La última carta de amor: para pensar en lo que pudo ser y nunca será
Disponible en: Netflix.
Dirección: Augustine Frizzell.
Guion: Nick Payne, Esta Spalding, basado en el libro de Jojo Moyes.
Elenco: Shailene Woodley, Callum Turner, Nabhaan Rizwan, Felicity Jones, Joe Alwyn.
País: Reino Unido.
Más información de la película: https://www.imdb.com/title/tt1893273/

Para los románticos empedernidos que estén hambrientos de una historia de amor, Netflix llegó al rescate con La última carta de amor, película que presenta dos narrativas independientes que funcionan dependiendo del estado de ánimo y nivel de añoranza que tengan. Basada en el libro de Jojo Moyes y dirigida por Augustine Frizzell, la película es una sorpresa al invitar a la reflexión y nostalgia por amores pasados que pudieron llegar a algo más que un simple recuerdo.
La última carta de amor se desarrolla en dos líneas de tiempo. En los 60, Jennifer Sterling (Shailene Woodley) está casada infelizmente con Lawrence Sterling (Joe Alwyn), un empresario frío. Después de sufrir un accidente que la deja amnésica, Jennifer encuentra una carta de amor dirigida a ella y firmada por un tal “B”, oficialmente llamado Anthony O’Hare (Callum Turner).
En el presente, Ellie Haworth (Felicity Jones) encuentra esta carta en el archivo del periódico en el que trabaja, llevándola a una investigación para encontrar tanto a escritor y recipiente de esta correspondencia romántica. Mientras explora el pasado, Ellie tiene su propio interés amoroso en Rory McCallan (Nabhaan Rizwan), el archivista del periódico que se une en su misión.
A pesar de presentar múltiples líneas del tiempo (la película también explora los recuerdos de Jennifer y Anthony cuando aprendemos sobre su historia de amor), Frizzell hace un trabajo espectacular para mantener clara la diferencia de tiempos e historias. Además de mantener fluidez en el guion, la cineasta hace uso clave de la decoración de los escenarios, así como de los peinados y vestuarios de los actores.

Con un ritmo lento, pero disfrutable, La última carta de amor se toma su tiempo para explorar el pasado de Jennifer y el futuro de Ellie. Ambas historias se entrelazan para reflejar algunas similitudes, así como los paradigmas de los tiempos en las que suceden. Mientras que la historia de Jennifer y Anthony es romántica y asfixiante en su necesidad mutua, la de Ellie está sumida en el cinismo y la desconfianza del escenario de citas de la actualidad.
Entre las similitudes que comparten ambas historias están las escenas de baile en donde cada pareja encuentra su punto de atracción y confianza, o primeras experiencias que crean interés mutuo. Conforme la historia del pasado se va descubriendo, Ellie reflexiona sobre su vida y su propia historia con Rory, ¿al ser testigo de esta historia pasional y dramática está dispuesta a seguir con su actitud sin ataduras? Tanto Ellie como la audiencia tienen mucho que aprender del amor imposible situado en los 60.
La cinta está lejos de ser perfecta, pues algunos diálogos son torpes y las historias de amor son convencionales al no ofrecer algo que no se haya visto antes. Además, la estructura de la película, más allá de los saltos en el tiempo, está plagada de clichés que la vuelven predecible.
No obstante, el éxito de la película recae en la franqueza de su pasión y la emoción de seguir una historia de amor prohibida. En este punto, Ellie funciona como la representante del público, descubriendo poco a poco el amorío entre Jennifer y Anthony, y esperando llegar a un final feliz. Además, la química de los protagonistas eleva toda escena empalagosa y hace digerible el intercambio de diálogos cursis.

Turner brilla como el galán de ensueño, mientras que Woodley se adapta a un papel más maduro y exigente. En el escenario moderno, Rizwan destaca como el arquetipo actual de interés romántico, completamente diferente al de Turner, pero igualmente atractivo. Desgraciadamente, Alwyn termina desperdiciado como el esposo unidimensional y olvidable. Sin tener nada que hacer más que antagonizar a Woodley, el actor se pierde por completo.
La música de Daniel Hart, con tonos dramáticos y urgentes, es el acompañamiento perfecto para la historia épica de amor, destacando la pieza que cierra la historia. Los vestuarios de Anna Robbins brillan en Woodley, ofreciendo un repertorio clásico y elegante para los escenarios del pasado. La fotografía a cargo de George Steel hace que el espectador se enamore tanto de los escenarios como de los personajes en pantalla, cambiando sigilosamente conforme las décadas regresan y dando un sentido onírico para los recuerdos del affair.
Como amante del drama romántico, es imposible descartar esta propuesta. La película invita a la reflexión sobre lo que pudo ser y lo que nunca será, tanto en el contexto de la historia, como en el propio.
La última carta de amor no aporta nada revolucionario al cine o al género. No obstante, solo puedo adorarla. Una historia romántica épica al centro y un romance moderno que exhibe lo lejos que estamos del romanticismo de antes, hacen que nos intoxiquemos con la pasión de estos romances y la reflexión de nuestras propias experiencias.
Originaria de la Ciudad de México, Alessandra considera al cine como su gran amor. Fanática empedernida de Paul Newman y La Momia (1999), y dueña de una facilidad envidiable para aprenderse diálogos innecesarios para la vida real, en 2017 fundó Palomita de maíz. Aquí escribe constantemente sobre cine y televisión. También pueden encontrar sus palabras en sitios como InSession Film, Filmotomy, Cherry Picks y Screen Queens.