Locas en apuros: crisis de identidad en un irreverente viaje por Asia
Dirección: Adele Lim.
Guion: Cherry Chevapravatdumrong y Teresa Hsiao.
Elenco: Ashley Park, Sherry Cola, Stephanie Hsu, Sabrina Wu, David Denman, Annie Mumolo, Chris Pang, Desmond Chiam, Alexander Hodge, Nicholas Carella, Debbie Fan, Meredith Hagner, Daniel Dae Kim.
País: Estados Unidos.
Palomómetro:
Más información de la película: https://www.imdb.com/title/tt15268244/

Locas en apuros inicia con una secuencia que hemos visto muchas veces en películas de comedia: retazos de vida de cómo dos personas se convierten en mejores amigas, resaltando el contraste de personalidades, pero reafirmando que su vínculo es estrecho. Audrey es una niña asiática adoptada por padres blancos en Seattle, y conoce a Lolo, hija de padres chinos que migraron a Estados Unidos. Su unión empieza en un parque infantil en el que enfrentan a un niño que les hace comentarios racistas, y desde entonces, son inseparables. El debut como directora de Adele Lim plantea las turbulencias de esta amistad, mientras reflexiona sobre la agonía de crecer y definir nuestra identidad.
En la adultez, Audrey (Ashley Park) es una abogada workaholic, tensa y perfeccionista. Lolo (Sherry Cola) es una artista liberal y desenfrenada, creando obras sobre positividad corporal, aunque para el resto solo parecen esculturas fálicas vulgares. Audrey emprende un viaje de negocios a China junto a Lolo, el cual se vuelve una excusa para encontrar a los padres biológicos de Audrey, y por supuesto, perderse en el caos y la irreverencia típica de películas gamberras de amigos en una ciudad ajena, al más puro estilo de The Hangover (Todd Phillips, 2009) y Girls Trip (Malcolm D. Lee, 2017).
En contraste con las cintas mencionadas, Locas en apuros tiene un componente adicional que hace de su trama algo más que un derroche de chistes sexuales y situaciones cómicas por su absurdez: los conflictos de identidad de sus protagonistas. En Audrey están los conflictos raciales y todo lo que corresponde a sus orígenes asiáticos que siente que ha desplazado de manera inconsciente viviendo en Estados Unidos. Evita todo lo que pueda ser considerado un “estereotipo” y los deseos de reencuentro con su familia biológica están implícitos.
Audrey tiene una diégesis fascinante que recuerda a Retour à Séoul (Davy Chou, 2022), en la cual Freddie, una mujer francesa, regresa a Corea del Sur buscando a sus padres biológicos. Tanto en la película de Chou como en la de Lim, el viaje de sus protagonistas es un puente para explicar que el encuentro con los progenitores es una meta, pero el trayecto hasta ese punto es lo que importa. Lim teje con sutileza la lucha de Audrey por definir su identidad racial; se siente muy china para ser estadounidense y muy estadounidense para ser china. Sin ser tan obvia ni superficial como otras películas, Locas en apuros describe la experiencia chino-americana con pertinencia y sensibilidad.
Por su parte, Lolo lidia con no ser tomada en serio como artista, pero el elemento clave de su personaje gira entorno a la amistad con Audrey, la cual se pone a prueba en el viaje. La dinámica que han establecido desde la infancia se confronta, presentando una necesaria discusión de cómo las amistades no son estáticas y el temor a ir por caminos distintos al de nuestros amigos. Hay humor en la disparidad de Audrey y Lolo, pero también belleza por su retrato realista de que en las diferencias se suele encontrar la génesis de los vínculos amistosos.

A la pareja se unen Kat (Stephanie Hsu), una actriz China que estudió con Audrey en la universidad, y Deadeye (Sabrina Wu), prima de Lolo, socialmente torpe y obsesionada con el K-pop. Lim les permite brillar con una trama propia superficial. Kat oculta su pasado como universitaria revoltosa y fiestera a su prometido religioso, y Deadeye, por más que busque ocultarlo con su espontaneidad, se agobia por la creencia de que no es lo suficientemente interesante como para formar amistades fuera de Internet.
El reparto es excepcional y es de reconocer tanto a las actrices como a la directora por permitir que cada personaje tenga su momento para brillar, ser cómica y vulnerable. Park aprovecha los momentos emotivos al máximo, transmitiendo la angustia de no pertenecer a ningún lugar, de sentir que su pasado es una incógnita y sofocarse por el trabajo. Chen es una gran actriz cómica, mostrando la contraparte del adulto no-definido al estilo de Frances Ha (Noah Baumbach, 2012), deambulando de manera errática por no tener claro su presente, mucho menos su futuro.
Aun así, la estrella de la película es Sabrina Wu, robando las escenas con el encanto absurdo de Deadeye, quien representa a todos los que luchan por adaptarse al grupo, pero siempre saben cómo hacer reír y escuchar sin juicios.
La comedia rara vez toma un respiro en Locas en apuros y esa es su mayor debilidad. El grupo pasa por todas las situaciones caóticas y ruidosas que uno espera de este tipo de cintas, en las que nada sale bien para sus personajes. Algunas son hilarantes, con tatuajes vaginales, drogas escondidas y grupos de K-pop. El humor se torna en un arma para burlarse de los estereotipos americanizados de las personas asiáticas. Otras secuencias se sienten repetidas y de molde. Los momentos de sensibilidad en los cuáles el grupo reflexiona tanto individual como grupalmente sobre sus conflictos se limitan para dar pie a comedia que no tiene lugar en ese momento.
Pese a trastabillar ocasionalmente con el ritmo, Locas en apuros se sostiene como una comedia destacada gracias a la dirección segura de Lim, el guion mordaz de Cherry Chevapravatdumrong y Teresa Hsiao, y la irresistible química del reparto principal. Es un equilibrio astuto entre humor soez e ingenioso, así como una inspección honesta sobre las crisis de identidad universales; cuánto significa el pasado para nuestro presente, cuánto necesitamos ser conscientes de nuestras raíces, qué tanto valoramos nuestras capacidades, quiénes son en realidad nuestros amigos y cuándo nos determinaremos a ser la mejor versión de nosotros mismos.

Psicólogo desde 2018, cinéfilo de toda la vida. Se graduó en 2018 en Maracaibo, Venezuela. Tiene 24 años. Apasionado por el cine independiente y los documentales. Entre sus cineastas favoritos se encuentran Richard Linklater, Ken Loach, Kelly Reichardt, Michael Haneke y Céline Sciamma, los cuáles aprecia por su sinceridad y humanismo al entender a las personas con sus complejidades.
La película Boyhood (2014) le hizo darse cuenta de la capacidad de belleza que tiene el cine, aunque su fascinación por escribir y leer historias que le transporten a otros lugares viene desde su infancia. Le gustaría conocer cine de todas partes del mundo y especializarse en psicología clínica infantil, y quizá, algún día, escribir un guion inspirándose en sus ídolos del séptimo arte.