Fingernails (LFF 2023): certidumbre mata romance
Sección: Official Competition.
Dirección: Christos Nikou.
Guion: Christos Nikou, Stavros Raptis, Sam Steiner.
País: Estados Unidos.
Elenco: Jessie Buckley, Riz Ahmed, Jeremy Allen White.
Palomómetro:
Más información de la película: https://www.imdb.com/title/tt13968674/

Bien lo dijo Nat King Cole en Nature Boy, “lo más grandioso que aprenderás es cómo amar y a ser amado”. Prácticamente el sueño es encontrar a esa persona única para ti, que te haga sentir igualmente especial, y que puedan hacer cosas mundanas y románticas, juntos, por siempre. No obstante, qué difícil es eso y qué pavor crea la simple idea de mostrar vulnerabilidad para la posibilidad remota de que algo funcione. Es sensato afirmar que el amor está pasando por un momento crítico, con una epidemia de soledad afectando a millones, únicamente intensificada por el aislamiento y la falta de empatía a los que estamos sobreexpuestos.
Entonces, ¿qué pasaría si existiera algún método que permitiera saber si la persona con la que has estado saliendo por los últimos meses es la correcta? ¿Si el tiempo y los sentimientos que empiezan a despertar dentro de ti están siendo destinados para la persona correcta? ¿Tomarías el test – incluso si implica una especie de tortura – o preferirías vivir en la emoción de la incertidumbre? Este es el escenario de Fingernails, un drama romántico que más bien se acerca a una comedia romántica intelectual, de esas que hacen reír más por las escenas incómodas que se acercan a la triste realidad y menos a las torpezas de una excéntrica protagonista que busca el amor en los lugares equivocados. En este aspecto, quizá podría funcionar como acompañante de The Lobster (Yorgos Lanthimos, 2015).
Anna (Jessie Buckley) es una romántica empedernida que vive en la seguridad de haber encontrado a su “persona” en Ryan (Jeremy Allen White), un tipo que vive cómodamente en la rutina, pues ya está satisfecho de saber que está con “la elegida”. Consagrada maestra de primaria, Anna toma un desvió en su vida profesional cuando se le presenta la oportunidad de trabajar en la famosa empresa a cargo de los estudios que determinan si las parejas están enamoradas o no. Anna quiere trabajar ahí para conocer más sobre los ejercicios que las parejas toman antes de desprenderse una uña para posteriormente analizarla junto a la de su pareja para dictaminar si los dos, uno o ninguno están realmente enamorados.
Cual regla universal, estos estudios parecen dictaminar el destino de una pareja. Raros son los casos que optan irse por el camino tradicional de simplemente intentarlo. Más raro es el hecho de que casi nadie cuestiona los resultados o la posibilidad de seguir con la pareja incluso si no hay amor (todavía). En este mundo, la certidumbre es lo deseado.
El problema aparece cuando Anna conoce a Amir (Riz Ahmed, por fin en su faceta de interés romántico), su nuevo compañero de trabajo con quien desarrolla un lazo especial –ese tipo de slow burns digno de cualquier comedia romántica – que tambalea su ¿paraíso? romántica y aburrido con Ryan.
Christos Nikou, director y coescritor de Fingernails, no es ajeno a la mezcla de la ciencia ficción con el drama, pues en Apples, su ópera prima que lo puso en el mapa internacional cinematográfico, utilizó una perspectiva especial y un sentido del humor único para plantear su historia. Estas dos características reaparecen aquí, abordando un deseo prístino que inspira a cualquiera (amar y ser amado) y observando las acciones clichés que mueven al mundo – desde distinguir a Hugh Grant como el rey de las comedias románticas, cantar canciones en francés porque suenan más románticas o apelar al instinto de supervivencia para verificar si alguien salvaría a su pareja – para hacer un comentario agudo y urgente sobre el amor: lo importante no es la certidumbre y la seguridad de vivir en el amor, sino la inversión y la emoción de este.
Para llegar a esta dolorosa conclusión, Nikou hace uso de una atmósfera ordinaria, y hasta aburrida, a través de las oficinas en donde se desarrolla la mayor parte de la película. Tal y como se presenta en Eternal Sunshine of the Spotless Mind (Michel Gondry, 2004), cinta con la que comparte cierto ADN, este lugar rebosa de depresión y baja cualidad, similar a oficinas gubernamentales antiguas en donde nada remotamente emocionante podría suceder.
No obstante, la magia sucede poco a poco entre Anna y Amir conforme comparten tiempo juntos, ayudando a parejas a afianzar su lazo emocional. Las miradas intercambiadas, los roces accidentales y las bromas medidas abren una posibilidad que simplemente no podría suceder en este universo: ¿que pasaría si alguien siente algo por alguien que no es su persona? ¿Estaría dispuesto a dejar atrás la seguridad de lo conocido o preferiría la adrenalina de la posibilidad?
Con un humor ácido y consciente del cinismo del mundo actual, Fingernails hace uso de cierta ingenuidad y pureza, personificados en Anna, para ser sincera con su mensaje. En esta realidad, todos quieren el amor, están en tal grado de desesperación por conseguirlo que ni siquiera están dispuestos a “sentir” si no tienen la certeza de que valdrá la pena. Por esto, se siente como una pequeña revolución cuando una persona toma el gran paso de escuchar a su corazón y a las mariposas en el estómago y no a un estudio científico que supone garantizar la felicidad. En un mundo de certezas, la incertidumbre del quizá se vuelve el camino alternativo y menos transitado. Lo más seguro es que dolerá, pero por supuesto que valdrá la pena.
Originaria de la Ciudad de México, Alessandra considera al cine como su gran amor. Fanática empedernida de Paul Newman y La Momia (1999), y dueña de una facilidad envidiable para aprenderse diálogos innecesarios para la vida real, en 2017 fundó Palomita de maíz. Aquí escribe constantemente sobre cine y televisión. También pueden encontrar sus palabras en sitios como InSession Film, Filmotomy, Cherry Picks y Screen Queens.