El viento que arrasa (TIFF 2023): un orden divino
Sección: Centrepiece.
Dirección: Paula Hernández.
Guion: Paula Hernández y Leonel D’Agostino, basados en la novela El viento que arrasa de Selva Almada
Países: Argentina, Uruguay.
Elenco: Alfredo Castro, Almudena González, Sergi López, Joaquín Acebo.
Palomómetro:
Más información de la película: https://www.tiff.net/events/a-ravaging-wind

Durante el antiguo regimen se postulaba que la sociedad estamental, es decir, la que estaba organizada en nobleza, clero y el pueblo raso, era un reflejo de la jerarquía que Dios mismo tenía para su propio reino de los cielos, dejando fuera de la cuestión cualquier posibilidad de criticarla y mucho menos de cambiarla. A pesar del derrumbe de esta concepción política desde la revolución francesa, aún se utiliza el designio divino para justificar los mecanismos de injusticia en la sociedad. En El viento que arrasa puede observarse este fenómeno en un nivel microscópico, el de la familia.
Leni (Almudena González) y su padre, el reverendo Pearson (Alfredo Castro), viajan por tierras argentinas ofreciendo sermones espectaculares de catarsis evangélica. El amor de Cristo, las curas súbitas de los asistentes y un sentido general de éxtasis acompañan cada reunión del carismático predicador ambulante. La gente recurre a él también fuera del escenario, pues en el estado de abandono de los habitantes rurales en la época en la que transcurre la película (algún momento de la década de 1990), un cura itinerante es tan buena fuente de autoridad y consejo como cualquier otra.
Castro, un intérprete sensible, trae a la vida a Pearson con precisión y complejidad. Es un hombre para quien la separación entre lo público y lo privado no existe, cuyo personaje no parece subir su cortina. Algo tiene de la molesta santidad de Ned Flanders, algo de caridad cristiana, y algo más de orgullo propio. Es un hombre que vive fuera del tiempo, siguiendo ciegamente lo que él percibe como las órdenes de Dios. No puede ocuparse más que de sus sermones, manejando al siguiente pubelo.
Su tímida hija Leni se ocupa de las cosas mundanas, quien funge como su asistente, pero cuyos grandes ojos y comportamiento nervioso dejan entrever que anhela un destino diferente. Este par conoce a su contraparte cuando una descompostura mecánica los obliga a pasar el día en la compañía de Gringo (Sergi López) y Chango (Joaquín Acebo), un mecánico y su hijo. Estos se expresan a través de explosiones de estentórea masculinidad, algo completamente ajeno a la afabilidad de Pearson y a la callada obediencia de Leni.
Lo que surge de este encuentro entre familias uniparentales no es el conflicto, sino la subida a la superficie de asuntos ignorados por largo tiempo. Leni se dice que su labor como asistente del reverendo Pearson no es para todos porque hay que ser elegido por Dios, como ella y su padre lo fueron, pero la convicción no acompaña sus palabras, sin importar cuántas veces las repita. Chango, por su parte, está atado a un taller mecánico remoto a la merced del duro amor de su padre. Ambos enfrentan el aislamiento, la falta de fe en un futuro y la excesiva dependencia en sus progenitores, pero cada uno halla una manera distinta de hacerle frente a su situación.
En El viento que arrasa, la familia es una analogía de la sociedad, pues interroga el papel de la mujer en ella, poniendo en tela de juicio los mecanismos aparentemente naturales de su opresión. Él manda y ella obedece. Para Leni, el pensamiento, el aprendizaje y la relación con los otros deben pasar primero por su padre.
La película se ubica en un momento en el que el consenso de Washington aún era moneda corriente en América Latina, poniendo de manifiesto las formas en las que las instituciones religiosas ingresaron en aquellos renglones en los que el Estado había retrocedido. Esto lleva a reflexionar sobre el poder que iglesias como las evangélicas han obtenido en América del Sur, enarbolando distintas posturas (se han señalado en muchas ocasiones las relaciones en las que el bolsonarismo fue posible gracias al apoyo de los grupos evangélicos brasileños).
El viento que arrasa explora los recovecos de sus personajes, concibiendo lo familiar como una metáfora de lo social. A través de sus protagonistas, pone a cuadro un cuestionamiento de la política de lo íntimo, tanto en su aspecto divino como familiar.

J. Alejandro Becerra es un cinéfilo de opiniones controvertidas. Fundamentalista de Scorsese, se decanta por el cine hollywoodense, pero se empeña por descubrir películas de alrededor del mundo. Aunque estudió Historia en la universidad, le encantaría dedicarse a escribir sobre cine de tiempo completo. No se pierde los Óscares aunque le diga a todos que los odia. Entre sus películas favoritas están Rebecca, Carol, Cléo de 5 à 7, Casino y The Tree of Life. No lo admitirá, pero llora cada vez que mira el final de Porco Rosso. Es un ferviente fanático de Jessica Chastain y Oscar Isaac, y cuenta los días para verlos ganar sus Óscares. Actualmente se dedica a discutir en Twitter con extraños y a aprender sobre marketing digital.