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Black Widow: la tremenda responsabilidad con la que no puede cargar Natasha Romanoff

Escrito el 8 julio, 2021 @alessandra_kr

Disponible en: cines y Disney+ Premier Access.

Dirección: Cate Shortland.

Guion: Eric Pearson. Historia: Ned Benson, Jac Schaeffer.

Elenco: Scarlet Johansson, Florence Pugh, Rachel Weisz, David Harbour, O.T. Fagbenle, Ever Gabo Anderson, William Hurt, Ray Winstone, Olga Kurylenko, Violet McGraw.

País: Estados Unidos.

Palomómetro:

Más información de la película: https://www.imdb.com/title/tt3480822/

Es bien sabido que los fans de Black Widow, aka Natasha Romanoff (Scarlett Johansson), hemos estado insatisfechos con la manera en que el MCU ha tratado a la heroína desde sus inicios. Originalmente introducida como una especie de eye candy en Iron Man 2, el camino de Natasha ha sido rocoso en sus mejores momentos, y lastimoso en los peores. Lo cierto es que los ojos masculinos y cosificadores de Joss Whedon (The Avengers, Avengers: Age of Ultron) y los hermanos Russo (Avengers: Infinity War, Avengers: Endgame) no supieron qué hacer con esta heroína, resultando en uno de los peores manejos de uno de los mejores personajes de este universo.

Después del destino terrible que encontró Natasha en Endgame (sigo sin superarlo), los altos mandos de Marvel reconocieron que una de sus máximas estrellas merecía su propia película, pero ¿cómo hacerlo si el personaje ya está kaput? La respuesta aparente es una especie de precuela, o más bien una cinta que explora una miniaventura personal de Natasha durante una pausa en su labor como parte del equipo de los Vengadores.

Así es como nace Black Widow, situada incómodamente entre los sucesos de Captain America: Civil War y Avengers: Infinity War. No obstante, para que la historia tenga sentido, primero es necesario viajar a 1995 con una Natasha (Ever Gabo Anderson) pequeña en compañía de su hermana menor Yelena (Violet McGraw), y sus padres (Rachel Weisz y David Harbour). Rápidamente su vida aparentemente idílica llega a su fin cuando descubrimos que sus papás en realidad son espías rusos y todos deben volver a casa una vez que su misión en Ohio llega a su fin. Así es como su realidad es completamente destrozada.

21 años después encontramos a Natasha huyendo de Thaddeus Ross (William Hurt, canjeando su cheque como objeto unificador de este universo à la Samuel L. Jackson) por el desastre que el equipo de Steve Rogers dejó atrás. En una de sus casas de seguridad, Natasha se topa con el Macguffin que la hará reencontrarse con su “familia” del pasado: unos sueros salvadores que eliminan sustancias químicas manipuladoras del cerebro.

Resulta que Yelena (Florence Pugh), ahora una Viuda Negra, descubrió que el ejército de élite femenino dirigido por el ruso Dreykov (Ray Winstone) está controlado por sustancias químicas. Así, las Viudas Negras no tienen libre albedrío y más bien son máquinas de destrucción controladas por este hombre. Una vez que Yelena descubre esto, recurre a su “hermana” distanciada para que proteja los sueros. Esto resulta en una reunión familiar en Budapest, donde Natasha, Yelena y los papás se encuentran para traer abajo a Dreykov y liberar a las mujeres letales, pero mentalmente subyugadas.

La película dirigida por Cate Shortland (Berlin Syndrome, Lore) se siente como una telenovela, en dónde los descubrimientos familiares tienen más peso y exposición que la acción. Cada uno de los cuatro integrantes de la supuesta familia tiene problemas emocionales por el pasado y la cinta no escatima en explorar esto, en especial a lo que se refiere a la relación entre Natasha y Yelena. De esta forma, Black Widow funciona más bien como un incómodo drama familiar interrumpido ocasionalmente por peleas y escenas exageradas de acción.

En esto último destaca que el guion de Eric Pearson está más preocupado por presentar espectacularidad que sentido, e incrementa una y otra vez las apuestas hasta llegar a un punto en el que se vuelven risibles, pues al final del día Natasha y las Viudas Negras siguen siendo personas sin poderes, por lo que sus hazañas deberían caer en la realidad de su mortalidad. Aquí más bien sus acciones coquetean con la imposibilidad y la sospecha de que quizá son más especiales de lo que habíamos pensado.

Una vez que Natasha y Yelena se reencuentran, alrededor de la marca de los 40 minutos de los largos 133 que dura la cinta, es que empieza una interacción juguetona y desafiante entre las mujeres. Desgraciadamente, la historia decide abordar este encuentro como lo hemos visto en mil ocasiones con personajes masculinos que buscan probar su virilidad: en vez de hablar se pelean a golpes, prácticamente destruyendo el apartamento en dónde están. La violencia gratuita – y con énfasis especial hacia y entre mujeres – es una característica recurrente en esta película. Todos los personajes resuelven sus problemas con golpes.

Abordar una cinta de Black Widow nunca sería sencillo, pues el personaje parece cargar con expectativas inmanejables. Vendida como una de los Avengers más importantes, lo quiera o no, Natasha Romanoff se ha vuelto un ícono feminista, lo cual a su vez la vuelve frágil, en especial al ser escrita por hombres. Es letal, pero tiene sentimientos complejos por Bruce Banner (Mark Ruffalo). No puede tener bebés, pero esto lo ve como un defecto que le pesa gravemente (gracias, Joss Whedon). Tiene un historial lleno de rojo, pero hace hasta lo imposible por limpiarlo en el Occidente.

Y en esta nueva cinta, la directora Shortland y el escritor Pearson la quieren hacer más cálida y consciente de lo que antes había sido. Ahora, el pragmatismo y cinismo caen en los hombros de su hermana menor y aparente heredera en el MCU, Yelena. Aunque en ningún momento ha sido cruel, Natasha ya se preocupa de sobremanera por sus enemigos. Ya está dispuesta a sacrificarse a sí misma por salvar a alguien que no dudaría dos segundos en matarla.

Sospecho que esto está abrumadoramente relacionado con la clara agenda feminista de la historia. A excepción de Dreykov, todas las antagonistas son mujeres, pero no solo eso, son mujeres que están atrapadas en sus propias mentes. Así, las Viudas Negras son más bien víctimas de un hombre sin escrúpulos que las usa como máquinas asesinas. Conforme Natasha y compañía las rescatan, parecen entrar en un manto inmediato de sororidad y alianza feminista que se siente forzado.

¿Acaso ninguna mujer escogió este destino? ¿Todas eran malas porque estaban mentalmente controladas? Al incluir el conflicto del secuestro del libre albedrío, la película elimina la complejidad humana de las mujeres. Todas eran villanas porque no tenían otra opción, y conforme se liberan de esa manipulación, parecen acoger una sororidad utópica. Esta solución refleja lo que vimos al final de Wonder Woman¸ cinta que sugiere que los soldados de la Primera Guerra Mundial únicamente peleaban porque estaban siendo controlados por el Dios de la Guerra. ¿Dónde queda la realidad del caos humano cuando se hacen estas simplificaciones de conflicto? ¿Acaso Natasha y Yelena fueron las únicas que pudieron escoger su destino (casualmente remendado para el bien)?

Más allá de este problema narrativo, la película sobrevive gracias a su elenco de primera. Scarlett Johansson ya más que conoce a Natasha, por lo que aquí está predeciblemente excelente. Mientras que muchos han caído cautivados por Pugh, quien sigue demostrando sus cualidades actorales, mi favorito fue David Harbour como Alexei Shostakov, el papá y único supersoldado ruso que terminó en la cárcel. Introducido como comic relief, Harbour brilla con sus ideales mal enfocados, su sed por los días de gloria y sus intentos fallidos de conexión con el resto de su familia.

Aunque la película tiene momentos disfrutables, en especial algunas bromas de Harbour y la relación creciente entre Natasha y Yelena, lo cierto es que no son frecuentes. Incluso las pocas escenas de acción no son tan apantallantes como las de otras entradas del MCU. Los encuentros mano a mano que no están considerablemente manipulados por efectos visuales son mínimos y la violencia es absurda. El final recuerda al de Captain America: The Winter Soldier, pero sin el peso emocional de un hombre golpeando a su mejor amigo mientras el mundo a su alrededor colapsa.

Natasha Romanoff es uno de los mejores personajes del MCU. Definitivamente merecía una película – y saga – exclusivamente para ella. Desgraciadamente, este intento es un premio de consolación para aquellos que queríamos ver más de ella en pantalla. Al final del día, ni esto alivia la indignación de saber cuál fue su verdadero destino.

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