Las promesas de Succession
El final de Succession llegó tras cuatro temporadas. No pretendo saber más que el común de los televidentes de esta serie, pero me permito analizar su final y el significado de su éxito como alguien que ha disfrutado genuinamente la serie (y sí, que sufrió un episodio de vergüenza ajena viendo la interpretación de L to the OG).
El ingreso de Succession en la cultura popular actual no fue repentino, tampoco calculado. Simplemente en algún punto de la emisión de la segunda temporada en 2019, más y más gente pareció encontrar curiosas similitudes entre la vida real y las vicisitudes de la familia Roy. Ya sea en la imagen del millonario e inútil de Connor (Alan Ruck) anunciando no querer pagar impuestos y lanzándose a la presidencia de su país sin la más mínima calificación para el cargo, o la autoritaria y aterradora figura de Logan Roy (Brian Cox) inventando el Jabalí en el suelo para probar la lealtad de sus secuaces, o la torturada imagen de Kendall Roy (Jeremy Strong), el heredero que cargaba en su conciencia un crimen sin castigo.
La primera temporada tuvo una recepción discreta, después de todo era una propuesta interesante, pero arriesgada. ¿De qué forma Jesse Armstrong, escritor británico de comedia principalmente, abordaría un drama familiar sobre el poder y la ambición en lo más alto de la Norteamérica corporativa? Es cierto que el lenguaje de los personajes se podía sentir extravagante por momentos, pero la principal queja contra la serie siempre fue clara y directa: “No se puede empatizar con ninguno de ellos”.
Sí, ninguno de los responsables de Succession parece estar interesado en que la audiencia apoye a los Roy o los respalde moralmente. Ningún personaje está construido como un héroe o está destinado a serlo. Esto no significa que el desarrollo de los personajes y las actuaciones del elenco no hayan conseguido que, por momentos, conectemos con el dolor, la frustración, la rabia o el desamor que pueden sentir. Al fin y al cabo, más allá del poder económico que puedan o no tener, las dinámicas de los padres negligentes y los hijos abandonados funcionan igual en términos emocionales, así como los conflictos entre hermanos que no pudieron enmendar vínculos del pasado y que cargan heridas de su crianza pueden verse en los ojos de cualquiera, sin importar su apellido o herencia.
No obstante, en Succession importa la herencia. De hecho, es lo único que importa. La serie inicia con la promesa incumplida de Logan a su hijo Kendall. En su cumpleaños número 80, Logan había planeado retirarse y dejar el cargo de CEO de Waystar, la empresa que construyó desde sus orígenes humildes, al hijo mayor de su segundo matrimonio, pero cambió de opinión. De repente y sin ninguna discusión, Logan decidió que se mantendría en su puesto y que su hijo tendría que seguir esperando. ¿Por qué lo hizo? ¿Dudó de la capacidad de su hijo? ¿Sintió celos de la perspectiva de Kendall como un heredero con la vida resuelta, algo que él nunca fue? Nunca sabremos sus motivaciones reales, pero esa decisión marcó el camino de la serie: un padre que le ha dado todo lo materialmente posible a sus hijos, le niega a uno de ellos la promesa que le hizo cuando tenía siete años.
De la misma forma, el final de Succession ha planteado muchas preguntas. Después de la muerte y el entierro de Logan, sus hijos Connor, Kendall, Roman (Kieran Culkin) y Siobhan (Sarah Snook) deben vivir su primer gran golpe en la vida, una realidad que no pueden cambiar o suavizar con dinero o influencia. Su padre se ha ido para siempre.
Mientras que Connor se decanta en la política y saca provecho de su mínimo capital político de la mano del candidato de ultraderecha que el canal de televisión de los Roy apoyó en las elecciones, la situación para Kendall, Roman y Shiv es totalmente distinta. Ahora deben lidiar con la promesa incumplida de Logan de nombrarlos sus herederos (por separado) y con la última jugada empresarial de su padre, quitándoles de las manos su imperio para siempre. Logan prefirió una salida millonaria antes que dejar su empresa en manos de alguno de sus hijos.
Kendall no se resigna a perder la oportunidad de hacer que su padre cumpla su promesa, incluso desde la tumba, y trata de oponerse a la adquisición; en una breve tregua con sus hermanos parece haberlos convencido de que ese es el mejor camino. Sin embargo, en un último momento, Shiv le retira su apoyo y aprueba la venta de Waystar a GoJo. Mattson (Alexander Skarsgård), como Logan en su momento, descubre la utilidad de Tom Wambsgans (Matthew Macfadyen), un siervo fiel que está tan interesado en su propio éxito como el de sus jefes y que tiene mejores instintos de supervivencia que cualquiera de los hermanos Roy.
La cuestión más comentada sobre el final fue, sin dudas, el cambio de opinión de Shiv, pero, ¿acaso contradice el trayecto de Succession? Además de la referencia directa con la decisión de su padre en el piloto de la serie, Succession ha estado plagadas de acciones impulsivas por parte de Kendall, Roman y Shiv, como, por ejemplo, cuando ella revela en la cena con los Pierce la promesa de su padre de que ella será la heredera. Tal vez Shiv cambió de parecer porque sintió que Kendall no iba a hacer un buen trabajo como CEO, o simplemente respondió a un impulso primitivo de romper un juguete para que ni ella ni sus hermanos lo usen. Quizá el veneno de Logan la alcanzó y ganó el egoísmo y la sensación de no darle a su hermano de manera fácil algo que ella nunca iba a tener.
Aun así, ¿necesitamos justificar a Shiv? Los Roy son algunos de los seres humanos más despreciables que hemos visto en televisión, no hay forma de que entendamos su lógica porque su mundo no es como el nuestro. Ellos pertenecen al 1% de la población mundial, es decir, a los millonarios y privilegiados que no conocen el verdadero fracaso o sacrificio, y que no enfrentan las consecuencias de sus actos. No hay manera en la que su razonamiento se alinee con el de una persona que, entre otras cosas, tiene que trabajar para vivir y enfrentar verdaderamente lo que significa tener más o menos dinero en su cuenta bancaria como consecuencia de sus decisiones.
Otra pregunta que salta al final de la serie es: ¿la reconciliación de Shiv con Tom fue en busca de poder? Personalmente diría que es más una salida cómoda de una situación complicada. Como le dijo el mismo Tom en algún momento, estar casada con el padre de su hijo es más fácil que no estarlo, al menos para efectos del mundo de apariencias en el que siempre tendrán que vivir. Tom jamás tendrá el poder que tuvo Logan y ahora ambos pueden construir una relación en la que saben perfectamente de lo que cada uno es capaz, y eso, en el universo de Succession, es más valioso que el amor y casi tan importante como el poder.
El chico número uno
Succession empezó y terminó con la promesa fallida a Kendall Roy y, parte de la audiencia, en testimonio al trabajo de Jeremy Strong interpretando a este personaje, respondió a esto como si ellos hubieran sido traicionados también. Por Shiv o por Jesse Armstrong. Lo cierto es que nada en Succession aseguraba que esa promesa llegaría a cumplirse.
Hemos visto a Kendall fallar y fallar, levantarse a rastras y sobrevivir. Tal vez eso dio la idea de que era más fuerte que sus hermanos o más merecedor del éxito que ellos. No obstante, Kendall no era su padre, pero creyó que la única forma de triunfar era intentar ser como él, desafortunadamente para su alma, que fue intercambiada por el volátil apoyo de un simpatizante de nazis, y desafortunadamente para él, que rompió el único vínculo real que tenía con sus hermanos (el haberles confesado el accidente en el que murió un mesero que abandonó en el agua). Kendall quiso convertirse en Logan, reescribiendo su historia y negando la realidad para construir un pasado en el que era inocente y, por lo tanto, digno del apoyo de su hermana.
Esto nos lleva a otra pregunta formulada en el final de la serie: ¿Era necesario que Shiv trajera esa historia del pasado para desacreditarlo cuando nunca pareció darle importancia antes? Esta interrogante da la oportunidad de hablar del mensaje de Succession y la verdadera promesa de la serie: mostrar el privilegio de los hermanos Roy y la manera en que este privilegio extendió en sus mentes una red que los separaba de la verdad, los valores, los sentimientos y la empatía. Cuando vemos a estas personas reconocemos su humanidad porque la serie nunca niega su sufrimiento o dolor, pero recordamos constantemente que el mundo en el que viven es una burbuja trasparente, pero infranqueable.
Puede que Shiv no haya sentido ningún reparo moral hacia su hermano por lo que hizo, tal vez ni siquiera le interesaba juzgarlo, pero Logan enseño a sus hijos a usar sus debilidades para lastimarse entre ellos, como si fueran enemigos en medio de una guerra y no una familia. Así lo hizo Shiv, a la vez que Kendall respondió como lo hubiera hecho su padre. Desgraciadamente. No heredó el poder de manipulación que Logan tenía sobre sus hijos. Eso selló su final.
Succession acabó como la tragedia que estaba destinada a ser y así cumplió la promesa a sus televidentes. Mostró la historia de unos niños que vivían en una jaula de cristal, con un padre que no podía amarlos sin resentir que ellos tuvieran comodidades materiales y oportunidades que él nunca tuvo sin luchar. Personas condenadas a vivir en el mundo, pero nunca encontrar su verdadero lugar en él porque estuvieron privados de alcanzar la madurez por medio de trabajo, sacrificio o simplemente experimentación de las consecuencias de sus decisiones. Logan les infundió temor y desconfianza, y los volvió incapaces de actuar con empatía o amor, sin sentir el miedo a la traición o el engaño.
Aunque las vidas de los Roy continúan, sabemos que la suerte está echada para ellos: Roman probablemente pase su vida en bares, bebiendo Martinis y pensando en comentarios inapropiadas que nunca más podrá compartir con Gerri Kellman (J. Smith-Cameron), Shiv se convertirá en su madre, en un matrimonio por conveniencia y con unos hijos a los que nunca entenderá. Kendall, nuestro number one boy, liderará la vida de un fantasma, de alguien que tiene que enfrentar a su conciencia a diario sabiendo que nadie más lo entenderá ni conocerá realmente. Colin, el guardaespaldas de su padre, lo seguirá a todas partes y se convertirá en la sombra, literal y figurada, de su crimen.
El final de Succession ocurre porque la serie cumplió la promesa que le hizo a la audiencia en Celebration, su primer episodio. Ya sabemos quién ocupa la silla de Logan Roy, el codiciado trono de un hombre que edificó un imperio y destruyó a su propia familia. El final ilustra la paradoja de un personaje que decía “hacer todo por sus hijos” y que se deshizo de aquello que dijo construir para ellos porque se dio cuenta de que su propia mano los hizo incapaces de entenderlo, seguirlo y sucederlo.

Lourdes Yactayo es una abogada y escritora peruana. Creció leyendo noticias y libros de fantasía. Su amor por el cine y las películas se forjó desde niña por la apasionante descripción de su madre acerca de sus visitas juveniles al cine para ver Lawrence de Arabia, Zorba el Griego, además de otros clásicos.
Motivada principalmente por la literatura de J.R.R Tolkien, empezó a escribir, desde adolescente, editoriales sobre literatura y luego, artículos sobre Derecho.
Entusiasta de la Historia, las películas bélicas y las referencias literarias en cualquier película o serie de televisión. Disfruta ver películas con sus sobrinos y volver a leer Matar a un Ruiseñor de Harper Lee, cada vez que tiene oportunidad. Considera que su mayor logro personal en Internet es la creación de un hilo sobre la serie Succession y las películas nominadas al Óscar 2020.