Cielo rojo (FICUNAM 13): las llamas del relato
Sección: Atlas, Panorama Internacional.
Dirección: Christian Petzold.
Guion: Christian Petzold.
País: Alemania.
Elenco: Thomas Schubert, Paula Beer, Langston Uibel, Enno Trebs, Matthias Brandt.
Palomómetro:
Más información de la película: https://ficunam.unam.mx/pelicula/roter-himmel/

El trabajo y la manera en que unos personajes lo conciben y otros no es uno de los hilos conductores de Cielo rojo, el nuevo largometraje del celebrado director alemán Christian Petzold y ganador del Oso de plata en la pasada edición de la Berlinale.
Una casa de verano es el escenario de retiro para los amigos Felix (Langston Uibel) y Leon (Thomas Schubert) con un objetivo en común: trabajar. De inmediato, sus planes son arruinados por Nadja (una fabulosa Paula Beer), la pelirroja habitante de la casa, quien permanece oculta por varios minutos y parece más un fantasma cuya existencia solo es comprobada por sus hábitos desaseados: ropa interior en el piso, comida a medio comer en la mesa o platos sucios en el fregadero.
Felix es esbelto, moreno y amable. Sabe que el trabajo – la inspiración artística – llega acompañado del descanso. Leon, despeinado, blanco y ancho, refunfuña a cada oportunidad. El equilibrio entre los amigos pronto queda establecido: Felix es el sociable que carga en los hombros la labor que requiere toda amistad para permanecer viva y Leon es simplemente un tipo profundamente infeliz.
Esta infelicidad recuerda – con sus salvedades – al tipo de protagonista socorrido por el ahora disuelto dueto directoral de Ethan y Joel Coen. Un tipo miserable, cuyas inclinaciones artísticas no le son suficientes para salir adelante en el mundo (pienso en Inside Llewyn Davis, 2013 y en Barton Fink, 1991); uno que solo sabe que, frente a los demás, vive en la incertidumbre, incapaz de jugar el juego de los demás. Otro punto en común es su emasculación constante, ya sea por el sexo ruidoso que Nadja tiene cada noche o por sus carencias artísticas: es un escritor que duda de su talento y envidia la capacidad artística de Felix, que ocurre casi por accidente.
Este filme de Petzold, a pesar de comenzar en un registro relajiento, pronto transcurre hacia la tragedia inherente y al romance. Además, nunca se adentra en el tipo de comedia negra de tintes grotescos que reconocemos en las películas firmadas por los hermanos Coen.
La diégesis transcurre enteramente en esta casa de verano. Allí se desencadenan eventos que cambiarán la vida de sus personajes, quienes encuentran el amor sin buscarlo y lo pierden sin merecerlo. A unos kilómetros se halla un incendio forestal que amenaza su fantasiosa existencia veraniega y que se convierte en el catalizador del clímax dramático, suscitando declaraciones de amor y visiones pesadillescas de muerte en el fuego. Aun así, bien podría discutirse que la película alcanza su mejor momento bajo las palabras poéticas recitadas por Beer.
Petzold coloca a su Nadja como la tercera en discordia, un agente del caos cuya actitud amistosa pronto deja ver que es en realidad Leon quien sale sobrando, sobre todo después de la llegada de Devid (Enno Trebs), apuesto salvavidas, o “nadador rescatista” como insiste en ser llamado en uno de los gags recurrentes de la película. La figura menuda de Beer se acrecenta, y aunque nunca abandona su fresco vestido color vino, su personaje no se inscribe fácilmente en la categoría de mujer deseada. Su amplia sonrisa de prominentes dientes es un personaje propio, no creado para que su contraparte masculina proyecte en ella cualquier idealización de la feminidad que tenga en mente. De hecho, esta incomprensión de parte de Leon es uno de los puntos nodales del filme. Su identidad permanece oculta a este imbécil que es rápido para juzgar y hábil para herir los sentimientos de su interlocutor. Puede que Beer comience Cielo rojo como una presencia fuera de campo, pero para el tercer acto, se ha convertido en la figura principal del relato.
Cielo rojo no es un relato romántico, pero es romántico. No es una tragedia, pero es trágico. No es una comedia de tintes coenianos, pero invita una y otra vez a la risa en su retrato de un hombre patético. Muy poco se parece a Undine (2018), ese cuento de hadas sobre el amor imposible, pero en los últimos 30 minutos salen a relucir lo que reconocemos como el sello autoral de Petzold: el romance, la muerte, los personajes asfixiados por las circunstancias, los amantes condenados.
El cineasta se las ingenia una y otra vez para ser un romántico poco sentimental. Su puesta en escena está marcada por la sobriedad alemana, bajo la cual se encuentran emociones capaces de desbielar el relato, que parecen manifestarse en las llamas que amenazan el refugio de verano. Cielo rojo reafirma el lugar privilegiado que ocupa Petzold en el panorama artístico como un autor original capaz de sorprender y desarmar con el encanto de sus diálogos y su fluida puesta en escena.

J. Alejandro Becerra es un cinéfilo de opiniones controvertidas. Fundamentalista de Scorsese, se decanta por el cine hollywoodense, pero se empeña por descubrir películas de alrededor del mundo. Aunque estudió Historia en la universidad, le encantaría dedicarse a escribir sobre cine de tiempo completo. No se pierde los Óscares aunque le diga a todos que los odia. Entre sus películas favoritas están Rebecca, Carol, Cléo de 5 à 7, Casino y The Tree of Life. No lo admitirá, pero llora cada vez que mira el final de Porco Rosso. Es un ferviente fanático de Jessica Chastain y Oscar Isaac, y cuenta los días para verlos ganar sus Óscares. Actualmente se dedica a discutir en Twitter con extraños y a aprender sobre marketing digital.