Bridgerton, temporada 2: el conflicto como fuente de pasión
Disponible en: Netflix.
Creador: Chris Van Dusen.
Elenco: Jonathan Bailey, Simone Ashley, Nicola Coughlan, Claudia Jessie, Luke Newton, Luke Thompson, Phoebe Dynevor, Golda Rosheuvel, Adjoa Andoh, Charithra Chandran, Julie Andrews.
País: Estados Unidos.
Duración: 8 episodios de una hora cada uno.
Palomómetro:
Más información de la serie: https://www.imdb.com/title/tt8740790/

Después de un año y medio de espera, Bridgerton está de regreso con su segunda temporada. La serie producida por Shonda Rhimes fue un éxito rotundo para Netflix y lanzó las carreras de actores como Regé-Jean Page (quién se rehusó a regresar para los nuevos episodios) y Phoebe Dynevor. Dado que la serie está basada en la saga de libros del mismo nombre de Julia Quinn, la cual se enfoca en un miembro de la familia Bridgerton por tomo, ahora es el momento de brillar de Jonathan Bailey (Anthony en la serie) y Simone Ashley, su interés amoroso.
Bridgerton se destaca por llevarnos a la Inglaterra del Periodo de Regencia manteniendo una intriga actualizada. Acompañada de canciones de hoy utilizadas como el soundtrack del siglo XIX, la serie muestra cierta modernidad en sus historias y dilemas. Aunque está situada en el pasado, sus conflictos están moldeados para el ojo del siglo XXI. El hecho de que tenga una dosis excesiva de drama, traído a la vida por un chismógrafo elegante a la Gossip Girl, hace que sea atractiva, pues se presentan conflictos básicos entremezclados con la elegancia de la alcurnia inglesa de siglos atrás.
En estos nuevos episodios, y ya asentada la idea de que Simon (Page) y Daphne Bridgerton (Dynevor) tienen su vida feliz, la serie se centra en Anthony (Bailey), quien después de disfrutar su soltería y estatus como vizconde, está decidido a encontrar pareja y cumplir con sus obligaciones como cabeza de una de las familias más respetadas de Londres. Sus ojos se asientan en la recién regresada de la India, Edwina Sharma (Charithra Chandran, en una caracterización acartonada y opaca), una de las solteras más distinguidas de la temporada. No obstante, Kate Sharma (Simone Ashley), hermana de Edwina, representa un obstáculo para Anthony, pues mientras que él quiere casarse con la joven porque es la decisión lógica y práctica, Kate insiste en que su hermana se case con un hombre que la ame.
De esta forma, se desarrolla un conflicto tipo Orgullo y prejuicio en el que las suposiciones, el orgullo y las expectativas de Kate y Anthony se enfrentan constantemente para presentar múltiples situaciones que los hacen desarrollar, inesperadamente, una relación sólida y expectante. Representan el típico tropo de enemigos convertidos en enamorados, una herramienta utilizada continuamente en la serie.
De hecho, el conflicto está presente en todo momento, como si no hubiera forma alguna de desarrollar una relación sana y sincera sin primero pasar por enojos, juegos de poder y hostilidades para demostrar la personalidad fuerte de cada quien. La única excepción sería la amistad platónica entre Penélope (Nicola Coughlan) y Colin (Luke Newton), pero se sigue manteniendo lo suficientemente inexplorada como para provocar impresión. Sin duda las interacciones y enfrentamientos son provocadores, pero después de un rato se vuelven agotadores. Bridgerton es un constante encuentro de ingenio y desafío mental para crear drama y tensión.

Esto también se nota en la subtrama de Eloise (Claudia Jessie), el mejor personaje de la serie que está entrando en las aguas conservadoras y poco sorprendentes de la tradición. Enfocada en encontrar a Lady Whistledown, se topa con un joven de clase trabajadora que le puede mantener el ritmo a sus palabras punzantes y venenosas. ¿Será que la Bridgerton que se rehúsa a asentarse en las expectativas sociales por fin encontró a su igual?
Esta es una inquietud que aparece constantemente: para una serie diseñada para la modernidad y que se atreve a sugerir algunas ideas revolucionarias dentro de la inflexibilidad de la época, en realidad se dirige a una realidad poco sorprendente y nada subversiva.
Como (otro) ejemplo perfecto está el personaje de Kate Sharma. Introducido como una mujer decidida, independiente y únicamente interesada en encontrar seguridad para su hermana, poco a poco es desintegrada a través del cuestionamiento de sus ideales y su independencia que la dejarían sin marido. ¿Se puede dar el lujo de desear esa soledad incluso si todavía no ha pasado por las reglas convencionales del matrimonio? ¿O todo es una actitud momentánea porque no se ha enamorado? La serie maneja un discurso de “dices eso ahorita, pero espérate hasta encontrar a la persona adecuada” que es igualmente desesperante en ficción como en vida real. Lo revolucionario se queda como fachada para difuminarse lentamente.
Incluso con estos obstáculos, la segunda temporada es más disfrutable que la primera. Esto se debe principalmente al dúo al centro. Desde la temporada anterior Jonathan Bailey demostró ser de los mejores actores de la serie, y en esta ocasión, con la historia sobre sus hombros, brilla como el vizconde medio patán, pero con una cabeza bien puesta sobre sus hombros que protege una herida profunda y traumática. Por su parte, la nueva adición Simone Ashley (mejor conocida por un papel secundario en Sex Education) es una revelación pues, así como es increíblemente hermosa, también es arrogante y sensible. Bailey y ella comparten una química que destaca en momentos de tensión acumulada y mantiene el interés en su dilema de “¿serán o no serán algo?”. Por lo menos esta relación es más interesante (y mejor actuada) que aquella que estuvo al centro en la temporada previa.
Las historias secundarias tienen resultados mixtos, pues todas están definidas por un enfoque limitado y condicionado a lo que sucede con el triángulo principal. Mientras que Eloise tiene sus desplantes de rebelión, Penelope y Lady Whistledown ofrecen los momentos más ridículos. Las narraciones del chismógrafo de Lady Whistledown son innecesarias, básicas y obvias. Los hermanos Colin y Benedict (Luke Thompson) empiezan a desarrollar historias interesantes que, aunque incompletas, seguramente en temporadas próximas serán más desarrolladas (una vez que a cada quien le toque su momento de protagonismo).
Al final del día, Bridgerton es atractiva porque presenta una buena dosis de situaciones inverosímiles y tensas que hacen volar la imaginación con los escenarios románticos y clichés de época. Esta temporada funciona gracias a la entrega y química de los dos protagonistas. Aun así, una indecisión entre la modernidad y la inflexibilidad de la tradición manda mensajes mixtos. Mientras que el conflicto y el orgullo siempre son entretenidos, estos episodios llegan a un punto que hacen cuestionar si tanto drama es necesario, pues de tan solo ver sus disputas insignificantes que se vuelven un torbellino social de chismes y escándalos, uno termina completamente exhausto ante tanta superficialidad.
Originaria de la Ciudad de México, Alessandra considera al cine como su gran amor. Fanática empedernida de Paul Newman y La Momia (1999), y dueña de una facilidad envidiable para aprenderse diálogos innecesarios para la vida real, en 2017 fundó Palomita de maíz. Aquí escribe constantemente sobre cine y televisión. También pueden encontrar sus palabras en sitios como InSession Film, Filmotomy, Cherry Picks y Screen Queens.