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Guerra fría: una historia épica de un amor tóxico e inigualable

Escrito el 14 febrero, 2019 @alessandra_kr

Disponible en:

Director: Pawel Pawlikowski

Elenco: Joanna Kulig, Tomasz Kot.

País: Polonia, Reino Unido, Francia

Duración: 88 min.

Palomómetro

Más información de la película: https://www.imdb.com/title/tt6543652/

Guerra fría, la última película del cineasta polaco Pawel Pawlikowski, nos permite presenciar la historia épica de amor entre dos personas turbulentas. A pesar de que esta historia es romántica y pasional, a su final queda claro que este tipo de amores son trágicos y oscuros, lo que deja un sabor agrio con pensamientos perdurables sobre la película y el amor en sí.

La trama es sencilla. Guerra fría sigue la historia de Wiktor (Tomas Kot), pianista y compositor polaco, y Zula (Joanna Kulig), cantante descubierta por Wiktor. A lo largo de 11 años, vemos a través de fragmentos aleatorios y breves cómo es que este amor los marca, desespera y lleva a lo largo de toda Europa durante la década de los 50 para robar momentos de sus vidas y estar el uno con el otro.

Esta película es una historia de amor en la que se sabe que existe amor entre los protagonistas, de hecho, no cabe la menor duda de esto. Sin embargo, falta algo en ellos como para que estas personas enamoradas puedan aguantarse y vivir en armonía. Este amor se vuelve imposible, doloroso y desgarrador. Queda claro que, aunque es cierto que existen obstáculos externos para que estén juntos, estos podrían ser derribados sin ningún problema. En sí, ellos son el problema. Al ver Guerra fría te vienen a la mente aquellos amores pasados frustrados, de esos en los que amas profundamente, pero el drama y la toxicidad mutua es mayor que el amor mismo.

Con base en entrevistas de Pawlikowski, esta película está inspirada en la vida de sus padres; quienes, de acuerdo con el director, fueron las personas más dramáticas que ha conocido en toda su vida. A diferencia de lo presentado en esta cinta, su historia de amor cubrió cuatro décadas de alegrías, traiciones, matrimonios y engaños. Al tener en cuenta este contexto personal la historia se vuelve más digerible, pero igualmente desgarradora.

Uno de los grandes aciertos de la película es la dirección. Toda toma en blanco y negro es maravillosa. Mucho de lo que aprendemos de la relación es a través de lo que precisamente no se nos dice, de lo que no existe diálogo. Ya sean las miradas intercambiadas, el discurso no verbal, la música, las tomas o los instantes que pasan dentro de la historia, queda claro que todo esto son pistas para entender el amor duradero y pasional entre los personajes. Impresiona que haya podido contar una historia tan poderosa en tan solo 88 minutos, debido a la brevedad de la duración de la película, todo lo que se presenta es valioso. Además de ser testigos de la historia de amor, Pawlikowski presenta el contexto histórico de la Europa oriental de la Guerra Fría, lo cual también se vuelve importante para comprender las dificultades y demonios internos de los protagonistas. No pueden tener un amor sencillo por el simple hecho de que ellos no lo son.

La música es una parte fundamental de la película, de hecho, se vuelve la tercera protagonista. Funciona como la traducción idónea para lo que sucede entre los amantes, así como para entender las razones detrás de sus separaciones y turbulencias. Específicamente hay una canción constante, la cual nos dice todo lo que debemos saber sobre esta pareja dispareja: “Mi mamá me ha prohibido amar a un niño, pero me he aferrado al niño. Lo amaré mientras siga con vida, lo amaré mientras siga con vida”.

Las actuaciones de Joanna Kulig y Tomasz Kot son magistrales. Kulig, como la más temperamental e inestable de los dos, presenta tantas emociones en su cara, en especial nostalgia y melancolía, que la vuelven inolvidable y cautivadora; de igual forma, tiene una actitud desafiante y sincera que se vuelve un imán de atracción para la audiencia y para él. Por su parte, Kot es la contraparte calmada y reservada, pero no por eso estable. Ella es un desastre, y él se vuelve en un desastre por esa desesperación de querer estar con ella y no saber cómo hacerlo. Ambos son la definición de una pareja auto-destructiva.

Guerra fría deja un amargo sabor de boca, el cual es difícil de superar y desencadena una auto-reflexión sobre los amores de cada uno y el significado de un amor épico. Pawlikowski bien pudo terminar la película en diversas ocasiones con un final feliz; sin embargo, se asegura de dejarnos con la sensación de que este tipo de amor intenso no puede ser eterno y satisfactorio. Esta película aboga por la idea de que no tenemos control sobre a quién amamos, y en ocasiones esto puede ser nuestra perdición. Y ustedes qué preferirían, ¿Nunca encontrar al amor de su vida? o ¿Encontrarlo, reconocerlo como tal, pero no poder estar con él? Al final del día, nosotros mismos somos nuestros peores enemigos.

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