Batman: violencia, oscuridad y esperanza
Disponible en: cines.
Dirección: Matt Reeves.
Guion: Matt Reeves y Peter Craig, basado en personajes de DC Comics.
País: Estados Unidos.
Elenco: Robert Pattinson, Zoë Kravitz, Paul Dano, John Turturro, Colin Farrell, Jeffrey Wright, Andy Serkis.
Palomómetro:
Más información de la película: https://www.imdb.com/title/tt1877830/

El pasado manda tanto en la tradición fílmica del personaje de Batman como en la más reciente película del personaje dirigida por Matt Reeves. Los distintos Batmen siempre han sido regidos por su pasado, tal y como sucedió con Batman inicia (Christopher Nolan, 2005), película cuya intención de rehacer a Batman como un héroe serio y “realista” provino del fracaso comercial y crítico que fue Batman y Robin (Joel Schumacher, 1997). En la versión del personaje de Reeves y Robert Pattinson vemos a un Batman perseguido por un pasado que ha dejado su marca en la figura de Bruce Wayne. Melancólico, internalizando sus demonios y con un desequilibrado sentido de perdición, el personaje es presentado con una intimidad nunca vista, haciendo visible el dolor y duelo eterno con el que carga.
Este dolor, un sentido que lleva a Bruce Wayne (Pattinson) a convertirse en el justiciero enmascarado, engulle al personaje de manera violenta, causando que el héroe sea una representación retorcida de una “justicia divina”. Gracias a la actitud de juez, jurado y ejecutor que muestra en el transcurso de la película, Batman recibe el apodo de “Venganza”, un manto representativo del temor que presenta ante los criminales. Durante gran parte del filme, Batman es una presencia terrorífica, una figura oculta en las sombras, un nodo en un sistema que castiga al criminal pero que, a su vez, causa un daño colateral inimaginable.
Es así como Pattinson se acerca al personaje, no solo como alguien que tiene que cargar con el dolor y la miseria de un legado maldito, sino también como un actor que pone en sus hombros el peso de una franquicia popular. En el caso de su Bruce Wayne, vemos a su personaje en una faceta que no se había explorado directamente con anterioridad. Su Bruce es un personaje roto y perdido en su batalla interna; es decir, alguien que encapsula el estado de un mundo retorcido en el que todo parece ser sufrimiento sin final. A parte de capturar una versión emo de Bruce Wayne, Pattinson entrega un sexto sentido a la mirada de Batman. Esta clase de actuación ocular, mostrando el cansancio, ira, resignación y, sobre todo, dolor con el que el personaje carga es la más grande prueba de que Pattinson, desde un principio, tenía todo lo necesario para hacer mítico a este héroe, justificando esta nueva representación del personaje.
Así como la versión del personaje que pintó Tim Burton (Batman, Batman regresa), este Batman es visto como un fenómeno, una criatura de la noche rechazada y creada por la corrupción, un ‘hijo de Gótica’. Es una figura que marca su paso con violencia brutal, central en el ciclo de terror que llevó a la muerte a Thomas y Martha Wayne. Al poner en alto las preguntas ¿a quién lastima de verdad el justiciero enmascarado al batallar contra criminales de poca monta? y ¿cómo es que esto resuelve algo? la película muestra cómo la figura de Batman es corrompida por una sed de venganza y violencia sin fin que no resuelve los problemas mayores de Ciudad Gótica.
Quién intenta resolver los problemas institucionales de Gótica es El Acertijo (Paul Dano). Reeves y Greig Fraser, director de fotografía, nos ponen en la perspectiva del villano desde el primer momento del filme, observando desde una toma de perspectiva cómo el personaje acecha como un depredador a su víctima, meticulosamente planeando su ataque. El Acertijo busca descubrir y eliminar una red de corrupción que corroe a Gótica, asesinando a funcionarios y políticos involucrados en esta maquinación. El personaje funciona como un reflejo del reino de terror y violencia con el que Batman lleva gobernando el submundo criminal de Gótica durante sus primeros años de carrera, solo que el villano confronta los problemas de Gótica de frente, pero con intenciones igual de egoístas que las del protagonista.

Con el fervor de una persona que siente que la sociedad que tanto daña merece ser castigada, Dano le da a su Acertijo una presencia terrorífica debido a su singular manera de controlar cualquier escena en la que se encuentre, causando los momentos más escalofriantes y tensos del filme. Esta habilidad de control lo convierte en un villano que se mete bajo la piel de Batman a tal nivel que enfrenta a Bruce Wayne con sus problemas internalizados, demonios que el Acertijo comparte.
Sin embargo, Dano no es el único villano en esta película, mucho menos el único conectado, de alguna manera u otra, al pasado de Ciudad Gótica. El Pingüino (Colin Farrell) y Carmine Falcone (John Turturro) son antagonistas que ponen en juego la santidad de la ciudad. Ambos mafiosos comparten conexiones importantes en el micro-universo del filme como representantes de aquella corrupción que tanto afecta a la ciudad.
Farrell interpreta una versión del personaje que se asemeja más a Tony Soprano que a la representación animalesca de Danny DeVito, logrando que el Pingüino robe pantalla en cada una de sus escenas al usar una energía y un carisma retorcido cómo nunca se le ha visto. El trabajo en prostéticos y maquillaje ocultan a Farrell detrás de la faceta de Oswald Cobblepot, pero esto no impide que sus dotes actorales reluzcan cada vez que está en pantalla.
Mientras tanto, Turturro como Falcone entrega uno de sus trabajos más soberbios en años, dándole vida a alguien que representa la putrefacción al centro de Ciudad Gótica. Su evolución lo posiciona como el punto que conecta todos los males de la ciudad con la temática central del filme: el legado oscuro de dolor y violencia con el que algunos personajes cargan.
Este malestar es representativo en Ciudad Gótica, afectada por un pasado que sigue dejando su marca en sus ciudadanos. Atrás quedaron las referencias artísticas de Burton y Schumacher o el realismo arquitectónico de Nolan y Snyder. Fraser se encarga de que Gótica se mantenga en penumbras durante el día, proyectando atardeceres y amaneceres similarmente naranjas, y cubriendo la noche de sombras. De la mano de James Chinlund, diseñador de producción, y Jacqueline Durran, diseñadora de vestuario, hace que Ciudad Gótica renazca como un lugar similar a ciudades metropolitanas donde la urbanización se traga todo rastro de naturaleza, aunque ésta resplandece en su esplendor y oscuridad únicos.

No obstante, no todo es oscuridad y perdición en Gótica. Hay figuras en la vida de Batman que le ayudan a seguir el camino correcto. Alfred Pennyworth (Andy Serkis), mayordomo y figura paterna de Bruce, muestra la suficiente compasión y bondad ante el joven Wayne como para dejar en claro porqué es una de las conexiones más fuertes y persistentes de Batman. Por medio de interacciones limitadas en las que demuestra preocupación por la obsesión y aislamiento en los que Bruce vive, queda claro que el rol de Alfred es el de un protector y no el de un subordinado.
Igualmente, como otro ángel en el hombro de Batman, está el teniente James Gordon (Jeffrey Wright), una figura moralmente inquebrantable, tal vez la única en todo el departamento de policía. A pesar de que su relación no parece ir más allá del aspecto laboral, Gordon y Batman confían el uno en el otro, desarrollando una amistad que cruza las fronteras impuestas por las reglas sociopolíticas de Gótica. Wright le da al teniente un humor frío y seco, una constitución fuerte ante cualquier situación, sin importar que tan descabellada sea, y una lealtad ante las habilidades de Batman como detective.
Por su parte, Selina Kyle (Zoë Kravitz) es un personaje que pone en duda los verdaderos valores de Batman y sirve como otra ‘hija de Gótica’, tal y como Bruce y El Acertijo lo son. Kravitz crea un personaje complejo, mostrando a una Selina que, a pesar de una clasificación sobrepuesta por otros personajes masculinos, no se rige por las reglas que los demás le imponen. A momentos presentada como una femme fatale y en otros como un personaje totalmente vulnerable que combate su dolor y duelo por medios violentos, Kyle cautiva desde su primera aparición en cámara, con un caminar, mirada y presencia que empujan a los reflectores hacia su posición.
Al igual que Batman, Selina sufre por una batalla interna, solo que ella lleva a cabo actos aún más drásticos que ponen a prueba tanto a su personaje como a Bruce. Ambos comparten emociones que les llevan a revivir momentos de dolor intenso, así como situaciones que les llevan al límite de un plano moral y que crean un paralelismo entre ambos. Es esto lo que hace que su relación se proclame como el corazón del filme.
Mucho ayuda que la química entre Kravitz y Pattinson eleva esta relación a un punto donde la tensión sexual se contrapone a lo que cada uno quiere para sí mismo. Se crean momentos de extrema tensión romántica que no se han visto desde Orgullo y prejuicio (Joe Wright, 2005), presentando a personajes en un punto donde el abandono puede matarles, pero un beso es más mortífero si es de corazón. Esta atracción fatal invade cada uno de sus encuentros, por lo que sus eventuales confrontaciones cobran un impacto mayor, especialmente una vez que ambos personajes reconocen su propia cara detrás de la máscara del otro.

El pasado aflige a Bruce, amenaza a Selina, fortalece a Falcone, alimenta al Pingüino, rige al Acertijo y arrasa con Ciudad Gótica. Este tortuoso pasado y las crueles criaturas que concibe son el motor principal de la trama. Se presentan monstruos que ocultan su verdadera naturaleza e intenciones, que buscan un final que les beneficie a sí mismos y a nadie más. Sin embargo, cuando una de estas criaturas rompe con las barreras de oscuridad y el ciclo de violencia que le vio crecer, decidiendo luchar por la esperanza de un mejor futuro, es cuando se convierte en superhéroe.
Este es el mensaje final que Batman deja a su espectador: la verdadera naturaleza de Batman como un superhéroe. Más que un vigilante, Batman es un protector, alguien que le da la mano a un niño solitario y asustado, asegurándose de que el escenario que dio muerte a los Wayne y a la concepción del caballero de la noche no se repita.
Batman pone a prueba el estatus de Ciudad Gótica como la ciudad de perdición, venganza, violencia y egocentrismo que Batman representa. Sin embargo, hacia el final queda claro que Gótica es Bruce Wayne, quien transforma la figura de Batman de una criatura con sed de venganza a un símbolo de esperanza.
Si Bruce Wayne pudo cambiar, aprendiendo a dejar atrás su pasado de dolor, rabia y violencia, entonces Gótica también puede mejorar, liderada por un símbolo como lo es el nuevo Batman. Conforme la grandiosa música de Michael Giacchino marca los momentos finales del filme, una cosa queda clara: somos testigos de la creación de un universo rico en personajes y temáticas, donde siempre hay un amanecer hermoso, incluso después de la noche más oscura.

Nacido en un pueblo pequeño sin cine, Carlos se enamoró del séptimo arte de manera gradual, llegando al apogeo en medio de su adolescencia. Fanático del cine de género, su pasión por el cine no conoce límites, pasando a medios televisivos y literarios, películas clásicas y modernas, ganadoras del Óscar, y las peores del año. Su segunda pasión es escribir sobre las cosas que le gustan y celebrar estas pasiones con gente que las comparta.