Palomita de maíz

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Las mejores películas del FICCI 62

Escrito el 6 abril, 2023 @JuanRod_52

No quería cerrar mi cobertura de la 62ª edición del Festival Internacional de Cine de Cartagena (FICCI) sin una lista de las mejores películas que vi durante el festival y que espero tengan pronto la oportunidad de ver en salas donde sea que se encuentren.

Sin más preámbulo, a continuación mis películas favoritas del FICCI 2023.

7. Herida abierta

Dir. Lina Rodríguez.

En los primeros minutos de Herida abierta, Aurora (Noëlle Schönwald) se esconde en el baúl de un carro para cruzar la frontera de Estados Unidos a Canadá, buscando asilo político tras el asesinato de su esposo. Es una secuencia que, en términos técnicos, es sencilla con fotografía fija y pocos ángulos, pero ejecutada de forma eficaz que nunca baja la tensión del momento. Precisamente es la sencillez lo que destaca en este relato sobre la migración y el trauma, y la manera en que se acerca a las consecuencias de la violencia desde lo cotidiano.

Resulta adecuado el cambio del título original So Much Tenderness, porque si bien hay delicadeza en la construcción de las imágenes de hogares acogedores, la fuerza de la cinta está en cómo esos espacios pueden tornarse en desconcertantes cuando hace falta un cierre y aceptación del pasado, emoción que Schönwald retrata con convicción. Herida abierta es una película que requiere de paciencia al ser muy contemplativa, pero quienes le den la oportunidad pueden compartir esa sensación agridulce que deja meditando días después de su visionado.

 

6. Our Father, the Devil

Dir. Ellie Foumbi.

En el debut como directora de Ellie Foumbi, la venganza es un plato que se sirve frío. Marie (Babetida Sadjo) es una refugiada que ha reconstruido su vida en el sur de Francia, trabajando como chef jefe de un exclusivo ancianato. Su carácter fuerte y reservado se altera con la llegada de un nuevo padre al pueblo, a quien ella identifica como el hombre responsable de la masacre de su familia.

Our Father, the Devil tiene una propuesta interesante, hasta controversial, sobre cómo lidiar con el trauma, y falla en los momentos que se distancia de esta narrativa para abordar subtramas de poca relevancia, pero incluso ahí se destaca la feroz actuación de Sadjo. Su determinación, motivada por el odio, es cautivante, creando un personaje retorcido, pero irresistible que se quiere ver triunfar sin importar que eso signifique perderse en su lado más oscuro.

 

5. Ana Rosa

Dir. Catalina Villar.

La documentalista colombiana Catalina Villar vuelca la mirada a su historia familiar, investigando el tabú en torno a su abuela Ana Rosa, una brillante pianista que fue sometida a un fuerte procedimiento: la lobotomía.

Mezclando varios instrumentos del género como el archivo, la entrevista y la voz en off, Villar presenta de forma directa y eficaz un episodio poco conocido de la medicina en Colombia, el cual tomó a las mujeres como objetos de ensayo y error. Ana Rosa es una valiosa adición al repertorio de trabajos que los cineastas colombianos han construido desde lo genealógico, encontrando en lo particular una narrativa universal para complementar el retrato de la nación más allá de la violencia del narcotráfico y el conflicto armado.

 

4. El castigo

Dir. Matias Bize.

Exasperados por el comportamiento de su hijo de siete años durante un viaje, Ana (Anotonia Zegers) y Mateo (Néstor Cantillana) lo castigan al pretender abandonarlo. Cuando regresan por él no pueden encontrarlo y, en medio de la angustiosa búsqueda, salen a flote los resentimientos de su relación como padres.

Rodada como un plano secuencia en tiempo real, El castigo reflexiona sobre los roles de género en la crianza y la frustración de la maternidad, dando a Zegers un rol estelar con la parábola de la “buena” madre. La actriz chilena demuestra nuevamente porque es uno de los grandes talentos latinoamericanos, encarnando la rabia ante el egoísmo de su hijo y de su esposo, la angustia sobre lo que dirán de ella y, sobre todo, el sutil alivio de la idea de jamás encontrarlo.

 

3. Ennio: The Maestro

Dir. Giuseppe Tornatore.

Por dos horas 36 minutos Giuseppe Tornatore reúne a las grandes figuras del cine para celebrar a un hombre que cambió la historia del séptimo arte con su música: Ennio Morricone. El formato es sencillo concentrado en la obra y los testimonios, configurando un recorrido profundamente conmovedor por la carrera de Morricone, exhibiendo la genialidad del maestro italiano con detalles en la composición de sus trabajos icónicos (un descubrimiento incluso para el cinéfilo más versado) y la reflexión sobre una obra que trascendió las barreras del idioma. No queda más que agradecer por este increíble regalo para los amantes del cine (y esperar que Laurent Bouzereau haya tomado nota para su documental de John Williams).

 

2. La Bonga

Dir. Sebastián Pinzón y Canela Reyes.

En 2001, la comunidad palenquera de La Bonga fue desplazada por amenazas de muertes por parte de grupos paramilitares. 20 años después los habitantes emprenden un viaje masivo por las selvas del Caribe para hacer un retorno simbólico al lugar que representó la libertad de sus ancestros y que perdura en sus memorias.

Este documental se enmarca en el cine del posconflicto con una mirada particular hacia la población afrocolombiana. Con la fantástica fotografía de Timothy Fryett se dimensiona la magnitud de este viaje y la belleza del paisaje, a la vez que se complementa con un proceso colaborativo al incluir las filmaciones que los habitantes hicieron con sus celulares. Hay una cercanía sorprendente con los personajes que forman un relato coral de la resistencia a la violencia desde la acción y la memoria colectiva.

 

1. El Eco

Dir. Tatiana Huezo.

En la sierra norte de Puebla, a 10 minutos del municipio de Chignahuapan, se ubica la comunidad de El Eco, la cual por años ha forjado un camino para la vida en medio de la abundancia del otoño y la sequía del invierno. Por un año, la directora Tatiana Huezo siguió a tres familias de esta comunidad, especialmente a los niños, atestiguando cómo definen su relación con su entorno y las tradiciones de la vida campesina.

La intimidad que Huezo logra en este documental es asombrosa, mostrando una cercanía y ternura en las interacciones que parecen propias de una ficción y exhibiendo un dedicado trabajo por incorporar la cámara al flujo cotidiano. Además, elabora sobre su autoría sin necesidad de acudir a lo explícito. Los pequeños detalles y la consolidación de su filmografía en la infancia y las mujeres en la ruralidad hacen de su trabajo una cápsula de la memoria ante la incertidumbre del futuro hiper-industrializado.

 

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