Unclenching the Fists: la necesidad de salir corriendo sin mirar atrás
Disponible en: MUBI.
Dirección: Kira Kovalenko.
Guion: Kira Kovalenko, Lyubov Mulmenko, Anton Yarush.
Elenco: Milana Aguzarova, Alik Karaev, Soslan Khugaev, Khetag Bibilov, Arsen Khetagurov.
País: Rusia, Francia.
Palomómetro:
Más información de la película: https://www.imdb.com/title/tt14775666/

Unclenching the Fists. Qué título tan poderoso, identificable y liberador. ¿Quién no ha pasado por un momento tan tenso o desesperante que puede sentirlo hasta en las uñas de las manos, rasgando la piel de las manos por la flexión de los nudillos? ¿Qué hay de la liberación –emocional y física– que llega cuando, por fin, uno se aleja de la situación y relaja cada músculo del cuerpo, incluso descubriendo qué tan tenso estaba?
Esa liberación es la que busca Ada (Milana Aguzarova), una joven que vive en Osetia del Norte y que está amurallada por los hombres de su vida, las circunstancias de su existencia y el pasado histórico de su patria. En sus ojos, su cuerpo tieso, su hiperactividad contenida y su expectativa se puede sentir la búsqueda de libertad y la desesperación de estar en el lugar indeseado, tratando de hallar la manera de huir, pero sin encontrar la respuesta deseada.
De esta forma, Unclenching the Fists tiene un aire claustrofóbico, por lo que, a pesar de que se desarrolle en lugares abiertos, medios de transporte en movimiento y a plena luz del día, es imposible no sentir la fatiga emocional y la asfixia psicológica a las cuales Ada continuamente se enfrenta, principalmente por las pocas alternativas que tiene en su vida y por lo poco que su entorno le permite hacer con lo contado que tiene. En especial, la presencia masculina es agobiante y difícil de ignorar.
Por un lado, está su padre tradicional, quien, aunque reconocido como un buen hombre de familia por sus amigos, a puerta cerrada mantiene un lazo inamovible en Ada al esconderle su pasaporte, no permitirle usar perfume y tener control de la única llave de la casa. Por el otro lado, el hermano menor, incluso si es cariñoso con la joven, también es dependiente y vulnerable, utilizando su cariño para oprimirla y no dejarla liberarse del yugo opresor familiar disfrazado de inocencia, amor y protección.
La llegada del hermano mayor, aquél visto con recelo por la sociedad porque abandonó la casa y se fue a buscar suerte a otra parte de Rusia, promete una oportunidad de huida para Ada. No obstante, la liberación es más complicada de lo que la chica imaginaba, pues las lealtades, expectativas personales y variables externas, como el dinero, la logística de irse o los documentos necesarios para viajar, se vuelven obstáculos que, cual buena historia de terror psicológico, parecen imposibles de superar.

Aunque no abiertamente política, la película tiene como contexto la situación actual entre el Cáucaso norte y Rusia – la cual se vuelve más delicada y escandalosa en el contexto sociopolítico de hoy. El ataque terrorista de 2004 en Beslan representa un pasado doloroso para Ada, pues a pesar de sobrevivir, sus órganos reproductivos fueron dañados. Ahora, una operación después y un trauma latente, necesita de más atención médica que solamente puede ser otorgada fuera de su ciudad. Esta urgencia de bienestar, la cual es constantemente cuestionada por el padre, ofrece una capa adicional que no solo habla de la negligencia y abuso emocional a la que la joven está expuesta, sino a las heridas emocionales y sociales de toda una nación que mantiene una relación conflictuada con el estado ruso y heridas abiertas que son constantemente desatendidas.
La cineasta rusa Kira Kovalenko tiene un debut mordaz detrás de cámaras. Al presentar la historia de esta joven, callada, con ojos inquietos, postrada a una vida que sabe que no quiere, representa la inquietud frenética de alguien buscando libertad, así como la asfixiante presión de un sistema patriarcal que no cuestiona el statu quo, sino que más bien lo acoge como inamovible. En sus pequeñas dimensiones de movimiento, Ada busca una salida. La protagonista está consciente de sus alternativas, desesperada en sus métodos, pero decidida en su postura (incluso si desfallece en ocasiones). El hecho de que sus decisiones la alienen irremediablemente de los hombres de su vida es una señal de que está haciendo lo correcto, si acaso radical, para ella.
Milana Aguzarova, en su debut delante de cámaras, utiliza su presencia física y sus ojos expresivos para guiar a su personaje en su desesperanza desesperada. Ada no dice mucho, pero son sus acciones decididas y sus miradas, ya sea sigilosas o decisivas, las que dejan entrever la revolución que sucede en la mente y el alma de la joven.
El final, contradictorio, pero redentor, abandona momentáneamente la lógica y el razonamiento frío de la realidad para darle a Ada una sensación de liberación. En estos preciados minutos, en el que la pequeña vida de la joven se contrapone a las costumbres tradicionales del lugar, el pasado y el futuro no importan, pues el presente es la única promesa.
Originaria de la Ciudad de México, Alessandra considera al cine como su gran amor. Fanática empedernida de Paul Newman y La Momia (1999), y dueña de una facilidad envidiable para aprenderse diálogos innecesarios para la vida real, en 2017 fundó Palomita de maíz. Aquí escribe constantemente sobre cine y televisión. También pueden encontrar sus palabras en sitios como InSession Film, Filmotomy, Cherry Picks y Screen Queens.