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Nomadland (NYFF58): historia poderosa sobre la pérdida, el hogar y los recuerdos

Escrito el 2 octubre, 2020 @Kenny_DiazPR

Directora: Chloé Zhao

País: Estados Unidos

Elenco: Frances McDormand, David Strathairn.

Palomómetro:

Más información de la película: https://www.imdb.com/title/tt9770150/

En un año marcado por la crisis sanitaria del COVID-19, hasta los festivales de cine se han visto forzados a reformularse y encontrar nuevas formas de llegar al público, caso del Festival de Cine de Nueva York en su edición #58. Combinando proyecciones drive-in con proyecciones virtuales, el prestigioso festival ha logrado presentar algunas de las películas más esperadas del año que buscan su lugar en la temporada de premios que está a la vuelta de la esquina.

Una de esas películas es Nomadland, dirigida y escrita por Chloé Zhao (The Rider). Nomadland ha tenido un paso exitoso por los festivales internacionales, ganando el León de oro en el Festival de Cine de Venecia y el Premio de la audiencia en el Festival de Cine de Toronto.

Basada en el libro homónimo de Jessica Bruder, la película sigue a Fern (Frances McDormand), una mujer que lo ha perdido todo: trabajo, casa, esposo y amigos. Se trata, pues, de una historia sobre la crisis económica en Estados Unidos a partir de la recesión de 2008, particularmente de la crisis de una economía de oferta y demanda en la que los trabajadores pueden perderlo todo de un día a otro según cambien las condiciones materiales del país. Ese fue el caso de Fern y los habitantes de un pueblo pequeño llamado Empire, donde operaba la USG Corporation, compañía de fabricación de materiales de construcción que cesó sus operaciones en 2011, significando el cierre del pueblo.

La película no busca exactamente hacer una crítica o denuncia social en defensa de los trabajadores, si bien hay algo de eso. Pero asistimos aquí a un relato íntimo sobre la pérdida y cómo es que esta mujer maneja el luto (su esposo murió enfermo) e intenta sobrevivir a la pobreza. Hay algo que la mantiene activa, algo que parece ser su motor: el trabajo. Si algo nos queda claro de Fern es que quiere y busca siempre trabajar. “Me gusta trabajar”, dice en una escena.

Pero lo más interesante de Fern es que a pesar de su dolorosa realidad, nunca la vemos u oímos lamentándose o llorando desconsoladamente. Por el contrario, se enfrenta a las circunstancias con firmeza. De hecho, en un momento conversa con una joven a quien conocía de antes y esta le pregunta que si es cierto que ella es ahora una vagabunda (homeless), a lo que Fern responde decisivamente que solo no tiene casa (houseless).

Esto no debe entenderse como una intención de Zhao de “romantizar” la pobreza o promover la idea de que todos los problemas se superan trabajando duro en lugar de “quejarse”. Por supuesto que hay realidades sociales y económicas que condicionan las aspiraciones y posibilidades de la clase trabajadora. Es solo que Fern atraviesa un viaje de emociones tan doloroso como hermoso en una forma muy particular. Es en parte lo que hace esta historia tan especial.

Pronto, Fern se une a un campo de entrenamiento para nómadas. Este grupo de personas, casi todos de edad avanzada, viajan por todo el país mientras hacen paradas aquí y allá según las ofertas de empleo que encuentren. A lo largo de la película vemos que Fern llega a hacer de todo un poco, desde trabajar para Amazon, hasta limpieza o cocina. ¿Dónde se aloja mientras tanto? En su van, un detalle muy importante en la historia. No se trata solamente de su medio de transporte, sino del techo bajo el cual duerme. El interior de la van está decorado y acomodado a su gusto. Cuando la van confronta problemas mecánicos y le aconsejan adquirir un auto nuevo, Fern dice que hay un valor en esa van. Hay aquí una hermosa reflexión sobre el significado del hogar y el apego emocional que desarrollamos con ciertas pertenencias.

Esta idea ya se observaba desde el momento en que uno de los compañeros del campo rompe por accidente sus platos y Fern con dedicación intenta recomponerlos. No es un asunto de superficialidad, sino de cómo conectamos con nuestro entorno y con posesiones que nos acompañan a todas partes, especialmente cuando son lo único que nos queda.

Hablando sobre el entorno, es en ese campo de entrenamiento en donde se observa otra de las ideas principales de la película: la conexión con las personas y la naturaleza. Las personas de este grupo han vivido situaciones muy similares a las de Fern: son trabajadores cuyas metas y sueños se vieron tronchados por los cambios tan repentinos en la economía del país.

Aunque las historias particulares de los personajes secundarios no son medulares en la historia, debo destacar los momentos que Fern comparte con Swankie, una anciana enferma de cáncer que solo desea pasar sus últimos días de vida en armonía con la naturaleza. Son unos momentos muy conmovedores.

Me parece interesante, además, que Fern es muy buena escuchando. Presta atención a las historias de los demás sin anteponer el dolor personal al dolor ajeno.

McDormand nos regala una actuación impecable muy diferente a lo que hizo en Three Billboards Outside Ebbing, Missouri (2017), por la cual obtuvo muy merecidamente el Óscar a mejor actriz. Si allí interpretaba ferozmente a esa madre indignada por la muerte de su hija, aquí interpreta sutilmente a una mujer abatida y triste, pero siempre resiliente.

La acompaña un formidable elenco de actores en su mayoría no-profesionales. Quizá el personaje secundario de mayor importancia en la historia sea David (David Strathairn), quien pronto se acerca a Fern con un interés afectivo, discretamente romántico y de compañía.

En cuanto a la naturaleza, y muy en la línea de películas como Into the Wild (2007) o Captain Fantastic (2016), se observa la idea del ser humano viviendo en armonía con el entorno natural. Una relación de muchas caras, pues la naturaleza en su poderío también confronta.

Ayuda mucho a esto una bella fotografía de Joshua James Richards que inspira paz. Vemos unos paisajes desérticos que hablan de la soledad del alma, pero también de perderse para encontrarse. También somos testigos de unos hermosos amaneceres y atardeceres que hablan de nuevos comienzos, de ciclos, de continuar, del curso mismo de la vida. Fern constantemente está observando estos regalos de la Madre Tierra y meditando en ellos. Se trata de ver la vida a través de la naturaleza.

Hay en Nomadland una fuerte influencia del cine de Terrence Malick, cosa que se observaba ya en The Rider (2017), película con la que Zhao se dio a conocer. La propia Zhao ha reconocido a Malick como inspiración en su trabajo.

Diría que aunque tanto en The Rider como en Nomadland la cineasta tiene un interés en temas como las relaciones humanas, la pérdida, el dolor y el hallazgo de la esperanza en medio de la devastación, en su más reciente obra es menos detallista en la construcción de los personajes y el desarrollo de la historia a partir de eventos particulares. Nomadland es más contemplativa y todo va sucediendo de manera muy sutil, natural y orgánica.

No hay grandes sucesos que redimensionen la historia o alteren nuestra perspectiva de los personajes. Todo lo sabemos a través de pequeños momentos y detalles que pasan como si nada, pero que son igualmente poderosos en lo que dicen.

Nada de esto hubiera sido posible sin la tan sensible y relajada dirección de Zhao, quien no está interesada en producir escenas estrepitosas, o en que su protagonista se luzca con una actuación presuntuosa. Por el contrario, Zhao imprime un aire humano y empático justamente necesario para una película como esta y nunca cae en el melodrama ni presenta el sufrimiento de sus personajes de forma sentimentalmente manipuladora. Zhao demuestra que no siempre hay que hacer mucho ruido para contar una historia poderosa, sutilmente devastadora y, paradójicamente, esperanzadora.

Quizá el momento más significante y revelador que nos habla del pasado de la protagonista y sus relaciones familiares lo encontramos cuando Fern visita a su hermana, quien le presta el dinero para reparar la van. Hay un diálogo muy interesante – aunque igualmente corto – en el que Dolly (Melissa Smith) le recrimina – más que con furia, con tristeza – el haberse alejado totalmente de ella e irse a vivir a Empire con Bo (esposo de Fern): “Dejaste un gran hueco al irte.

Se observan aquí unas tensiones familiares y, de nuevo, el significado del hogar. ¿Por qué no puede quedarse Fern a vivir con su hermana? ¿Por qué tampoco puede quedarse con David? Porque ella no siente que su hogar esté con ellos. Su hogar está en donde está su corazón: con Bo y Empire. Si bien Bo y Empire ya no existen, Fern los abraza a través del recuerdo.

Nomadland es una gran historia sobre recordar en el camino. Siempre recordar.

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