Palomita de maíz

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Cosas que no hacemos (Los Cabos 2020): una mirada gentil a la vida en México

Escrito el 19 noviembre, 2020 @alessandra_kr

Director: Bruno Santamaría Razo.

País: México.

Palomómetro:  

Más información del documental: https://www.imdb.com/title/tt13236126/

En Cosas que no hacemos, el documentalista y cinefotógrafo Bruno Santamaría Razo ofrece una mirada encantadora de los residentes jóvenes de un pueblo de México. El largometraje nos da la bienvenida con un Santa Claus volando los cielos y ofreciendo regalos a los niños del lugar, quienes, demostrando su ingenuidad y sinceridad, no escatiman en hacer comentarios escandalosos y graciosos sobre lo que van recibiendo.

Quizá este es uno de los aspectos más agradables de la película. Santamaría se empeña en reflejar su historia a través de los ojos jóvenes de este lugar. Aunque el documental se enfoca de manera general en este poblado, sí podemos reconocer algunas caras específicas con las que formamos lazos de interés.

Por ejemplo, Estrella y Yulecsi, niñas de primaria que se la pasan antagonizándose mutuamente a lo largo del documental, son la fuente de momentos chuscos a través de sus discusiones dignas de su edad, así como de actitudes desafiantes ante los adultos.

Aun así, la historia más conmovedora pertenece a Arturo de Dios Cisneros, quien se identifica como mujer y que roba pequeños momentos del día para ponerse vestidos y disfrutar de su identidad real. Aunque su homosexualidad ha sido aceptada por su familia, ahora quiere ir más allá. Esta lucha interna por pedir a sus padres permiso para explorar sus deseos, así como la respuesta que recibe de ellos, es lo más emotivo del documental y razón suficiente para verlo de inmediato.

En este punto, este largometraje comparte un lazo especial con Las flores de la noche (2020), documental de Eduardo Esquivel y Omar Robles que se centra en un grupo de amigas transexuales que simplemente disfrutan de su vida y del vínculo que las une. Ambos documentales comparten también el deseo de las protagonistas de salir de sus pueblos en busca de un lugar que les permita ser libres y sentirse seguros bajo la sexualidad con la que se identifican. El hecho de que obtengamos dos proyectos mexicanos en un mismo año que celebran las vidas de estas personas es motivo de festividad y optimismo.

Cosas que no hacemos no presenta una estructura definida, más bien la cámara sigue de manera desordenada y cotidiana a los pequeños del pueblo, ya sea en la escuela, en sus casas, o en la ceremonia de graduación que sucede como evento especial del lugar. El documental recuerda continuamente a El proyecto Florida (2017), proyecto de ficción de Sean Baker que precisamente brilló en los momentos en que su elenco joven improvisó y simplemente existió en frente de la cámara.

A pesar de que las vidas presentadas son abordadas desde una perspectiva gentil y sin crítica, el ambiente en el que se desarrollan no es tan agradable. Por ejemplo, Santamaría refleja la manera en que lidian con la violencia, la cual está internalizada y sobre la que no se refleja mucha sentimentalidad. Más bien, hay curiosidad, protagonismo para contar historias, y familiaridad con las tragedias que azotan de vez en cuando al pueblo. Incluso el mismo Santamaría se ve inmiscuido en un complot de ataque por el hecho de estar ahí retratando estas historias.

La niñez de este lugar ha crecido con la violencia como parte de su vida. Por esto, es interesante ver un lente transparente que permite que los niños sean sinceros y cándidos en su interpretación de estos eventos.

Ya sea violencia física normalizada, intolerancia y acoso a la otredad, y necesidades básicas que no son cubiertas de manera satisfactoria, la lente del director mexicano captura todo, auxiliada por el diálogo desafilado de sus pequeñas estrellas. No es que los niños se quejen o sufran por el contexto en el que les tocó vivir, más bien queda en la consciencia del espectador hacer reflexiones sobre la situación actual de nuestro país.

Cosas que no hacemos es un documental bello e inclusivo que permite comprender una realidad mexicana a través de su perspectiva gentil y relajada. Los niños y niñas retratados han aprendido a batallar con situaciones complejas que definen sus vidas y condicionan su futuro. No obstante, esta película demuestra la manera en que la inocencia de la niñez aprende a lidiar con temas tan pesados que bien podrían traer abajo a cualquiera. Con muchos momentos de ocio, así como escenas que producen risas y llanto, este documental es imperdible.

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