The Unknown Country: viaje lírico sobre comunidad, memorias e impermanencia
Dirección: Morrisa Maltz.
Guion: Morrisa Maltz.
Historia de: Lily Gladstone, Morrisa Maltz, Lainey Bearkiller Shangreaux y Vanara Taing.
Elenco: Lily Gladstone, Raymond Lee, Richard Ray Whitman, Lainey Bearkiller Shangreaux, Devin Shangreaux, Jasmine Bearkiller Shangreaux, Pam Richter, Dale Leander Toller, Florence R. Perrin, Scott Stamper, Teresa Boyd.
País: Estados Unidos.
Palomómetro:
Más información de la película: https://www.imdb.com/title/tt12783826/
Las películas de carretera son, por excelencia, relatos de corte existencialista. La carretera constantemente se ve como una metáfora de la vida misma y los personajes navegan a través de destinos inciertos en busca (o no) de un cierre o conciliación de sus conflictos. A través de la cotidianidad, la monotonía y lo pedestre llegamos a la esencia de los personajes. El elemento que detona el viaje no es trivial, sino parte integral de su psiquis. Lo que importa no es el destino sino el viaje, como históricamente las mejores representantes del género lo han demostrado.
Describir en pocas palabras The Unknown Country es complicado, pero diría que transmite la misma sensación de recostar la cabeza en la ventana de un auto viajando en carretera. Hay movimiento constante, ves de manera fugaz autos, personas y locaciones que se quedan atrás con pocas posibilidades de volver a verlos, te pierdes en tus pensamientos y es prácticamente imposible fijar la atención en algo porque todo pasa rápido.
La esencia melancólica de la impermanencia de la vida, de que la existencia se reduce en ruido y movimiento, de que la única garantía que tenemos es el cambio, es expresada con nitidez en el consagrado debut de ficción de Morrisa Maltz. Con seguridad admirable, The Unknown Country tiene inspiraciones claras (Kelly Reichardt, Chloé Zhao, Terrence Malick, James Benning y Chantal Akerman), pero posee una identidad inalienable. Maltz elabora una historia cautivante con temas emocionalmente resonantes.
Durante una fría noche en Minneapolis, Tana (Lily Gladstone) emprende un viaje en un viejo Cadillac. Se dirige a la boda de su prima en Dakota del Sur, pero gradualmente descubrimos que el detonante de su viaje es mucho más complejo que una reunión familiar. Su abuela falleció recientemente y Tana la cuidó hasta el final. Se ha distanciado de su familia y sus raíces nativo americanas. El reencuentro supone la apertura de un baúl de emociones y silencios.
The Unknown Country es una película que sigue la filosofía de “vivir un día a la vez”. Está despreocupada por revelar de manera metódica los detalles privados de Tana o describir con estructuras las fases del duelo; más bien apremia cada momento aparentemente vago o insustancial como parte del viaje personal de Tana, conciliándose con una humanidad que sentía lejana. La película da por hecho la muerte de la abuela y empieza con una Tana que se balance entre el desgano y la esperanza, dispuesta a redescubrir un “país desconocido”.
Entre páramos nevados de Dakota del Sur y llanuras secas de Texas, Maltz y su director de fotografía Andrew Hajek transmiten lirismo puro. La puesta en escena es acelerada, con luces neón de la carretera y paisajes grandilocuentes pasando rápidamente, e íntima, dado pie a la interesante fusión ficción-documental que la directora emplea.
En el viaje de Tana, diferentes personajes, interpretados por actores no profesionales que dan vida a una versión cuasi-ficticia de ellos mismos, se presentan en soliloquios simpáticos y conmovedores. Este recurso inevitablemente recuerda a la oscarizada Nomadland (Chloé Zhao, 2020). Una camarera en un restaurante de carretera, el dispensario de una gasolinera, una pareja dueña de un motel y una bailarina de 90 años son algunos de los personajes a los cuáles Maltz les permite contar con naturalidad su historia y propósitos de vida sin caer en la condescendencia.
Gladstone, capaz de comandar escenas con solo su rostro, recuerda ocasionalmente al espíritu intrépido y compasivo de Frances McDormand en Nomadland al interactuar con estos personajes de manera fluida y ecléctica, con la consciencia de que un breve intercambio de palabras transmite la bondad y empatía que se pierde en las conexiones humanas en el mercantilismo y las demandas laborales. La celebración de la vida de personas comunes y los soliloquios melancólicos sobre la propia existencia recuerdan a Faces Places (Agnès Varda, 2017) y News from Home (Chantal Akerman, 1976), respectivamente.
Tal y como dos de los maestros del cine independiente americano han demostrado, Kelly Reichardt y Terrence Malick, la vida en solitario no existe y necesitamos de la vinculación para existir, aunque dichos lazos saquen lo mejor y/o peor de nosotros. Maltz sigue esa filosofía. Plantea como indispensable que su protagonista se rodee de personas, unas más agradables que otras, en su camino por la mitigación del duelo y el reencuentro con sus orígenes.
Maltz es brillante al no simplificar la esencia de la vida a “buenos” y “malos” o “júbilo” y “tragedia”. Sabe que lo que importa al final del día, al igual que en las mejores películas de carretera, es todo lo que hay en medio, los matices, el viaje en sí mismo. The Unknown Country es una belleza lírica que compacta lo que significa vivir con dolor, la manera en que nuestros seres queridos viven a través de la memoria y las tradiciones, y la belleza de descubrir(nos) de formas inhóspitas.
Psicólogo desde 2018, cinéfilo de toda la vida. Se graduó en 2018 en Maracaibo, Venezuela. Tiene 24 años. Apasionado por el cine independiente y los documentales. Entre sus cineastas favoritos se encuentran Richard Linklater, Ken Loach, Kelly Reichardt, Michael Haneke y Céline Sciamma, los cuáles aprecia por su sinceridad y humanismo al entender a las personas con sus complejidades.
La película Boyhood (2014) le hizo darse cuenta de la capacidad de belleza que tiene el cine, aunque su fascinación por escribir y leer historias que le transporten a otros lugares viene desde su infancia. Le gustaría conocer cine de todas partes del mundo y especializarse en psicología clínica infantil, y quizá, algún día, escribir un guion inspirándose en sus ídolos del séptimo arte.