Persuasión (análisis de vestuario): ¿Anne Elliot como heroína contemporánea?
Las obras literarias de Jane Austen nos trasladan a épocas pasadas, abarcando situaciones y contextos sociales donde la mujer es el centro de los acontecimientos. Su catálogo de novelas ha permitido innumerables interpretaciones televisivas y cinematográficas que innovan al incorporar elementos cotidianos y contemporáneos como Clueless (Amy Hackerling, 1995), o, por el contrario, complacen a quienes prefieren la estética original. Sentido y Sensibilidad (Ang Lee, 1995) y Orgullo y Prejuicio (1940 (Robert Z. Leonard, 1940; Joe Wright, 2005 son adaptaciones donde la producción brinda veracidad y diversidad.
Las historias de época se sustentan en gran parte en los elementos fantasiosos que resaltan y modifican la estética de ese periodo, o en la incorporación de anacronismos al diseño de vestuario y a la dirección de arte. En producciones como Mujercitas (Greta Gerwig, 2019), Emma. (Autumn de Wilde, 2020) o Bridgerton (2020- ) se evidencia el equilibrio entre el rigor histórico-cultural y las licencias creativas de los diseñadores.

Dado el año de publicación, Persuasión y otras novelas de Austen se sitúan y vinculan indisolublemente al periodo regente en Reino Unido (1811-1820), años de importantes transformaciones sociales dadas las influencias de la revolución francesa y el modernismo, reflejándose en la moda con tendencias neoclásicas previctorianas.
La novela abunda en giros dramáticos, desarrollados gracias a las facetas evolutivas de su protagonista Anne Elliot, en la adaptación de Netflix interpretada por Dakota Johnson.
Persuasión, de Carrie Crackwell
El guion adaptado y dirigido por Carrie Crackwell en la producción de 2022 obvia alguna de esas facetas, debilitando narrativamente la transformación de los personajes, valiéndose únicamente de una forzada complicidad verbal de Anne hacia los espectadores.

Marianne Agertoft, diseñadora de vestuario, aprovechó la asociación de siluetas tipo imperio (torso ceñido y faldas holgadas) con esta época, así como prendas de mayor movimiento, como túnicas y tejidos suaves (algodón o lino) adaptables a la figura, para definir la estética de los personajes femeninos. Estas siluetas correspondían a los ideales de belleza femeninos impuestos desde la cultura griega y que aún siguen vigentes. Durante la época regente, los intentos de olvidar el estilo rococó que prevaleció por muchos años incentivaron la interpretación de la vestimenta griega original, también conocida como Peplos, que fue variando con el paso de los años gracias al romanticismo, la melancolía hacia la vestimenta de la época medieval y el Renacimiento.
En esta versión, más allá de observar a una heroína rebelde, vemos a través del vestuario a una mujer que ha internalizado el rechazo de quiénes la rodean. Esta inseguridad ensombrece muchas de sus cualidades admirables como la sensatez, la inteligencia y la bondad. La selección de prendas discretas y sencillas propicia la construcción de una personalidad recatada, incluso tímida. A través de estos rasgos exhaustivos Anne enmascara los sentimientos que la afligen que son exteriorizados a través de un repertorio de diseños cromáticos que detallaremos más adelante. La psicología del color de la protagonista, la ambientación y el resto de los personajes permite complementar los códigos de narración fílmica.
Monocromía y estado de ánimo
Cuando conocemos a Anne Elliot está plácidamente abrazada al capitán Frederick Wentworth (Cosmo Jarvis) en un valle de brisas cálidas, siendo el color verde del pasto el complemento para resaltar el blanco de su traje, símbolo de pureza y paz, además de ser indicador de su estatus económico por la delicadeza y el costo de los materiales.
Este estado ideal que experimentó en el pasado se vuelve su más grande anhelo y deseo a lo largo de la película. Junto con la insensibilidad de su padre, Sir Walter Elliot (Richard E. Grant) y sus hermanas Elizabeth (Yolanda Kettle) y Mary (Mia McKenna-Bruce), la nostalgia permite la incorporación de colores oscuros y tejidos sencillos, diferentes a las prendas bordadas y brillantes del resto de los personajes.

A pesar del malestar de soledad y estancamiento, Anne no exterioriza sus sentimientos, evita demostrar cualquier emoción, y prefiere no enfocarse en sí misma y complacer cualquier necesidad de los demás. Durante eventos sociales cumple con los protocolos de estilo: viste elegantes diseños monocromáticos que llaman la atención por el predominio de colores cálidos y telas elaboradas.
Paulatinamente, la cinta presenta la cotidianidad de su día a día. Agertoft incorpora colores pasteles y beiges en camiseros y pequeños ornamentos que denotan la comodidad y libertad que siente en algunas ocasiones, incluyendo su arribo a Uppercross con el fin de cuidar de su hermana menor y de compartir con otros parientes durante actividades recreativas. En cambio, en Lyme, el ámbito social se vuelve protocolar ante la llegada de nuevos personajes y el clima invernal favorece el uso de trajes largos, abrigos y vestidos de cierre frontal en colores neutros y sombríos.
Contrastes de color
El carácter de Anne y de quienes son primordiales en su vida se manifiesta a través del contraste con la ambientación, así como los estilos repetitivos y monótonos del resto de personajes. En Kellynch Hall, las túnicas y vestidos grisáceos que ella luce destacan a diferencia de los trajes estampados y lujosos (muy al estilo rococó) de su padre y hermana. El no compartir símbolos ostensivos es un evidente indicador de su personalidad e intereses, enfocados en aspectos menos banales, como la literatura y el romanticismo.
Durante la estancia y paseos al aire libre en Uppercross sus atuendos de color turquesa relucen en la abundancia natural de los prados. El turquesa trasmite serenidad, lo cual corresponde a la actitud y buen humor de la protagonista al compartir con sus sobrinos y, en especial, a una complicidad que le permite ser ella misma con sus cuñadas, Louisa (Nia Towle) y Henrietta (Izuka Hoyle), quienes lucen durante toda la película diseños conservadores, tejidos naturales y colores austeros.
La escena del atardecer invernal a las costas de Lyme, Anne y Wentworth intentan sincerar sus intenciones durante breves momentos de cercanía. Aunque el encanto escasea por un guion débil en expresiones emocionales, el vestuario de ella – un vestido de lino y chal de terciopelo, ambos oscuros – favorece la declaración de soledad y luto. El lila del vestido y el verde esmeralda de la túnica permiten que se dibuje una silueta a medida que se sumerge en el océano y en la creciente oscuridad del cielo. Anne se esfuerza por dejar fluir los sentimientos que no son correspondidos; se apartan colores y joyas ostentosas para mostrar una apariencia compungida donde el protagonismo se centra en la belleza del lugar.

Por su parte, Lady Russell (Nikki Amuka-Bird) juega un rol fundamental en la vida de Anne gracias a una extensa cercanía familiar con los Elliot. La relación entre ambas es ambivalente, su presencia se debate entre el rol de amiga incondicional, mentora y confidente. A través de su vestuario se conceptualiza una fuerte personalidad gracias a trajes ostentosos de telas brillantes y delicadas, primordialmente en colores cálidos: amarillos, dorados y rosas, acompañado por accesorios variados como guantes y tocados para denotar actitud y estatus.
En la mayoría de las ocasiones – durante la merienda en Lyme o de paseo por las calles de Bath – sus atuendos son llamativamente vivos, incluso relegando a Anne a un segundo plano. El razonamiento de Lady Russell se inclina por decidir a través de la necesidad, evitando lo que dicten los sentimientos, intentando constantemente persuadir a Anne para elegir y apostar por lo seguro financiera y materialmente.
Por último, Wentworth viste un estilo particular de sastrería inglesa clásica que, a pesar del rango y posición económica que disfruta, luce levemente desgastada, a modo de recordatorio de su origen humilde. Normalmente la combina en una cómoda sobreposición que forma capas de distintos colores, incluyendo el azul, marrón, beige y gris.
El corazón de Anne
El desenlace coincide con momentos reveladores para la protagonista: sus cambios actitudinales repercuten en la manera de vestir. Durante los minutos finales ostenta prendas clásicas y sofisticadas, el azul y el rojo son incorporados a su vestuario, representando la seguridad por sus sentimientos hacia Wentworth. Primero, en un abrigo rojo granada de cintura alta y mangas holgadas, y después, en un vestido corte imperio de tela satinada con leves modificaciones de luminosidad debido a la diferencia de telas.

El vestuario de Persuasión está inspirado en las representaciones artísticas de la época, incluyendo cuadros y piezas arquitectónicas, ofreciendo una estética acorde al guion adaptado, más comedia que drama y contemporaneidad vs validación histórica. No hay seguimiento exacto ni rigurosidad formal para retratar a los personajes porque se presentan modificaciones a la estética de la época georgiana. Estos cambios involucran transformar a la protagonista de una delicada aristócrata a una joven rebelde que parece provenir del siglo XIX, ya sea por su manera de pensar o por su apariencia: variaciones de color, transparencias, boinas, patrones cómodos y prácticos adaptados a la rutina personal, y botines de cordones como calzado predilecto. Estos elementos estéticos lucen rudimentarios, pero junto al estilismo y maquillaje, ayudan en un tímido intento de modernización visual.
El diseño de vestuario se vale de su propósito comunicativo y de las intenciones de la directora, brindando al resto de colaboradores la posibilidad de traspasar límites históricos y servirse de la creatividad para crear un planteamiento estético y dramático perdurable y memorable. El vestuario y el patronaje elegido no contrastan ni narran la evolución de los personajes, por lo que con el paso de los minutos resultan convencionales, a pesar de las ideas de color que sirven de anclaje para guiar y ubicar al espectador.

Andhrea es una joven venezolana, estudiante de psicología e ilustradora de moda. Su amor por el cine comenzó desde muy pequeña gracias a su papá, con quien cada noche comparte una película diferente. El mago de Oz (1939) y la trilogía de Regreso al futuro marcaron su infancia. Los aspectos psicológicos le son fascinantes, más allá de los diálogos entre personajes, por eso ama aprender sobre dirección de fotografía y vestuario. Sus películas favoritas son El curioso caso de Benjamin Button (2008), El aviador (2004), La odisea (1997) y Anna Karenina (2012).