Pasajero inesperado: un mesurado, pero tenso thriller espacial
Disponible en: Netflix.
Dirección: Joe Penna.
Guion: Joe Penna y Ryan Morrison.
Países: Alemania y Estados Unidos.
Elenco: Anna Kendrick, Daniel Dae Kim, Shamier Anderson y Toni Collette.
Más información de la película: https://www.imdb.com/title/tt9203694
A Hollywood le gusta presentar el viaje en el espacio como una experiencia híper tecnológica en donde la mayor amenaza son otros humanos. Véase, por ejemplo, el bodrio de Passengers (Morten Tyldum, 2016), que ni siquiera sirvió como star vehicle para Jennifer Lawrence y Chris Pratt, sino como una excusa para desplegar fantasías sobre la tecnología impoluta y el diseño. Pasajero inesperado no coloca su atención sobre este tipo de detalles, sino en las conexiones humanas en la experiencia límite en el espacio sideral.
Una misión despega de la Tierra con tres astronautas a bordo: la doctora Zoe (Anna Kendrick), el científico David (Daniel Dae Kim, siempre un gusto verlo) y la comandante Barnett (Toni Collette). Se dirigen a Marte, donde los humanos han establecido una colonia. Lo que no saben es que, escondido en los paneles interiores de la nave, hay un pasajero que, como habrán supuesto, nadie esperaba: el ingeniero Michael (Shamier Anderson). La dificultad y temporalidad del viaje en el espacio pronto obligan a los protagonistas a reconocer que la nave no puede mantener con vida a todos los pasajeros.
Uno de los mejores aspectos de Pasajero inesperado es que su director, el brasileño Joe Penna, se compromete de lleno con el punto de vista subjetivo. Es decir, no hay otros personajes en pantalla más que los cuatro mencionados. No escuchamos la voz en off de los operadores que supervisan el despegue y la misión desde la Tierra. Esa decisión inteligente tiene la consecuencia de que la audiencia se convierte en un tripulante más del vehículo espacial.
Asimismo, Penna limita la información que se comunica a la audiencia. Solo sabemos lo necesario, tanto de la misión, como de cada personaje y situación. Esto se agradece en una época en que cada recoveco del argumento es hecho explícito mediante la verborrea en pantalla –una manía explicatoria que últimamente se ha extendido a las historias de origen de cualquier personaje, aun aquellos cuyos inicios son irrelevantes–. Pasajero inesperado recuerda que dirigir una cinta también implica saber cuándo hay que callar y cortar.
El dilema moral y emocional que alimenta este filme gira en torno a la pregunta de quién merece vivir. Lo extraordinario es la manera en que Penna logra contar esta historia sin una pizca de melodrama. En cualquier otra cinta hollywoodense que presentara esta situación, las lágrimas fáciles se asomarían a la menor provocación. Aquí, solo la impotencia silenciosa se hace presente. La incomodidad de discutir los méritos de la vida humana da pie a una mezquindad muda, a un no querer decir lo que todos piensan.
La narrativa de Penna es ligera y natural. La música es escasa y poco intrusiva. El ritmo desplegado en la secuencia de la caminata espacial demuestra que su director entiende cómo construir la tensión sin la necesidad de abusar de la edición rápida.
Pasajero inesperado es, en términos generales, una película desnuda hasta sus elementos más esenciales. Tal vez sea este aspecto el que ha llevado a que la cinta sea considerada como decepcionante, pero hay una honestidad aquí que vale la pena apreciar. Penna demuestra una ambición de presentar un thriller espacial sin apegarse a las fórmulas harto conocidas.
No obstante, hay que reconocer que, ante todo, Pasajero inesperado representa una promesa. No se trata de una obra maestra del espacio como oportunidad para viajar en la psique propia, como lo fue la injustamente ignorada Ad Astra (James Gray, 2019), o tampoco una representación del espacio como prisión, como lo fue High Life (Claire Denis, 2018).
Ésta es una película ambiciosa que no teme ser poco espectacular, cuyo mayor triunfo se encuentra en la mesura de su director. En este panorama anglosajón, repleto de cintas formulaicas hechas por comité, donde la voz individual es silenciada y el producto no es arte, sino contenido, tal vez más películas podrían optar por la sencillez argumental y visual de Pasajero inesperado.

J. Alejandro Becerra es un cinéfilo de opiniones controvertidas. Fundamentalista de Scorsese, se decanta por el cine hollywoodense, pero se empeña por descubrir películas de alrededor del mundo. Aunque estudió Historia en la universidad, le encantaría dedicarse a escribir sobre cine de tiempo completo. No se pierde los Óscares aunque le diga a todos que los odia. Entre sus películas favoritas están Rebecca, Carol, Cléo de 5 à 7, Casino y The Tree of Life. No lo admitirá, pero llora cada vez que mira el final de Porco Rosso. Es un ferviente fanático de Jessica Chastain y Oscar Isaac, y cuenta los días para verlos ganar sus Óscares. Actualmente se dedica a discutir en Twitter con extraños y a aprender sobre marketing digital.