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Memento mori (FICCI 2023): el misticismo en el conflicto

Escrito el 25 marzo, 2023 @JuanRod_52

Sección: Ficciones de aquí.

Dirección: Fernando López Cardona.

Guión: Fernando López Cardona & James Valderrama.

Elenco:  César Badillo, Lucía Bedoya & Carlos Mario Echeverry.

Países: Colombia, Alemania.

Palomómetro:

Más información de la película: https://www.imdb.com/title/tt16159290/

Memento mori. Dir. Fernando López Cardona. FICCI 2023.

En el punto álgido del conflicto armado interno en Colombia, entre finales del siglo XX y comienzos del XXI, las riberas del río Magdalena en el pueblo de Puerto Berrío se convirtieron en una morgue. Los habitantes se acostumbraron a que los pescadores trajeran los cuerpos que encontraban flotando para que les dieran una sepultura católica en el cementerio, donde actualmente abundan las tumbas marcadas como NN “Ningún Nombre”. Eventualmente, en el pueblo se estableció una relación entre los vivos y las almas en pena, medidas por la figura del animero, el guardián de los muertos anónimos.

En este contexto se desarrolla Memento mori, ópera prima de Fernando López Cardona y película que inauguró la 62a edición del Festival internacional de cine de Cartagena de Indias (FICCI). El animero (César Badillo) ha escogido a un decapitado para guiar su alma al purgatorio, por lo que debe encontrar su cabeza, adentrándose en la selva en busca del sanguinario paramilitar conocido como El Moro (Carlos Mario Echeverry), cuya sevicia lo identifica como el autor del crimen. Al mismo tiempo, Naré (Lucía Bedoya) cumple su rutina como enfermera en el hospital, a la espera de que un día llegue el cuerpo de su esposo que desapareció hace años.

Situada en uno de los episodios más fuertes en la historia del conflicto, la cinta de López incita a una pregunta de cómo el cine colombiano ha retratado sus dinámicas, donde puede ser fácil caer en el espectáculo de la guerra y el sufrimiento. Su propuesta destaca porque se concentra en el aspecto espiritual y místico, el sincretismo de lo católico y lo chamánico, el mecanismo de duelo colectivo de un pueblo que llevó al extremo su resiliencia ante el horror de la violencia, optando por restaurar la humanidad a quienes otros se la arrebataron.

El retrato del Magdalena medio es hipnotizante. Tomas panorámicas de paisajes con cielos celestes y el río ancho y caudaloso bordeado por extensas praderas que dan paso a la selva frondosa, remarcan la ironía de una belleza natural en la que habita mucho dolor, complementado con un asombroso paisaje sonoro y envolvente entre la corriente del río y los rezos del pueblo para la paz de las almas.

No obstante, el punto débil de la película se encuentra en la estructura narrativa no lineal, alternando entre las historias del animero y Nerá. Su interacción es el centro de la historia. La trama se enfoca en él hasta un punto de quiebre y cambia abruptamente a la perspectiva de ella, sin claridad de que el orden cronológico ha cambiado y se está presentando su perspectiva antes del encuentro. Esto hace que la cinta pierda el buen ritmo del inicio y que haya confusión, que bien puede ser una metáfora de los ciclos de la violencia. Además, la conexión de los protagonistas es innecesaria e incluso resta al exagerar el factor de lo esotérico en el conflicto.

Badillo tiene que cargar con un guion que recae en el monólogo para consolidar el carácter chamánico de su personaje, un hombre que es atormentado por su conexión a las almas en este valle de la muerte, algo que no siempre logra y que por momentos cae en la exageración. Esto mejora en el tercer acto en su encuentro con el temido Moro de Echeverry, situación claramente inspirada en Apocalypse Now (Francis Ford Coppola, 1979): un Willard y un coronel Kurtz colombianos divagan sobre la muerte sin sentido en medio del conflicto.

Lastimosamente, el personaje de Bedoya tiene poco desarrollo más allá de la esposa en pena, como el requisito del duelo suspendido ante la desaparición, sin mucho que hacer más que transitar los espacios con un aire melancólico. Un momento de desnudo está completamente injustificado.

Si bien Memento mori tiene una propuesta visual bien lograda y apuesta por retratar las dinámicas del conflicto desde otras perspectivas, deja una frustración respecto al enfoque y manejo que da a un episodio de la historia colombiana con tanto potencial. Hay un pueblo entero que se resistió a la inhumanidad de la guerra desde la creencia popular y colectiva, pero es dejado en un segundo plano de relaciones novelescas. En el marco del posconflicto es importante preguntarse cómo el cine puede aportar a entender mejor el pasado y reconciliar la identidad de la nación con esos hechos. Esta película, lastimosamente, se queda corta en su aporte a dicho discurso.

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