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The Fabelmans (TIFF 2022): habla, memoria

Escrito el 13 septiembre, 2022 @bmo985

Sección: Special Presentations.

Dirección: Steven Spielberg.

Guion: Steven Spielberg y Tony Kushner.

Elenco: Michelle Williams, Paul Dano, Seth Rogen, Gabriel LaBelle, Jeannie Berlin, Julia Butters, Robin Bartlett, Keeley Karsten, Judd Hirsch, Mateo Zoryon Francis-DeFord.

País: Estados Unidos.

Palomómetro:

Más información de la película: https://tiff.net/events/the-fabelmans

The Fabelmans. Dir. Steven Spielberg. Universal Pictures. 2022.

Paolo Sorrentino con Fue la mano de Dios (2021), Kenneth Branagh con Belfast (2021), Alfonso Cuarón con Roma (2018) y ahora Steven Spielberg son algunos de los connotados directores que, en años recientes, han recurrido a sus recuerdos de niñez y de juventud en relatos autobiográficos que tratan de hacer sentido de su vocación cinematográfica, o al menos, de los momentos formativos de su vida.

Spielberg, uno de los últimos directores cuyos filmes tienen la capacidad de estimular la imaginación, provocar lágrimas y recaudar millones de dólares en las taquillas del mundo, toma prestadas sus memorias juveniles para crear The Fabelmans, un jocoso retrato nostálgico de dos momentos clave en su vida: cuando se enamoró del cine y la desintegración del núcleo familiar.

El niño Sammy Fabelman (Mateo Zoryon Francis-DeFord) se obsesiona con una escena de The Greatest Show on Earth (Cecil B. DeMille, 1952) en la que dos trenes colisionan de frente y pasa toda la noche con las imágenes repitiéndose una y otra vez en su mente. Esto provoca el caos en el hogar Fabelman, pues al pequeño Sammy no le es suficiente con que le regalen un ferrocarril de juguete, necesita provocar un choque similar al que vio en pantalla. Su madre (una estupenda Michelle Williams) tiene la idea de grabar el juguete con la cámara familiar para que su hijo pueda ver el pietaje una y otra vez. Es entonces que la fijación con la violencia del encontronazo es sustituida por la manía de hacer películas caseras similares a las que dominaban las pantallas de entonces.

Años después, un adolescente Sammy (Gabriel LaBelle), aún empeñado por capturar el mundo a través de su cámara y bien acostumbrado a editar, fotografiar y dirigir a sus amigos y familiares en sus películas amateur, mira impotente mientras sus padres comienzan su separación, cada uno jalándolo hacia polos opuestos. Mitzi, su madre, parece salida de una comedia de la época dorada de Hollywood, tanto por su peculiar peinado como por su jovial personalidad. Es una mujer de caprichos artísticos, una pianista que hubiera sido concertista si no hubiera sido por los cuatro hijos que tuvo con Burt Fabelman (Paul Dano). Este es un hombre de matemática precisión, un ingeniero que lleva consigo a su familia de Nueva Jersey a Arizona cuando le ofrecen un mejor trabajo y quien nunca permite que no sea la lógica la que guíe sus decisiones. A pesar de ello, es incapaz de negarle cualquier cosa a su esposa y siempre es el más atento apreciador de sus talentos musicales.

Ella fomenta la creatividad de su hijo sin chistar, él la apoya, pero siempre trata de orientarlo hacia un oficio de verdad. Ambos se dirigen a una colisión, tal vez no tan espectacular como la que el pequeño Sammy vio en el cine, pero no por ello menos impactante.

Sin embargo, The Fabelmans no descansa exclusivamente en la situación dramática familiar. En cambio, se trata de la obra más cómica de su director. Una vez que comienzan las risas, no hay forma de detenerlas.

La convivencia de la familia extendida, la cual incluye al tío Benny (Seth Rogen), a la madre de Burt (Jeannie Berlin) y a la de Mitzi (Robin Bartlett) está marcada por la caótica diversión de los gritos, los reclamos y las conversaciones de una familia numerosa. Además, toda la cinta está marcada por el humor judío similar al de Larry David (Seinfeld, Curb Your Enthusiasm), como cuando Sammy responde “bueno, nos las hemos arreglado por cuatro mil años”, ante la sorpresa de una de sus compañeras al descubrir que no cree en Jesús, secuencia que está seguida por una de las escenas más escandalosamente hilarantes entre Sammy y esta.

La risa contagiosa del personaje de Williams puede sentirse en todo el largometraje; asimismo, la breve aparición de Judd Hirsch como el tío Boris deja una honda impresión en el protagonista y en la audiencia, tanto porque lo convence de su vocación como por dejarle ver que no será un camino fácil.

The Fabelmans es una comedia porque la juventud de Spielberg, ubicada justo en los años dorados de la posguerra estadounidense, fue harto privilegiada y, como tal, los únicos obstáculos que se vio obligado a superar fueron los de enfrentarse a la vida fuera de la protección del seno familiar y la desintegración de este. Seguimos a Sammy cuando aprende a lidiar con los problemas personales en la escuela, pero más que nada entendemos cómo comprende a mirar a través de la cámara. “Tú me ves de verdad, Sammy”, le dice su madre, mientras que uno de sus compañeros escolares le reclama que la imagen que capturó de él es una que no puede igualar.

La película presenta al cine como un ojo que permite entrever aquello que está oculto, y que engaña y construye aquello que no existe o que es distinto a como lo vemos. The Fabelmans es algo más que una cariñosa inquisición de la niñez propia, pues ayuda a adentrarse en la concepción spielbergiana del cine como una herramienta para la verdad, un emprendimiento concebido desde el placer de crear y un medio con una capacidad inigualable para el entretenimiento.

La última escena confirma la salvaje diversión, sellando The Fabelmans como la película más personal, pero también la más amena y graciosa de Steven Spielberg.

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