La calle del terror (parte 2): 1978 – la maldición que perdura en el pasado
Dirección: Leigh Janiak.
Guion: Leigh Janiak, Zak Olkewicz.
Elenco: Sadie Sink, Emily Rudd, Ryan Simpkins, Chiara Aurelia, Gillian Jacobs, McCabe Slye, Ted Sutherland, Drew Scheid, Kiana Madeira, Benjamin Flores Jr., Olivia Welch.
País: Estados Unidos.
Más información de la película: https://www.imdb.com/title/tt9701940/
La Calle del Terror está de vuelta con esta gran secuela que nos traslada unos años antes de los sucesos de la primera parte. En la Parte 2: 1978 se mantiene la temática slasher, pero va alejándose de lo clásico para convertirse en una obra más original y notoria, sin dejar atrás la temática adolescente que conlleva este subgénero de terror.
Tras los acontecimientos en Parte I: 1994 que llevaron a Deena (Kiana Madeira) y Josh (Benjamin Flores Jr.) a buscar ayuda para salvar a Sam (Olivia Welch), conocen a C. Berman (Gillian Jacobs) – conocida de joven como Ziggy (Sadie Sink) –, la única sobreviviente de la maldición de la bruja Sarah Fier (Elizabeth Scopel). Berman, aterrorizada, cuenta a Deena y Josh su historia, en concreto los sucesos de una noche de 1978 en un campamento de verano, donde la maldición resurgió convirtiendo al pueblo de Shadyside en un verdadero infierno.
Con un inicio más calmado, pero con un pulso más preciso, esta segunda parte demuestra que Leigh Janiak es una gran directora de género, capaz de homenajear a sus clásicos favoritos, así como de dejarlos atrás para lograr un producto más personal. Prescinde del jumpscare fácil, y se centra en crear y mantener una ambientación sólida y perturbadora.
Aunque la cinta tarda en arrancar, su inicio nos permite conocer el lugar donde se desarrollan los hechos, a los personajes, y más sobre el misticismo que rodea a la maldición que se cierne sobre Shadyside. En estos primeros compases conocemos a fondo a Ziggy y a su hermana.
Ellas no sólo se convierten en víctimas de la bruja, sino que también del lugar donde residen. La historia ofrece una buena reflexión sobre el hecho de que el lugar donde vives puede limitarte hasta el punto de hacerte explotar emocionalmente, así como alejarte de las personas que más quieres. La cinta brilla al ilustrar la manera en que un lugar puede formar la personalidad individual.
Los personajes marcan un cambio significativo respecto a la entrega anterior. Mientras que en Parte I: 1994, los protagonistas son una grata sorpresa que inspiran empatía, aquí – obviando a Ziggy y a su hermana, quienes son las únicas con las que logras empatizar – los personajes están creados por y para que los odies. Ésta es una gran decisión que contrasta con el hecho de que antes no querías que nadie muriera, y aquí solo estás deseando ver cómo fallecen.
Tras la presentación de la bruja, su maldición y el acomodamiento de los personajes, La Calle del Terror (parte 2): 1978 se vuelca hacia lo sádico y grotesco donde hasta los niños son víctimas de asesinatos sin ningún tipo de miramiento. Pasa del misticismo a la pesadilla slasher que vitorea pasión por Friday the 13th (Sean S. Cunningham), resultando mejor que cualquier entrega de dicha saga.
Tras la primera parte de La Calle del Terror, la historia parecía no dar más de sí y el cliffhanger con el que terminó aparentaba estar estirando el chicle, pero, para mi sorpresa, esta secuela tiene las ideas claras y da un golpe sobre la mesa proclamándose como una de las mejores cintas slasher de los últimos años. Es terrorífica, divertida y emocionante.
La Calle del Terror (parte 2): 1978 es una aventura veraniega que juega con el terror que ya conocemos, pero que sigue calando y dando entretenimiento. Esta segunda parte acaba con una gran apuesta de cara a la tercera y última entrega. Parece desprenderse por completo de la nostalgia que invade nuestras cabezas mientras vemos la historia e intentar proclamarse como una trilogía sólida de terror que me habría encantado visionar en la gran pantalla.

Jose Manuel Medina es un graduado en comunicación audiovisual que actualmente se dispone a estudiar dirección de fotografía mientras trabaja en el Festival de Cine Fantástico de Málaga (Fancine). Desde pequeño se considera un loco por Star Wars, y el cine de terror y fantasía. Lleva a John Carpenter en el corazón y siempre acaba hablando de él en cualquier conversación. Su sueño es vivir con un gatito al que cuidar mientras trabaja dentro del sector cinematográfico. Tiene una gran habilidad para llorar durante cualquier película que vea. Aunque le cuesta elegir sus cintas favoritas siempre acaba confesando que son El Viaje de Chihiro, The Thing y The Last Jedi.