Under the Influence (SXSW 2022): documental sobre un YouTuber terrible
Sección: Documentary Spotlight.
Dirección: Casey Neistat.
Guion: Mark Monroe.
País: Estados Unidos.
Palomómetro:
Más información de la película: https://schedule.sxsw.com/2022/films/2054014

Como una persona que solo usa YouTube esporádicamente (¿sabían que se pueden encontrar infinidad de recetas y formas de reparar/instalar cualquier cosa en casa?), pocas cosas me parecen menos llamativas que el mundo, dramas y cancelaciones de los influencers y YouTubers. Finalmente llegó un documental para darle la razón a los cñores amargados como yo: Under the Influence, irónicamente dirigido por el exinfluencer Casey Neistat.
El filme sigue los pasos de la entonces promesa de la máquina de contenido imparable que es YouTube, David Dobrik, un joven de 19 años que en 2018 se convirtió en uno de los videastas más famosos del mundo. Sus videos mostraban cómo él y sus amigos se divertían en lo que solo podría describirse como hedonismo al American Way: haciendo stunts peligrosos, embriagándose, siendo imbéciles en público y jugando bromas pesadas entre sí. El dinero y la fama comenzaron a llegar y pronto Dobrik era la persona más vista en la plataforma de videos, apareciendo en el talk show de Jimmy Fallon y teniendo como estrellas invitadas a celebridades como Justin Beiber.
Lo curioso del documental de Neistat es que tuvo acceso total a la vida de Dobrik y su compañía de brutos, pues el poder de Under the Influence radica en que el simple hecho de mostrar el detrás de cámaras de sus burdos videos revela una dinámica preocupante que a menudo se convierte en peligrosa e ilegal.
Al trabajar linealmente, Neistat hace una especie de biografía del ascenso de Dobrik, aunque ese no es su objetivo. Es claro que el documental está marcado por las controversias en las que este el YouTuber se vio envuelto en 2020, y que llevaron a lo que algunos llamarían su “cancelación.” Pero Neistat, el escritor Mark Monroe, y los editores James Leche y Scott D. Hanson, se dieron cuenta de que casi cualquier parte de la vida de Dobrik como creador de contenido ocultaba un aspecto incriminatorio y que en realidad toda la fachada de veinteañero despeinado que hace bromas pesadas no requería ser desvelada para encontrar al monstruo alimentado por la fama. Allí estaba a plena vista. Esta revelación es el mayor logro del documental.
El asunto que Neistat entiende perfectamente es que esos escándalos solo son la punta del témpano del comportamiento criminal de Dobrik y su grupo, conformado por sus amigos de preparatoria que lo siguieron a Los Ángeles y que tienen su fama, vidas e ingresos vinculados a este. Se llega a comparar las actividades del grupo con Jackass, la bienamada saga que comenzó en MTV y que ahora se desenvuelve en el cine, pero no puedo imaginar dos cosas con menos puntos en común.
Si algo ha caracterizado a Jackass a lo largo de los años es la sensación de solidaridad de un grupo de hombres unidos por la estupidez y el dolor. Al contrario, Dobrik no participaba en los stunts y más bien solo se encargaba de filmar y editar los videos. Son sus amigos quienes arriesgan el físico, casi siempre tras ofrecerles dinero o rogarles hasta que ceden. Además, los videos de Dobrik se caracterizaban por su bajísimo valor de producción y la nula consideración por la salud y el bienestar de sus protagonistas. Mientras que Jackass reafirma la amistad y la actitud contestataria, Dobrik representa el circo de la miseria y la explotación vertical.
Uno de estos amigos cuenta que Dobrik le ofreció cinco mil dólares semanales por aparecer en sus videos, y él, al ser un comediante fracasado, endeudado y divorciado, aceptó. Ahora, por el módico precio de su dignidad (aparece como la burla de la mayoría de los videos), es un millonario que vive en las colinas de Hollywood. Otro de ellos no quiere pensar en su vida sin su amigo videasta, diciendo que “preferiría morirse a regresar a vivir con sus padres”. En un momento surge la pregunta de si los amigos que ponen sus vidas en riesgo se sienten coercionados o si lo hacen por voluntad propia, pero el documental lo deja claro: si no necesitaran el dinero ni la fama que Dobrik les garantiza, no pondrían sus vidas en riesgo.
Es sintomático de nuestra coyuntura que el influencer más poderoso de Estados Unidos sea un veinteañero despreocupado que explota a sus mejores amigos y a quien se deje, y a quien nadie le importa. Todo a cambio de una mirada vacía, un rostro cínico enmarcado por cabello despeinado, despliegues vulgares de riqueza y los peores videos que cualquiera de nosotros ha visto en su vida. No solo la empatía y el cariño por el prójimo están ausentes de la vida de este personaje, el talento no se halla por ningún lado.
Vale la pena preguntarse si la relación personal de Neistat con Dobrik es un obstáculo para su exploración documental, pues una personalidad más incisiva podría haber hecho explícitos los aspectos más preocupantes de su sujeto. Una opinión más clara podría haber hecho de Under the Influence un documental más poderoso al mostrar no solo el monstruo en cuestión, sino la naturaleza de la fama en la era de las redes sociales, un tema que va y viene sin mucho desarrollo.
Sin embargo, lo que hace su director termina siendo suficiente: una clara acusación sobre el mundo sin reglas de los influencers y la irresponsabilidad de YouTube, plataforma que promueve el contenido menos edificante siempre y cuando genere ganancias. (Aquí hay otro tema espinoso que apenas se sugiere y que podría relacionarse con la controversia de Joe Rogan y Spotify: ¿las plataformas digitales son los editores del contenido que albergan? ¿Deberían ser responsables por lo que sucede en sus videos y pódcast?)
La cereza en el pastel de Under the Influence, uno de esos documentales que nos convencen de que el mundo es enfermo y triste, es que la supuesta cancelación de Dobrik duró apenas unos 90 días, pues tan pronto se olvidaron las acusaciones en su contra, regresó a hacer videos con el grupo de siempre. Neistat enmarca este evento al final de su documental, y si bien haría falta un comentario de parte del director (sobre todo al considerar que proviene del mismo mundo que el personaje central), el terror de la indiferencia queda claro.
Dobrik seguirá haciendo las mismas cosas porque puede, porque a nadie realmente le importan sus acciones y porque cuando eres un niño-adulto blanco con millones de dólares a tu nombre no tienes límites. Que no sorprenda si gana la presidencia estadounidense en cualquier momento de los siguientes 30 a 40 años.

J. Alejandro Becerra es un cinéfilo de opiniones controvertidas. Fundamentalista de Scorsese, se decanta por el cine hollywoodense, pero se empeña por descubrir películas de alrededor del mundo. Aunque estudió Historia en la universidad, le encantaría dedicarse a escribir sobre cine de tiempo completo. No se pierde los Óscares aunque le diga a todos que los odia. Entre sus películas favoritas están Rebecca, Carol, Cléo de 5 à 7, Casino y The Tree of Life. No lo admitirá, pero llora cada vez que mira el final de Porco Rosso. Es un ferviente fanático de Jessica Chastain y Oscar Isaac, y cuenta los días para verlos ganar sus Óscares. Actualmente se dedica a discutir en Twitter con extraños y a aprender sobre marketing digital.