Dream Scenario (TIFF 2023): sátira sádica y soñadora
Sección: Platform.
Dirección: Kristoffer Borgli.
Guion: Kristoffer Borgli.
País: Estados Unidos.
Elenco: Nicolas Cage, Julianne Nicholson, Michael Cera, Tim Meadows, Dylan Gelula, Dylan Baker.
Palomómetro:
Más información de la película: https://www.tiff.net/events/dream-scenario

Los sueños pueden ser una manifestación de deseos profundos, pero lo que propone Kristoffer Borgli en Dream Scenario es que en realidad son un espacio donde una persona proyecta su psique, invadiendo el espacio más íntimo que conocemos. No importa si esto se lleva a cabo de forma involuntaria como le sucede a Paul Matthews (Nicolas Cage), un doctor en biología que da clases en una universidad pequeña, quien descubre que es el protagonista de los sueños de miembros de su familia, de viejas amistades y hasta de desconocidos.
El cine de Charlie Kaufman es una de las referencias que parecen obligadas para Dream Scenario, tanto en su intertextualidad (Nicolas Cage interpretó a un par de gemelos guionistas en El ladrón de orquídeas, dirigida por Spike Jonze y escrita por Kaufman) como en su temática situada en la intersección entre lo onírico, lo surreal y lo depresivo. No obstante, un aspecto significativo separa a Kristoffer Borgli de aquel insigne escritor convertido en realizador, y es que Kaufman, si bien se especializa en centrar sus narrativas en personajes masculinos depresivos y fracasados, les tiene respeto. Borgli, al contrario, se divierte destrozándolos.
El lector puede asumir esto como le convenga, pero, en mi opinión, la mayor flaqueza de Dream Scenario es que se adentra en una sátira que no termina de cuajar porque su realizador es incapaz de tratar su tema central con sutileza y, peor aún, no sabe en realidad de lo que quiere hablar dentro de un nivel satírico. Esto no quiere decir que Dream Scenario sea una película desperdiciada. Todo lo contrario, hasta podría decir que fue la película más cómica que vi durante el festival, al menos durante los primeros 45 minutos.
Nicolas Cage es un intérprete cuya entrega y disposición para elevar los ánimos hasta el tope es bien conocida, y este filme no es la excepción. Paul Matthews es un perdedor hecho y derecho, y todo, desde su andar hasta su forma de entablar diálogos, está perfectamente delineado en la actuación de Cage. Algo nos recuerda a otros perdedores de su obra, como los gemelos calvos de la mencionada El ladrón…, pero Matthews es distinto. Es un hombre frustrado (para que un hombre sea perdedor necesita esta cualidad), pero es uno que acepta casi con orgullo esta condición (por ejemplo, se precia de haber adoptado el apellido de su esposa cuando la tradición dicta lo contrario). Tiene un doctorado y disfruta de un puesto permanente en la planta docente de una universidad, pero no tiene publicaciones relevantes y su institución no tiene prestigio académico. Entonces es un perdedor interesante porque no se pregunta por lo que “pudo haber sido”, sino que tiene muy claro lo que le ha sido negado por avatares del destino.
Borgli lo arroja hacia una inquietante fama cuando gente de todo el mundo comienza a soñar con él y se hace viral cuando alguien escribe sobre su experiencia y publica su nombre. Sin embargo, los sueños colectivos se vuelven siniestros y pronto Matthews ve terminada su fama viral. Aquí es también cuando la película abandona un surrealismo juguetón que imagina los sueños protagonizados por un perdedor como este (sin duda los mejores momentos de la película) en favor de una torpe alegoría sobre los peligros de la “cancelación” en redes sociales. Sin decir mucho sobre la trama, señalo que es un giro desorientante, pues todo queda fuera del alcance de su protagonista. Me queda la impresión de que Matthews – y la audiencia junto con él – es torturado psicológicamente por el director, con lo cual no tendría problema si al menos este fuera coherente con la desternillante premisa de la primera mitad de su película.
Al contrario, Borgli extrae las peores lecciones sobre la fama como fenómeno en la era de los 15 minutos de notoriedad. Hay en juego una crueldad incomprensible hacia Matthews, todo por no cumplir las expectativas de la gente que sueña con él, lo que se antoja como una analogía básica sobre ser objeto de burlas en una plataforma social como Twitter (fue, es y siempre será Twitter en lo que me concierne). No hay crecimiento, epifanía ni logro en este sufrimiento. Peor aún, hacia el final, Borgli intenta capturar esa magia neofuturista scifi de Eterno resplandor de una mente sin recuerdos (Michel Gondry, 2004, escrita por el arriba mencionado Charlie Kaufman), pero no parece una situación coherente con el resto del filme. Sí, la secuencia final representa un toque cómico excelente, pero la ternura que intenta conjurar no puede encontrarse en los feos minutos que la preceden.
Dream Scenario no es una sátira sobre la fama ni sobre los peligros de sobajar a extraños en las redes sociales, sino un ejercicio de sadismo de un realizador que solo puede ver el lado más desgraciado de la humanidad. Algunos juzgarán que estoy siendo muy duro con una película que, en su mayor parte, me entretuvo, pero, cuando trataba de descifrar por qué me había molestado tanto en su segunda mitad, recordé la excelente película previa de Borgli, Enferma de mí (2022) y cómo en ella se discutía el narcisismo alimentado por la ansiedad de las redes sociales, pero esto daba como resultado un estudio de personaje, cuyos toques de humor negro no le impedían hacer brillar la humanidad de su personaje.
Al contrario, en Dream Scenario no hallamos esa humanidad y toda la empaatía generada por Cage como Matthews se va al caño cuando una y otra vez nos quedamos preguntando, “bueno, pero ¿por qué no se mata este tipo y ya?”. ¿Es lícito que una película provoque de esta manera? ¡Sí, por supuesto! Pero pido a cambio que me deje con una reflexión más allá de “está mal hacer cyberbullying.” ¡Eso ya lo sé!

J. Alejandro Becerra es un cinéfilo de opiniones controvertidas. Fundamentalista de Scorsese, se decanta por el cine hollywoodense, pero se empeña por descubrir películas de alrededor del mundo. Aunque estudió Historia en la universidad, le encantaría dedicarse a escribir sobre cine de tiempo completo. No se pierde los Óscares aunque le diga a todos que los odia. Entre sus películas favoritas están Rebecca, Carol, Cléo de 5 à 7, Casino y The Tree of Life. No lo admitirá, pero llora cada vez que mira el final de Porco Rosso. Es un ferviente fanático de Jessica Chastain y Oscar Isaac, y cuenta los días para verlos ganar sus Óscares. Actualmente se dedica a discutir en Twitter con extraños y a aprender sobre marketing digital.