El faro: un thriller inquietante y completamente demente
En dónde la puedes ver: cines.
Director: Robert Eggers
Elenco: Robert Pattinson, Willem Dafoe, Valeriia Karaman.
Países: Canadá, Estados Unidos
Más información de la película: https://www.imdb.com/title/tt7984734/
Hace más de una semana que vi El faro, la última película del inigualable Robert Eggers, y todavía me cuesta trabajo encontrar las palabras para describir esta propuesta demente y perturbadora. De lo que no me cabe la menor duda, y para lo que puedo encontrar palabras fácilmente, es para declarar lo innovadora y atrapante que es. A lo largo de sus 110 minutos de duración no hay ni un solo momento en el que se pueda ver a otro lado que no sea la pantalla.
El faro es una pesadilla cinematográfica que comienza como algo turbio e inquietante, y que poco a poco aumenta los niveles de intranquilidad y absurdez hasta llegar a su clímax. Ya sea la batalla que los personajes desarrollan en contra de los elementos – y en la que inevitable e invariablemente perderán –, la batalla que desarrollan entre ellos o los demonios internos a los que intentan evadir, esta película presenta suficiente terror psicológico que es imposible no absorber todo lo que propone.
Escrita por los hermanos Eggers, Max y Robert (el también director), El faro se desarrolla en una isla de Nueva Inglaterra durante los 1890s y se centra en dos cuidadores de faro. Por un lado, el experimentado y viejo Thomas Wake (Willem Dafoe) es receloso de su posición, así como hostil y abusivo con su subordinado. Ya sea tratándolo mal o asignándole las tareas más desagradables, Thomas es despreciable, intentando continuamente confirmar su autoridad en la relación.
Por el otro lado, el joven y misterioso Ephraim Winslow (Robert Pattinson) debe aprender a lidiar con el viejo, así como con su nueva realidad. Su trabajo, su compañero de casa y el aislamiento que presenta su vida son suficientes como para que poco a poco pierda la cordura. El hecho de que el trabajo que sólo duraría cuatro semanas tenga la posibilidad de extenderse por meses debido a una tormenta que no parece tener fin, aparenta ser la última gota que derrama el vaso de locura y descontrol en ambos.
Además de tener que pelear con las fuerzas de la naturaleza, Eggers presenta a dos hombres que deben pelear en contra de sus emociones, así como en contra del otro. Esta película nos recuerda lo difícil que son las relaciones humanas, y más cuando se desarrollan de manera forzada. Tanto la falta de conexión y la soledad, como el juego de control y poder, son partes fundamentales de la interacción que se desarrolla entre Thomas y Ephraim. Mientras que anhelan cierta conexión en este escenario aislado, sus personalidades Y su necesidad por demostrar quién tiene el poder terminan sofocando todo lo demás.
La fusión del autoboicoteo con el folklore marítimo es una fuente de fuerzas imparables y terroríficas. Pronto la realidad y la fantasía son difíciles de distinguir, abonando al terror psicológico y a la frustración por la pérdida de la realidad que infunde la película. Ni los personajes ni la audiencia tienen certeza de lo que se presenta en pantalla.
Grabada a blanco y negro para proporcionar ese aire de antiguo y claustrofobia, la película proporciona escenas inolvidablemente perturbadoras que enriquecen el sentimiento de acechamiento e intranquilidad. Asimismo, se presentan close-ups de los protagonistas que cimentan la pérdida de la cordura y demuestran la inestabilidad en la que se encuentran. Pareciera que la cámara y el actor – en especial Pattinson – tienen una sincronía dramática. Por su parte, los ruidos apabullantes y constantes de la sirena de niebla provocan un sentimiento de intranquilidad y sordera.
Más allá que terror, El faro recurre a incomodidades contrastantes. Ephraim y Thomas desarrollan una relación abusiva y codependiente que pasa por múltiples etapas de control y autoridad en manos de ambos personajes. La película es en ocasiones cómica, en muchas otras homoerótica, y en otras explícitamente violenta. Estos hombres son una bomba de tiempo.
Mucho he dicho de la envidiable filmografía que Robert Pattinson ha creado. Aun así, esta película lo lleva a nuevos niveles de realización creativa. Increíblemente atractivo, incómodamente sospechoso y empáticamente incómodo, la evolución de su desesperación es comprensible. Evidentemente un rol difícil de desarrollar, parece que Roggers le ha exigido salir de su zona de confort y realizar cosas ridículas y riesgosas, a través de las cuales demuestra la madera que tiene como protagonista y la atracción que provoca en la cámara.
Por su lado, Willem Dafoe es manipulador, escandaloso, abusivo y petulante. Su Thomas es la antítesis de Pattinson. Con monólogos literarios y prejuiciosos, lo que presenta es suficiente como para desatar la locura en cualquiera. Mientras que Pattinson presenta un personaje discreto y misterioso, Dafoe es llamativo y estrepitoso.
El faro no es la típica película de miedo con brincos y monstruos. Más bien, presenta el estado emocional y mental debilitado y paranoico que conduce a la locura – algo más latente y terrorífico que algún monstruo o fantasma. El hecho de que las amenazas provengan de las fuerzas naturales, la convivencia humana y el autoboicoteo nos deja en una especie de paisaje desolador. Con una estética única, un lenguaje arcaico, y una inquietud muy moderna, esta película está hecha para incomodar y alterar nuestra realidad.
* Esta reseña es una reimpresión de la reseña original publicada como parte de nuestra cobertura especial del BFI London Film Festival 2019.
Originaria de la Ciudad de México, Alessandra considera al cine como su gran amor. Fanática empedernida de Paul Newman y La Momia (1999), y dueña de una facilidad envidiable para aprenderse diálogos innecesarios para la vida real, en 2017 fundó Palomita de maíz. Aquí escribe constantemente sobre cine y televisión. También pueden encontrar sus palabras en sitios como InSession Film, Filmotomy, Cherry Picks y Screen Queens.