Project Wolf Hunting (Fancine 2022): el desafío de trivializar la sangre
Sección: Horror Zone.
Dirección: Kim Hong-sun.
Guion: Kim Hong-sun.
Elenco: Seo In-guk, Sung Dong-il, Choi Gwi-hwa, Dong-Yoon Jang, Jeong-hwan Park, Moon-Sung Jung, Jung So-min, Jang Young-Nam.
País: Corea del Sur.
Palomómetro:
Más información de la película: https://fancine.eu/project-wolf-hunting/

Desde Corea del Sur llegó al Festival de Cine Fantástico de Málaga la propuesta de acción hiperviolenta Project Wolf Hunting, del director Kim Hong-sun. Me hubiera encantado amarla, pues en papel era una película perfecta de medianoche (¿quizá influyó que la vi a las 4:30 de la tarde?) para ver con amigos y con la que celebrar cada explosión de sangre y sesos, pues las hay en exceso. Ahora bien, parece que se propone a sí misma el desafío de hacer que la sangre se convierta en algo anodino, lo cual acaba por conseguir a golpe de repetición.
El punto de partida es claro y conciso: el gobierno de Corea pretende extraditar desde Filipinas a un grupo de presos de la peor calaña en un carguero custodiado por la policía. Tan pronto como el barco se convierte en una olla a presión y comienza el motín sorpresa, se cruza de por medio un proyecto militar secreto que pone a todos los pasajeros en jaque. ¿Qué podría salir mal?
En sus minutos iniciales, la cinta se presenta como un thriller de pulso firme que se toma su tiempo en sentar las bases, establecer el escenario y a los personajes, y generar un ambiente tenso. Esos momentos previos al motín, sumados a la posterior incapacidad de la policía desbordada por la situación, entablan cierta intranquilidad bien lograda.
Llegados a cierto punto, la mayoría del elenco cumple su función de ser carne de cañón, aunque cabe destacar al actor Seo In-guk como una de las presencias más carismáticas en el filme (tanto por su interpretación como por su amenazante caracterización), dando vida uno de los presos más sanguinarios que lidera a los demás, con reminiscencias a Michael Madsen en Reservoir Dogs (Quentin Tarantino, 1992) en su actitud y crueldad contra los policías. Jang Dong-yoon, cuya importancia es capital avanzada la trama, se limita a ofrecer una taciturna interpretación de un recluso misterioso. Park Ho-san interpreta a un detective veterano que intenta mantener a raya la revuelta ayudado por la eficaz agente a la que da vida la actriz Jung So-min. Sung Dong-il también tiene breves apariciones como el militar encargado de velar por las oscuras intenciones que conciernen a que el barco llegue satisfactoriamente a su destino.
Aunque a partir de la mitad del metraje del filme la acción y los asesinatos se convierten en una constante, es tarea difícil mantener el interés del espectador en alto, pues le pesan sus 122 minutos de duración. De ahí en adelante, y teniendo en cuenta que la cosa se torna en una especie de slasher con elementos de ciencia ficción, existen pocos momentos en los que la película pierde el miedo al ridículo por completo, pues tiende a mantenerse en un terreno de seriedad tonal, a la par que el body count y los litros de sangre utilizados se elevan a cifras demenciales, algo que parece casi contradictorio.
A medida que la trama se vuelve irremediablemente más disparatada, el director Kim Hong-sun se mantiene firme en su empeño de no perder la compostura, evitando que esto sea tan abiertamente divertido como quizás pedía serlo. Incluso durante el acto final, una vez que ya estamos empapados en sangre, se nos bombardea con una serie de flashbacks que pretenden ser sorprendentes, darle cierta cohesión a la historia o una consistencia al trasfondo de algunos de los personajes que nunca llegaron a ser interesantes.
En cuanto a su puesta en escena, aunque empapada por un conseguido ambiente de suciedad y verdosas luces fluorescentes, pronto se vuelve poco imaginativa; además, recorrer los pasillos del barco se hace pesado y poco agradecido. Su premisa claustrofóbica me hizo anhelar otras joyas chaladas de acción increíblemente bien filmadas, incluyendo The Raid (Gareth Evans, 2012), la también violenta The Night Comes for Us (Timo Tjahjanto, 2018), o la adrenalínica propuesta de horror zombi Train to Busan (Sang-ho Yeon, 2016), filmes en los que cada muerte se sentía espectacular e inspirada.

Graduado en Comunicación Audiovisual y Técnico en iluminación, captación y tratamiento de imagen. Me fascinan las historias y las imágenes, y mucho mejor si son en el cine. Intento de guionista frustrado, me gusta lanzar ideas y escribir palabras. Si una peli tiene neones y sintetizadores posiblemente ya de entrada me caiga bien. Vivo obsesionado con los mundos de David Lynch, los Coen y Wes Anderson, y siempre que tengo oportunidad recomiendo Magical Girl de Carlos Vermut.