Ts’onot (Cenote): invitación sensorial a la memoria
Dirección: Kaori Oda.
Guion: Kaori Oda.
Países: México, Japón.
Palomómetro:
Más información de la película: https://www.imdb.com/title/tt13555740/

Una cultura muerta deja ruinas, restos y demás artefactos enterrados por el viento y la tierra de los cuales podemos, a través de la intuición, dilucidar sus creencias y hábitos. Una cultura viva, en cambio, produce historias, intercambios orales que moldean aspectos de la realidad humana y ecológica. Los cenotes no solo contienen el agua que corre por el complejo sistema de acuíferos subterráneos de la península de Yucatán, también comprenden el imaginario que, a lo largo de mil años, los habitantes de la región han articulado en torno a ellos. Ts’onot (Cenote) es un ensayo cinematográfico que aborda esta relación e ilustra con elocuencia a una cultura viva.
A través de las imágenes grabadas desde un punto de vista subjetivo y sonorizadas por las voces que declaman en maya y en español, el filme se configura como una experiencia sensorial. Los planos subacuáticos y subterráneos dominan gran parte de su duración, minutos en los que la entrega a las imágenes es total. Pequeñas partículas suspendidas brillan en el agua frente a la cámara y, por un momento, se nos olvida que estamos viajando acompasadamente por el fondo de un cenote. Más bien parece que se muestra un tipo de viaje por el vacío del cosmos.
El texto introductorio informa que el Popol Vuh (texto mitológico maya) describía a los cenotes como los lugares por los que se descendía al Xibalba, el mundo maya de los muertos. La penumbra, la roca torcida en formas inhóspitas y la profundidad inexplorada de estos lugares sagrados son capturados por la cámara de la directora Kaori Oda, como confirmando esta aseveración antigua. En verdad hay algo siniestro bajo tierra, o al menos, parece así por momentos. En otros, la belleza austera de un ecosistema precario, aún misterioso en pleno siglo XXI, nos toma por sorpresa. Puede ser que sean lugares concebidos por su cercanía a la muerte, pero están plenos de vida, no solo por la fauna que albergan, también por el significado cultural que tienen.
La penumbra bajo tierra es acompañada con narraciones diversas: algunas anécdotas dan cuenta del caracter especial que los cenotes guardan en la cultura peninsular; otros textos en maya imaginan los diálogos de los espíritus allí atrapados, hace mucho sacrificados, y diálogos de una obra teatral en maya. La yuxtaposición de ambos elementos tiene resultados interesantes. Por un lado es un ejercicio didáctico en el que aprendemos sobre las creencias populares y comprobamos que, a pesar de que el esplendor maya parezca lejano, algunas de sus formas de concebir el mundo natural perviven. Por el otro, es una experiencia que raya en la abstracción hipnótica, con sus planos de larga duración que al principio no entendemos, pero por la fuerza de mantener el plano toman una fuerza pictórica de fascinante e indefinida belleza.
La directora japonesa Kaori Oda ha dicho que Cenote es una película sobre la memoria colectiva y lo plasma en la pantalla. Su curiosidad etnográfica la lleva de pueblo en pueblo y de cenote en cenote para documentar una cultura viva. La fiesta taurina, los festejos al aire libre, los rostros cansados colocan sus preocupaciones documentales más allá de las corrientes de agua del subsuelo.
El documental pone de manifiesto una mirada que tiende hacia lo experimental, ofreciendo un examen parcial, en primeros planos de sus sujetos. Largas escenas submarinas, que bien pueden enfocarse en los peces que viven en los cenotes como en el agua de lluvia que cae en forma de cascada en su interior, revelan una sensibilidad artística que se ocupa en buscar y capturar no solo imágenes, sino sensaciones.
No sorprende que una directora extranjera demuestre su curiosidad hacia la riqueza de la cultura mexicana, pero sí es una sorpresa que lo haga de forma empática e intuitiva. Es claro el objetivo de Kaori: encontrar las maneras en las que una cultura se relaciona con su entorno y a partir de allí indagar en las formas en las que estas creencias se manifiestan en un diálogo inverosímil entre las personas y lo inerte, entre los vivos y los muertos. Al hacerlo, construye un mundo dentro del plano en el que ocupamos los espacios que más le interesa dilucidar y lo construye a través de las sensaciones, tanto de diversiones distantes, como del solemne silencio de la profundidad, definido por la textura de las imágenes de súper 8mm, el cual comunica la sensación de estar bajo el agua al igual que caracteriza los rostros y lugares en tierra como recuerdos cálidos.
Cenote es un documental que estimula la imaginación de sus espectadores a través de imágenes experimentales que indagan sobre la memoria colectiva de aquellos lugares de misterio perdurable.

J. Alejandro Becerra es un cinéfilo de opiniones controvertidas. Fundamentalista de Scorsese, se decanta por el cine hollywoodense, pero se empeña por descubrir películas de alrededor del mundo. Aunque estudió Historia en la universidad, le encantaría dedicarse a escribir sobre cine de tiempo completo. No se pierde los Óscares aunque le diga a todos que los odia. Entre sus películas favoritas están Rebecca, Carol, Cléo de 5 à 7, Casino y The Tree of Life. No lo admitirá, pero llora cada vez que mira el final de Porco Rosso. Es un ferviente fanático de Jessica Chastain y Oscar Isaac, y cuenta los días para verlos ganar sus Óscares. Actualmente se dedica a discutir en Twitter con extraños y a aprender sobre marketing digital.