The United States vs. Billie Holiday: Andra Day brilla en otra defectuosa, pero estimulante película de Lee Daniels
Disponible en: Hulu.
Dirección: Lee Daniels.
Guion: Suzan-Lori Parks.
País: Estados Unidos.
Elenco: Andra Day, Trevante Rhodes, Garrett Hedlund, Natasha Lyonne, Da’Vine Joy Randolph, Rob Morgan, Miss Lawrence, Evan Ross.
Más información de la película: https://www.imdb.com/title/tt8521718/
En una temporada en la que han abundado películas sobre figuras importantes en la historia de la comunidad afroamericana de Estados Unidos (Ma Rainey’s Black Bottom, One Night in Miami y Judas and the Black Messiah, entre otras), Hulu estrena The United States vs. Billie Holiday, una cinta que presenta la historia de la legendaria cantante de jazz con un nuevo enfoque: la persecución que sufrió por parte del gobierno estadounidense por interpretar a través de todo el país el himno antirracista “Strange Fruit”.
Lee Daniels, director de Precious (2009) y The Butler (2013), presenta este drama biográfico que le ha valido a su protagonista, la cantante/actriz Andra Day, nominación al Globo de oro de Mejor actriz drama. No obstante, cuando un cineasta tan divisivo como Daniels regresa luego de varios años de ausencia (se mantuvo activo en la televisión con las series Empire y Star), es inevitable preguntarse si ha sido capaz de hacer algo diferente (y, ¿mejor?) de sus trabajos anteriores.
La película arranca con una entrevista entre el periodista Reginald Lord Devine (Leslie Jordan) y Holiday. A partir de ésta surgen flashbacks que muestran diferentes situaciones y episodios en la vida y carrera de la cantante, incluyendo sus relaciones amorosas tormentosas y sus problemas con la justicia a causa de las drogas.
Es precisamente en los problemas de drogadicción de la cantante en donde radica el conflicto central de la trama: el gobierno, específicamente la Oficina Federal de Narcóticos, dirigida por Harry Anslinger Jr. (Garrett Hedlund), no estaba realmente interesado en atender el problema de las drogas, sino en castigar a la población Negra y recordarles su lugar en la sociedad. Para ello necesitaban hacer de Billie Holiday, quien para entonces era una de las grandes sensaciones musicales y denunciaba la violencia racista con el tema “Strange Fruit”, un ejemplo de decadencia moral. Anslinger pone en marcha una operación encabezada por el agente Negro Jimmy Fletcher (Trevante Rhodes) para encerrar a Holiday en la cárcel con cargos de posesión de drogas.
Basada en el libro Chasing the Scream: The First and Last Days of the War on Drugs escrito por Johann Hari, quien funge como productor, la película también muestra el romance entre Holiday y Fletcher, quien eventualmente se plantea cuestionamientos éticos sobre su trabajo, aunque sus motivaciones para hacerse pasar por admirador y amigo de Billie nunca quedan claras. ¿Lo hizo porque tenía una oportunidad única de movilidad social (presume de ser uno de los primeros agentes federales de color) o porque creía genuinamente en que las drogas debían ser combatidas? Su cambio de actitud hacia ella es mucho menos convincente.
Esta historia romántica es uno de los elementos menos funcionales de la historia debido principalmente a la carencia de profundidad en el personaje de Fletcher. Tampoco ayuda el hecho de que Rhodes no posee el poderío dramático necesario para salir adelante a pesar de los problemas del guion.
Aun así, Fletcher no es el único personaje escrito pobremente. Anslinger es presentado como un villano ordinario y cada escena de Hedlund carece de vida. No pasa igual en el libro de Hari, quien explora los temores que se esconden tras el odio de Anslinger y su política antinarcóticos.
La película también falla en explorar el romance entre Holiday y la controversial actriz Tallulah Bankhead (Natasha Lyonne). En el par de ocasiones que se plantea el asunto, es sustituido inmediatamente por algo más y no pasa de una simple mención. Esto resulta en una oportunidad desperdiciada para revelar una cadena de romances lésbicos que se trasladó desde el mundo del teatro de Nueva York, a través de las alturas de la sociedad elegante, para integrarse en la estructura de poder del negocio del cine y la música.
También son evidentes los problemas de montaje, y la fotografía a cargo de Andrew Dunn hace lucir a la cinta como una película de televisión de los años 80 o 90.
En el estilo habitual de Daniels, hay ciertos momentos melodramáticamente exagerados y descaradamente efectistas, así como escenas torpes y grotescas. Pero ¿acaso no son estos los aspectos más estimulantes de su cine? Le doy crédito por los riesgos que se toma y los toques “queer” que distinguen a su cinta de otras películas biográficas de cantantes recientes, si bien creo que esta guarda similitudes interesantes con La Vie en Rose (2007). Destaco especialmente una secuencia con el tema de fondo “The Devil & I Got up to Dance a Slow Dance”, en la que vemos a Billie de niña en un burdel buscando a su madre.
A pesar de que la narración en general es atropellada y desenfocada, la película funciona en el impacto emocional de su historia, surtiendo efecto gracias al compromiso tras cámaras (se siente la pasión por el tema) y la actuación dedicada de Andra Day. En su primer rol en una película, la intérprete de “Rise Up” se entrega en cuerpo y alma al personaje en un trabajo complejo, pues no solo hizo todos los números musicales, sino que también consiguió expresar la tan compleja personalidad de Billie en la transformación de su voz hablada. Se trata de una actuación apasionada, vibrante, feroz y desgarradoramente hermosa que casi se siente como un milagro. Su interpretación de “Strange Fruit” en un traje blanco de la línea Prada es impresionante. Créditos a la dirección de arte, vestuario y maquillaje.
The United States vs. Billie Holiday no marca un punto interesante en la carrera de Daniels, ni cambia radicalmente la manera en que se hacen películas biográficas, pero es el tipo de filme que se puede disfrutar a pesar de sus varios defectos. La película podría considerarse un desastre, pero ¿qué clase de desastre? Cada espectador llegará a su propia conclusión.

Kenny Díaz nació un 28 de enero de 1996 en Carolina, Puerto Rico, en donde vive. Creció viendo telenovelas con su mamá y amando el pop romántico contemporáneo. Su amor por el cine vendría más tarde junto con el seguimiento a las premiaciones como los Globos de Oro y los Premios Óscar. Ama el cine de Terrence Davies y las historias centradas en personajes femeninos fuertes y complejos. Obtuvo su bachillerato en Historia de América en 2019 de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras. Actualmente cursa una Maestría en Estudios Culturales en la Universidad Ana G. Méndez, Recinto de Gurabo. Entre sus intereses de investigación están los movimientos sociales y prácticas de resistencia, la construcción de culturas de paz y el problema de la violencia en América Latina desde la producción cultural, con énfasis en el cine y la literatura. Aspira a ser guionista de cine en unos años, así como docente e investigador.