1982: el año que cambió el Líbano – la antesala de la guerra vista desde los ojos de un niño
Disponible en: cines.
Dirección: Oualid Mouaness.
Guion: Oualid Mouaness.
Países: Estados Unidos, Líbano, Noruega, Catar, Francia.
Elenco: Nadine Labaki, Mohammad Dali, Rodrigue Sleiman, Ghassan Maalouf.
Palomómetro:
Más información de la película: https://www.imdb.com/title/tt7725384/

Un día de escuela comienza con un juego de canicas en la arena, una nota de amor deslizada clandestinamente para que la encuentre una niña, y una discusión entre hermanos sobre si uno podrá recoger a la otra al salir del trabajo. Estas imágenes de la cotidianeidad denotan la vida rutinaria en Beirut, capital del Líbano. Sin embargo, distintos elementos nos anuncian que algo anda mal, o al menos, que algo amenaza con romper la calma. La bolsa de canicas que se rompe mientras los niños esperan para entrar al colegio prefigura el caos que los envolverá más tarde, pues comenzará la incursión militar de Israel en territorio libanés.
En su primer largometraje, Oualid Mouaness recupera los recuerdos de su infancia al recrear su último día de escuela acotado por la guerra. Tal información nos llevaría a pensar en un desgarrador relato de la inocencia interrumpida o bien en una mirada lacrimógena que, asida de la nostalgia, incurre en el sentimentalismo para comunicar los hechos. Al contrario, la puesta en escena de Mouaness es de una sencillez mesurada que, mediante toques de imaginación desbordada que rozan en el realismo mágico, da cuenta del inicio de una guerra desde la perspectiva de un niño y los adultos que lo rodean.
El tono que Mouaness mantiene a lo largo del filme es uno de calma y ligera lentitud. Esto permite que los eventos se desenvuelvan, las emociones de sus niños actores se mantengan a flor de piel y que cada vez quede más claro que este ambiente sereno no es nada más que la calma antes de la tormenta. Siempre es agradable conocer a un director que sabe tomarse su tiempo con el material a la mano, pues la presión por hacer relatos digeribles, didácticos e inmediatos es cada vez más grande (lo mismo podría decirse de Mandy de Panos Cosmatos, de la cual la lentitud de su desarrollo es uno de sus aciertos).

En la conferencia de prensa posterior a su estreno, el director mencionó que la preferencia por un ritmo lento viene de su concepción del cine como literatura y su experiencia en el mundo del teatro. Ambas influencias pueden entenderse a lo largo de 1982: el año que cambió el Líbano, pues su estructura recuerda a la de una obra de teatro, en la que la atención se coloca en dos niveles.
El primero y más íntimo resulta casi en un melodrama costumbrista libanés sobre un niño y su mejor amigo, Wissam (Mohammad Dali) y Majid (Ghassan Maalouf). Wissam escribe notas anónimas a la niña que ama, Joana (Gia Madi), y cada tanto reúne las fuerzas necesarias para confesar su amor. Su historia es complementada por la de su maestra Yasmine (Nadine Labaki), una mujer que mantiene a su familia, cuyo hermano se une a las milicias para luchar por su país, y que, además, ve derrumbarse su romance con el maestro del salón contiguo, quien pasa el día pegado a su radio portátil.
A este nivel le sigue uno macro de Historia con h mayúscula sobre una guerra que involucra a Israel y Siria, y que pronto llegará a la capital. Mouaness mantiene a su audiencia cautiva en la escuela privada en cuyos muros transcurre casi la totalidad de la acción. Fuera de campo se mantienen aquellos hechos que lenta, pero seguramente, eclipsan cualquier diferendo personal o historia de amor infantil en ciernes.
1982: el año que cambió el Líbano habla sobre la guerra sin ser una película de guerra, el amor sin ser una película romántica y la amistad sin ser una película de complicidades infantiles. Es el retrato hábil de un momento en el que todo cambia y que marca un antes y un después en la vida de sus protagonistas.

J. Alejandro Becerra es un cinéfilo de opiniones controvertidas. Fundamentalista de Scorsese, se decanta por el cine hollywoodense, pero se empeña por descubrir películas de alrededor del mundo. Aunque estudió Historia en la universidad, le encantaría dedicarse a escribir sobre cine de tiempo completo. No se pierde los Óscares aunque le diga a todos que los odia. Entre sus películas favoritas están Rebecca, Carol, Cléo de 5 à 7, Casino y The Tree of Life. No lo admitirá, pero llora cada vez que mira el final de Porco Rosso. Es un ferviente fanático de Jessica Chastain y Oscar Isaac, y cuenta los días para verlos ganar sus Óscares. Actualmente se dedica a discutir en Twitter con extraños y a aprender sobre marketing digital.