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The Killer: neo-noir à la Fincher

Escrito el 20 noviembre, 2023 @StarcoVision

Disponible en:

Dirección: David Fincher.

Guion: Andrew Kevin Walker, basado en el cómic homónimo de Alexis “Matz” Nolent y Luc Jacamon.

Elenco: Michael Fassbender, Tilda Swinton, Charles Parnell, Arliss Howard, Kerry O’Malley y Sophie Charlotte.

País: Estados Unidos.

Palomómetro:

Más información de la película: https://www.imdb.com/title/tt1136617/

“Nada me quiere y nada me querrá. Ni siquiera y –sobre todo– yo mismo. Sé lo que soy, y no es algo que se pueda amar. Estoy solo en el mundo, totalmente solo, a excepción de esa cosa que vive dentro de mí y que no sale a jugar con demasiada frecuencia.”

Darkly Dreaming Dexter (Jeff Lindsay, 2004).

The Killer. Dir. David Fincher. Netflix. 2023.

Birdman (2014) de Alejandro González Iñárritu empieza con una escena peculiar donde Riggan Thomson (Michael Keaton) en calzones, sentado en posición de “flor de loto”, parece levitar en un cuarto cuasi vacío, mientras que su voz en off se pregunta cómo ha terminado allí. Ese comienzo vaticina la clase de personaje que tenemos enfrente, un hombre solitario, mentalmente turbulento y, a su modo, inteligente. The Killer de David Fincher comienza de manera similar, con el mismo prototipo de personaje, con un aire tan intimidante como siniestro, que se comunica por medio de una voz en off y que se encuentra solo.

A diferencia del Riggan autodestructivo, Fincher se centra en una figura que parece carecer de todo tipo de empatía (incluso, esa es la frase que más se repite a sí mismo), con una fría y envidiable manera de acabar con otros. Este personaje sin nombre es un asesino a sueldo. Él (Michael Fassbender) es protagonista y objeto de una historia contada con la misma frialdad de filmes neo-noir como Le Samouraï  (Jean-Pierre Melville, 1967), pero con un aura misteriosa, la cual está presente en varios filmes del mismísimo Fincher (The Girl with the Dragon Tattoo y The Game por citar algunos ejemplos notables).

Todo asesino, por más despiadado que sea, es, al final del día, humano. Fincher usualmente presenta personajes que tienen algo de atormentados, un trasfondo de su mente que los obliga a actuar de la manera que lo hacen. Este asesino va un paso más allá y nos pone en sus propios ojos a vivir su día a día donde la única compañía que tiene es su voz en off que dirige sus movimientos. Este recurso, que poco tiene de original, adquiere especial relevancia, casi como un personaje paralelo que desconecta al asesino de la realidad para darle más carácter a sus propósitos. Él hace lo que hace porque eso es lo que corresponde con sí mismo. Es su todo en esta vida.

La dirección del filme es igual de meticulosa que su protagonista. Fincher es maestro de su propio arte, sereno en sus planos, a los cuales dota de infinidad de detalles sobre los que los ojos del espectador se posan con total admiración. En la historia de un asesino, hasta la manera en que abre el grifo del agua tiene significado, y justo este director le da a un actor igual de maniático como Michael Fassbender la total libertad para jugar con ello. Así como en la serie Dexter se pasaban escenas completas con el sociópata manipulando una caja de muestras de sangre, The Killer ahonda en cuestiones banales que en una persona común son meras cotidianeidades. El asesino, en contraposición a Dexter Morgan, no es ningún trastornado mental, sino una persona demasiado lúcida.

Fassbender se estrena en el mundo Fincheriano con un personaje en la línea de lo que nos tiene acostumbrados. Frío e inexpresivo, su asesino es un ser amoral con un talón de Aquiles: una novia convaleciente debido a un ataque. Pese a que este hecho desencadena lo que sucede en la película, parece ser una cuestión incompleta, sin desarrollo. Quizás en su versión original, el cómic homónimo, funciona mejor, pero aquí queda como un juego inconcluso de empatía que no queda del todo claro.

Fassbender trabaja casi que en un monólogo constante. El de él consigo mismo, el de él con su yo interno y el del solitario sicario que deambula por Francia, República Dominicana y Estados Unidos. Incluso las escenas que comparte con otros simplemente sirven para mantener viva su soledad interna. Solo se lo permite salir de su one man show cuando aparece The Expert (Tilda Swinton), una asesina con quién The Killer tiene cuentas pendientes, un poco por el significado de enfrentarse con la pseudo mentora devenida en enemiga y otro tanto por el hecho de tener a Tilda Swinton en escena, pues desaprovecharla sería una infamia.

En The Killer, Fincher se une a unos cuantos viejos conocidos para hacer un proyecto que, en términos técnicos, es de brillantez absoluta. El cineasta sale al reencuentro con el guionista de Seven (1995), Andrew Kevin Walker, así como con los compositores Trent Reznor y Atticus Ross, y con Erik Messerschmidt, el director de fotografía de Mank (2020), también conocido como el único salvado del naufragio de ese filme. En términos futbolísticos, sería como salir al terreno de juego con Lionel Messi y un par de escuderos que son estrellas en sus posiciones. Fincher lo sabe mejor que nadie y se vale de ello para hacer que cada integrante de su equipo tenga su momento de gloria.

Quizás lo que le sobra a The Killer es un exceso de ambición en beneficio de un guion que, pese al esfuerzo de Walker, no termina de ser del todo cautivador. La demasía de belleza, ante nosotros los humanos, imperfectos por naturaleza, agota. Ese es el pecado de la cinta, el hacer mucho de todo y pretender sostener ello durante dos horas.

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