Scrapper: sombras y luces de la niñez
Dirección: Charlotte Regan.
Guion: Charlotte Regan.
Elenco: Lola Campbell, Harris Dickinson, Alin Uzun, Laura Aikman, Ambreen Razia, Asheq Akhtar, Olivia Brady, Sam Buchanan.
País: Reino Unido.
Palomómetro:
Más información de la película: https://www.imdb.com/title/tt8649252/

Scrapper inicia con el proverbio “Se necesita una colonia para criar a un niño”, el cual transmite el valor y la importancia de la comunidad para proteger la vulnerabilidad de los infantes, sean o no nuestros hijos. Inmediatamente, una línea tacha la frase y en su lugar aparece “Puedo criarme por mi cuenta, gracias”. Este simpático y sutil inicio describe con pertinencia lo que veremos en el debut de Charlotte Regan, Scrapper.
La película es una fábula con sentido del humor que se hace cada vez más oscura sobre el falso nihilismo de las infancias que “no necesitan a los adultos”. Ganadora del Gran Premio del Jurado en la sección World Cinema Dramatic Competition del Festival de Sundance de este año, Scrapper introduce a Charlotte Regan como una cineasta capaz de hacer que sentimientos ambiguos coexistan en el universo cinematográfico de su historia, balanceándose con pericia entre el humor y el drama.
Uno puede pensar en The Florida Project (Sean Baker, 2017) al ver los colores pastel, la composición armónica de sus escenas y el foco austero en infancias solitarias por la precariedad de sus ambientes, pero Scrapper existe en su propio microcosmos de imaginación cinéfila, transportando a los momentos más frágiles de nuestra propia infancia y presentando la niñez como un periodo de luces y sombras que constantemente amenazan con disipar la una a la otra.
Georgie (Lola Campbell) es una niña de 12 años viviendo sola en los suburbios londinenses. Las escenas iniciales muestran su independencia desde la muerte de su madre un par de meses atrás. Georgie sobrevive con el dinero que obtiene de vender bicicletas robadas junto a su amigo Ali (Alin Uzun) y pidiendo a adultos aleatorios que le ayuden a mentir a los servicios sociales por teléfono. Aparentemente es una niña que, a pesar de experimentar una tragedia inimaginable, es madura y resiliente. No obstante, la realidad es que muestra una faceta arquetípica de “niña ruda”, mientras que los recordatorios de su madre, dispersos por la casa y en su teléfono, lentamente la quiebran a nivel emocional.
Jason (Harris Dickinson), el padre de Georgie, llega desde Ibiza para vivir con ella. Para Georgie no es más que un extraño de cabello pintado, que nunca estuvo presente en su vida y que llega demasiado tarde, pues se puede valer por sí misma sin supervisión adulta. El encuentro padre-hija es el centro de Scrapper; sin embargo, Regan no se limita a sí misma ni a sus personajes a las convenciones dramáticas.
La película es visualmente esbelta, pero se aleja narrativamente de las florituras y situaciones empalagosas que pudieron haberla hecho predecible. En su lugar, es fina y reconfortante, con espacio para lo devastador y la amargura de ser niño en un mundo de adultos. Al igual que joyas recientes como The Quiet Girl (Colm Bairéad, 2022), Verano 1993 (Carla Simón, 2017) y la mencionada The Florida Project, el filme comprende a los niños como observadores activos de las crisis cotidianas, gestionando y adaptando lo mejor que pueden sus cuestionamientos internos al exterior.
Regan hace de la vivencia infantil algo multidimensional, sin encasillarse en clichés o banalidades, y comprendiendo que la personalidad de los niños puede ser tan o más compleja que la de los adultos. Seguimos a Georgie no solo en un viaje de duelo, sino en uno de adaptación y aceptación de tener un nuevo adulto en su vida después de autoconvencerse de que nunca necesitaría de uno.
Scrapper es una fábula sobre el falso nihilismo que profesa la “independencia” de algunos infantes. Asimismo, plantea cómo los adultos, aun con sus torpezas e imperfecciones, son indispensables para ayudar a maniobrar a los niños entre las luces y sombras de la angustiante etapa de vida que afrontan.
Harris Dickinson resulta fascinante en el rol de un padre inmaduro, que huyó de sus responsabilidades, intentando compensar el tiempo perdido y confrontar sus propios miedos y sensaciones de incompetencia sobre la paternidad. Lola Campbell deslumbra con una seguridad absorbente que interpreta los matices de Georgie de manera cruda y empática. Su personaje es símbolo universal de los miedos y anhelos infantiles y la literalidad con la que se toman los conceptos abstractos de la muerte.
La fotografía de Molly Manning Walker es un deleite de composiciones armoniosas, destacando jocosas viñetas en la que personajes de los alrededores, a modo de entrevista, ofrecen comentarios casi siempre negativos sobre Georgie. Al final, Scrapper transporta a los frágiles tiempos de infancia en los que todo parece posible e imposible al mismo tiempo, en los que la imaginación no tiene límites, pero a veces sentimos nuestros sueños apresados en los confines de nuestro hogar. Es un conmovedor y cómico recordatorio de todo lo hermoso y terrorífico que se encuentra en el “dejarse amar” por otros y en los agridulces pasajes de ser niño y adulto, hijo y padre.

Psicólogo desde 2018, cinéfilo de toda la vida. Se graduó en 2018 en Maracaibo, Venezuela. Tiene 24 años. Apasionado por el cine independiente y los documentales. Entre sus cineastas favoritos se encuentran Richard Linklater, Ken Loach, Kelly Reichardt, Michael Haneke y Céline Sciamma, los cuáles aprecia por su sinceridad y humanismo al entender a las personas con sus complejidades.
La película Boyhood (2014) le hizo darse cuenta de la capacidad de belleza que tiene el cine, aunque su fascinación por escribir y leer historias que le transporten a otros lugares viene desde su infancia. Le gustaría conocer cine de todas partes del mundo y especializarse en psicología clínica infantil, y quizá, algún día, escribir un guion inspirándose en sus ídolos del séptimo arte.