12 Mighty Orphans (Tribeca 2021): el epítome de las películas de superación sufre de una ejecución risible
Dirección: Ty Roberts.
Guion: Ty Roberts, Lane Garrison, Kevin Meyer.
Elenco: Luke Wilson, Vinessa Shaw, Martin Sheen, Robert Duvall, Wayne Knight, Jake Austin Walker, Lane Garrison, Levi Dylan, Jacob Lofland, Treat Williams, Scott Haze.
País: Estados Unidos.
Más información de la película: https://www.imdb.com/title/tt8482584/
Las películas de deportes con enfoque en los debiluchos o desamparados bien podrían tener su propia categoría en el cine, y ahora llega 12 Mighty Orphans con clichés excesivos y melodrama desbordante para exigir un lugar en esta larga lista. La película dirigida por Ty Roberts (This Side of the Dirt, The Iron Orchard) está basada en hechos reales, centrándose en ese periodo de la historia estadounidense que no ha sido tan explotado como otros: la década de los 30, entre la Gran Depresión y el inicio de la Segunda Guerra Mundial.
Precisamente esta historia cobra tanto interés y significado por su contexto. Tal y como lo explica el metraje de archivo inicial de la cinta, en estos años los estadounidenses pasaron por un momento de tragedia total marcada por la pobreza, hambruna e incertidumbre. La nación norteamericana necesitaba un impulso emocional que la sacara de su estupor y le diera optimismo de nuevo. Aquí entra en escena el equipo de futbol americano juvenil compuesto por 12 huérfanos – quienes hasta entonces eran vistos con desdén y burla – y el entrenador lo suficientemente determinado y hábil para hacerles brillar. Pareciera que 12 Mighty Orphans es el Santo Grial de las películas deportivas de los debiluchos que conquistan sus obstáculos.
Doc Hall (Martin Sheen), doctor del orfanatorio en donde se desarrolla la historia, se encarga de narrar la película como si estuviéramos ante un cuento de hadas. Rusty Russell (Luke Wilson) es un veterano de guerra y entrenador célebre que llega a un orfanatorio texano para emprender un nuevo proyecto: fundar un equipo de futbol americano.
Su llegada implica un cambio radical en el ánimo de los estudiantes y el ambiente tóxico del lugar. Antes, el administrador Frank Wynn (Wayne Knight) dominaba el instituto con actitud violenta, atormentando y aprovechándose de los jóvenes. Ahora, Russell y su esposa Juanita (Vinessa Shaw) educan a los chavos y restauran lentamente una esencia bondadosa. Poco a poco, Russell enseña a los alumnos las reglas e idiosincrasias del futbol americano y, aunque no están listos, los inscribe en la liga estatal para enfrentarse a equipos formales y más capaces.
Luke Wilson se suma a nombres como Jon Hamm (Million Dollar Arm), Ben Affleck (The Way Back), Denzel Washington (Remember the Titans) y Samuel L. Jackson (Coach Carter) que se ponen el uniforme de entrenador / consejero de vida. Su compás moral y emprendimiento desesperado son las mejores ofertas de la cinta. Frank terminaría implementando la figura de mariscal de campo como solución a la poca competencia que su equipo ofrecía. Precisamente las escenas del juego son las más emocionantes, ofreciendo un vistazo a la manera en que los demás equipos reaccionaron ante tal innovación.
Fuera de eso, es justo decir que la película sufre de una sobreexplotación de temas y tramas. Frank lidia con trastorno por estrés postraumático por su experiencia en la Primera Guerra Mundial y su propio pasado triste como huérfano. Cada uno de los jóvenes tiene sus propios conflictos, algunos lidiando con sentimientos de culpa, confusión y tristeza (es tan homogénea la presencia de cada uno de estos personajes, que es difícil distinguir a más de tres actores de todo el equipo). Doc lidia con traumas del pasado y un presente alcohólico. Además, está la presencia de Frank y Luther (Lane Garrison), el entrenador intimidante de un equipo rival. Todo esto se cubre por encimita, dejando todo en una superficialidad y mención breve.
Aunque la importancia de la historia se distingue, la ejecución de la película amenaza con traer abajo su mensaje de resiliencia y superación. Prácticamente cada tropo del género es presentado en algún momento de su duración, desde el profesor abusivo que atemoriza a los alumnos indefensos, hasta el desarrollo de un sentimiento de hermandad y amor que convierte al equipo de futbol en una familia. Aunque estos clichés precisamente son eso por su explotación y efectividad en las historias, hay algo aquí sobre su ejecución que es lamentable. A esto se le suman momentos incómodos de actuaciones – imposible olvidar a los extras que roban cámara con sus presencias exageradas y fuera de ritmo – un guion torpe que pretende meter sentimiento en cada una de las escenas del filme, y una fotografía polvosa y sucia que nos transporta involuntariamente a los campos terrosos de la historia.
Mención especial merecen las actuaciones del elenco extendido que amenazan con traer todo abajo. Wayne Knight y Lane Garrison, como los villanos de la historia, están desquiciados y presentan interpretaciones risibles y volátiles. Mientras que lo de Knight es una simple falta de cordura, pesa más le equivocada interpretación de Garrison, ofreciendo un entrenador homosexual exagerado en sus intenciones y con un solo tono de maldad. La presentación de un entrenador homosexual exitoso en la década de los 30 sin tal bufonería hubiera sido un gran acierto.
Es sencillo comprender la atracción de esta historia, pues tiene todos los ingredientes para ser meritoria de una adaptación cinematográfica. Justo al aprender más sobre cada uno de los jugadores y entrenadores del equipo se comprende la magnitud de su valor histórico. Por eso, es una lástima que estos jóvenes hayan obtenido esta adaptación, tan accidentada y melodramática que inspira risas involuntarias y desaires a sus esfuerzos de emoción barata.
12 Mighty Orphans resulta ser un penoso intento de tributo a jóvenes que fueron más allá de sus limitaciones para hacer historia en su proceso de mejora personal. Más bien entra en ese tipo de cine que, si lo ves con suficiente dosis de relajación y adaptabilidad, puede ser disfrutable.
Originaria de la Ciudad de México, Alessandra considera al cine como su gran amor. Fanática empedernida de Paul Newman y La Momia (1999), y dueña de una facilidad envidiable para aprenderse diálogos innecesarios para la vida real, en 2017 fundó Palomita de maíz. Aquí escribe constantemente sobre cine y televisión. También pueden encontrar sus palabras en sitios como InSession Film, Filmotomy, Cherry Picks y Screen Queens.