico históricamente, funcional y estético. Desde el inicio de Spencer, observamos una caracterización apropiada. El guion brinda un papel estelar a los elementos visuales que denotan conflictos principales y que son simbólicamente fundamentales para la protagonista y la intención de comprenderla psicológica y conductualmente.
La visión de Larraín aborda los problemas de Diana desde la influencia y melancolía de su origen, donde una vieja chaqueta de tonos terracota sobre un espantapájaros toma fuerza al ser el enlace emocional entre su vida actual y los recuerdos de la infancia, los cuales más adelante conducirán a generar necesidades y el rechazo de las condiciones impuestas a través de la desesperación y la agonía.
Un aspecto cuestionado por muchos años, y que sirve como sustento dramático, es el trastorno alimenticio con el que luchaba constantemente, y el impacto que esta enfermedad mental ocasionaba en su imagen corporal. El diseño de vestuario influye más en la manera de narrar la historia que como un elemento de estilo porque trasmite el carácter de su autoestima. Maggie (Sally Hawkins), su asistente de vestuario, es el personaje que intenta transformar estas inseguridades a través de una relación de compañía, comprensión, confianza y calidez, formando un aparente vínculo estable y seguro entre Diana y las prendas que utiliza como parte del protocolo.
La visión de Durran no fue la de recrear con precisión aquello que la Princesa Diana llevaba durante apariciones públicas, más bien es una composición simultanea de atuendos inspirados en el periodo entre 1988 y 1992 que crean un armario que evoca el espíritu del momento con verosimilitud.
El collar de perlas aporta acción como un elemento de sometimiento y doblegación a la corona que, junto a la imagen de Ana Bolena, transforma la cena de Navidad en una de las escenas más potentes, tensas, sombrías y contundentes de la película.
La rigurosidad para seleccionar los distintos que Diana debe vestir a lo largo de tres días es similar al control de la corona en el resto de su vida. Al seleccionar erróneamente el conjunto rojo para la misa de Navidad convierte al atuendo en un símbolo de rebeldía; de hecho, hay muchas acciones que representan el ámbito afectivo y el conductual: el traje amarillo que intercambia para cubrir al espantapájaros, los atuendos casuales que viste cuando está con Maggie o en compañía de sus hijos, o la selección de tonalidades contrastantes (mayormente azul en distintos matices) con la paleta de color que unifica al resto de la familia real (tonos opacos y estampados marrones, beige y gris). Todas son metáforas visuales que representan la vulnerabilidad emocional de Diana a la par de intenciones fabulistas, ejemplo de ello es el montaje de alucinación en donde Larraín, Stewart, Durran, Greenwood y Claire Mathon (fotografía) visualizan y conciben a una princesa más cómoda y feliz consigo misma.
Protagonismo visual de Chanel: cuándo las referencias sobrepasan el entendimiento
Otras prendas y conjuntos son considerablemente similares. Chanel, en colaboración creativa, dio acceso a los archivos de la firma (prendas de vestir y piezas de alta joyería) creados desde principios de la década de 1980 hasta la actualidad. El balance entre las creaciones originales de Durran y la estética de los diseños de Karl Lagerfeld (quien nombró a Stewart como embajadora e imagen de Chanel desde 2013) es incierto.
La coherencia entre el mundo ficticio y real, a pesar del lujo y fantasía que representan Chanel y la moda francesa, trastoca el sentido del vestuario como creación original para un proyecto cinematográfico.
La trayectoria y referencias de Durran son innegables, pero la presencia constante de réplicas y duplicados de colecciones Pret-a-Porter y Haute Couture (hecho artesanalmente a la medida) de Chanel son más que simples inspiraciones o recreaciones de estilos icónicos. Estos parecen transformar intencionalmente a la princesa en un símbolo de la firma, e incluso, podrían contribuir a la falta de entendimiento de Stewart como Diana para aquellos que tienen una imagen de la actriz como símbolo de la marca.
Desde el comienzo de la campaña promocional de la película, el delicado vestido de tul plisado color crema y bordados dorados fue la imagen principal y la que mayor predominio mediático tuvo. Este diseño nupcial de 1988 presentado en la colección otoño–invierno de alta costura, es ellook más icónico y espectacular de Spencer. Estéticamente, el contraste entre glamur y el punto de quiebre o de inflexión del personaje es como un audiovisual editorial de moda. Resulta cuestionable la elección de este diseño en vez de una creación de un traje de gala por parte del equipo de vestuario que reuniera todos los elementos de elegancia y opulencia.
Recientemente, el Gremio de Vestuario, los BAFTAs, y los Óscars anunciaron sus nominaciones 2022, resultando de interés la ausencia de la cinta entre las seleccionadas. Sin embargo, desde el punto de vista de originalidad y perspectiva histórica, Spencer es una composición visualmente exquisita, pero lamentablemente la presencia exagerada de Chanel sacrificó las oportunidades y capacidades creativas y artísticas de un diseño de vestuario ambicioso.

Andhrea es una joven venezolana, estudiante de psicología e ilustradora de moda. Su amor por el cine comenzó desde muy pequeña gracias a su papá, con quien cada noche comparte una película diferente. El mago de Oz (1939) y la trilogía de Regreso al futuro marcaron su infancia. Los aspectos psicológicos le son fascinantes, más allá de los diálogos entre personajes, por eso ama aprender sobre dirección de fotografía y vestuario. Sus películas favoritas son El curioso caso de Benjamin Button (2008), El aviador (2004), La odisea (1997) y Anna Karenina (2012).
Excelente, felicitaciones Andhrea