Hillbilly, una elegía rural: tan lejos de la perfección como del desastre
Disponible en: Netflix.
Director: Ron Howard.
Guionista: Vanessa Taylor.
País: Estados Unidos.
Elenco: Gabriel Basso, Amy Adams, Glenn Close, Haley Bennett, Freida Pinto, Bo Hopkins, Owen Asztalos.
Más información de la película: https://www.imdb.com/title/tt6772802/
Hillbilly, una elegía rural – el nuevo proyecto del galardonado director Ron Howard – ha tenido por fin su estreno en Netflix. Se trata quizá de la película más controversial del año, siendo recibida con críticas mayoritariamente negativas, no solo por los cuestionamientos a la calidad de la cinta, sino por las implicaciones políticas de esta historia del sueño americano. Después de todo, el arte cinematográfico no debe entenderse como un campo autónomo y aislado, sino que es también un espacio para el debate político y el encuentro a veces conflictivo entre diferentes visiones de mundo.
La película, basada en el libro homónimo de J. D. Vance, narra su historia de superación personal, al centro de una familia disfuncional en la América profunda. Interpretado en su niñez y adolescencia por Owen Asztalos y en su adultez por Gabriel Basso, J. D. es un chico sentenciado al fracaso, siguiendo una larga línea de historia familiar de pobreza tan característica de los habitantes de los Apalaches, obreros blancos y pobres frecuentemente llamados hillbillies (los muchachos de las colinas).
Viajando entre el pasado y el presente, y con la voz en off de Basso, conocemos la historia de J. D. desde su infancia en las montañas de Jackson, Kentucky, la mudanza con su familia (mamá, hermana y abuelos) a Ohio, su entrada a los marines y sus esfuerzos para entrar al mundo laboral con su título de la Universidad de Yale.
Sin embargo, la narración es muy atropellada. Los constantes flashbacks para explicar situaciones que no siempre tienen que ver directamente con J. D., sino con su mamá o su abuela, terminan exasperando. En ese sentido, la película por momentos intenta ser un estudio de tres generaciones de los Vance, si bien se enfoca mayormente en la historia de J. D.
Una vez instalada en Ohio, la familia atraviesa una crisis cuando Papaw Vance (Bo Hopkins), abuelo de J. D., fallece. Bev (Amy Adams), mamá de J. D., está cada vez más sumida en la drogadicción, hasta el punto de perder su licencia de enfermera por hacer una escena en el hospital. Por su parte, Mamaw (Glenn Close), abuela de J. D., intenta mantener unida a la familia a pesar de sus problemas evidentes de salud.
Hillbilly, una elegía rural es lo que se conoce como “oscar bait”, es decir, una película aparentemente hecha con el objetivo exclusivo de atraer nominaciones y premios de la Academia. Estas cintas suelen estar basadas en hechos reales llevados a la pantalla de manera efectista, persiguiendo conmover e inspirar a su audiencia, con un trabajo de ambientación notable y personajes que implican una transformación física para sus actores.
La película de Ron Howard, quien ya tiene experiencia con este tipo de cintas (ahí está A Beautiful Mind), cumple con todos esos elementos. Hacer una película que sea “cebo de premios” no tiene nada de malo. Por supuesto, como “cinéfilos” podemos preferir propuestas más honestas y autorales, las cuales también tienen su oportunidad con la Academia. El asunto es que hay películas “cebo de Óscar” buenas, regulares y malas. ¿En qué categoría entra Hillbilly?
El principal problema que tiene la película es el guion pobre a cargo de Vanessa Taylor. Sin duda al tanto de las controversias de J. D. Vance relacionadas con su visión de América plasmada en su libro y sus declaraciones recientes, Taylor optó por suavizar la historia al quitar elementos políticos y gravitar alrededor de los conceptos de familia y superación.
En ese sentido, la película no tiene mucho que decir sobre temas complejos como la pobreza, la desigualdad social, la drogadicción o la cultura política de los Estados Unidos. Ni siquiera busca explorar las dinámicas sociales de la vida en ese sur rural tan asociado con la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca en 2017.
Dejando de lado este asunto, y reconociendo que su tratamiento hubiera resultado igualmente controversial, la película presenta personajes planos, y no explora las motivaciones de sus conductas y acciones. El mayor ejemplo de esto es Bev, quien es simplemente presentada como una mujer amargada. El personaje es realmente insoportable. Incluso cuando no está bajo los efectos de la droga, siempre la vemos maltratar a sus hijos y quejarse de la vida difícil que ha tenido.
Bev es una mujer herida y frustrada, pero no sabemos exactamente porqué. Habiendo sido la estudiante con el mejor promedio de su clase, al final no hizo más y terminó estancada, como el resto de la familia. También llegamos a saber que tuvo una niñez difícil, según relata su hija Lindsay (Haley Bennett), pues creció viendo episodios terribles de violencia entre sus padres.
Incluso aquí hay una contradicción enorme, ya que al momento de la muerte de Papaw, J. D. dice que murió la única persona capaz de entender a su madre. Lo cierto es que es muy poco lo que llegamos a saber de Papaw, pero al juzgar por la revelación que hace Lindsay a su hermano y las escenas que se nos presentan en flashbacks, el hombre era alcohólico y maltrataba a Mamaw, afectando también el bienestar emocional de sus hijas. Entonces, ¿cómo podría Bev entenderse bien con su padre en circunstancias como estas? ¿De dónde sale la hostilidad y rabia hacia su madre?
Por otro lado, tampoco llegamos a saber por qué Bev terminó cayendo en las garras de la drogadicción. Solo podemos asumir que buscó llenar sus vacíos con las drogas. En ese sentido, la película cae en el mismo error de casi todos los dramas recientes sobre drogadicción. Piensen en películas como August: Osage County (2013), Beautiful Boy (2018) o Ben is back (2018). Todas, al igual que Hillbilly, consiguen retratar el deterioro emocional y físico de las personas por el uso de la droga y las consecuencias devastadoras a nivel familiar, pero ninguna presenta la drogadicción como problema multidimensional más allá del melodrama familiar.
Amy Adams se enfrenta probablemente al mayor reto actoral de su carrera. Interpretando a una mujer tan antipática que la mayor parte del tiempo está gritando o llorando, el guion le hace muy difícil dar con la humanidad del personaje. Se trata de una actuación vibrante y feroz que por momentos puede dar la impresión de ser exagerada, pero lo cierto es que Adams hace exactamente lo que el personaje requiere. Maneja muy bien todas esas emociones, aun cuando sea difícil para nosotros conectar con Bev y encuentra momentos más sutiles, como cuando se abre con su hijo y le dice que tiene una novia muy bonita, o que él y su hermana son el único orgullo de su vida.
Sin embargo, es Glenn Close el alma de la película. Close desaparece por completo en un trabajo impecable de caracterización y adopta otro tono de voz, imitando el acento sureño y el caminar de una anciana coja. Pero no descansa en estos recursos, sino que ofrece una actuación sincera y conmovedora, haciendo que su Mamaw se sienta real y cercana como esa abuela tierna, divertida, a veces ruda y siempre sacrificada por su familia.
Poco qué decir del resto de los actores. Basso, a quien pueden ver en The Whole Truth (2016), es muy soso e inexpresivo, problema esencial cuando la historia gira en torno a su personaje. Bennett hace una actuación secundaria formidable con un personaje limitado. Freida Pinto está totalmente desperdiciada en un personaje que parece mero accesorio de la historia.
Hillbilly, una elegía rural no es una buena película, pero tampoco es un desastre. La cinta se fortalece gracias al trabajo de las expertas Amy Adams y Glenn Close, y la muy acertada música de Hans Zimmer. Ciertamente, falla en todo lo que pudo ser: una historia de maduración, saga familiar o examinación del sueño americano desde la montaña. Sin embargo, no dejar de ser una historia sencilla, accesible y con algo de corazón allá en el profundo sur de su América que apenas se asoma.

Kenny Díaz nació un 28 de enero de 1996 en Carolina, Puerto Rico, en donde vive. Creció viendo telenovelas con su mamá y amando el pop romántico contemporáneo. Su amor por el cine vendría más tarde junto con el seguimiento a las premiaciones como los Globos de Oro y los Premios Óscar. Ama el cine de Terrence Davies y las historias centradas en personajes femeninos fuertes y complejos. Obtuvo su bachillerato en Historia de América en 2019 de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras. Actualmente cursa una Maestría en Estudios Culturales en la Universidad Ana G. Méndez, Recinto de Gurabo. Entre sus intereses de investigación están los movimientos sociales y prácticas de resistencia, la construcción de culturas de paz y el problema de la violencia en América Latina desde la producción cultural, con énfasis en el cine y la literatura. Aspira a ser guionista de cine en unos años, así como docente e investigador.