La representación de las minorías en Hollywood
Dos noticias sobre proyectos cinematográficos de Hollywood han creado controversia en redes sociales en los últimos días. Por un lado, el anuncio de que Carey Mulligan se ha unido al elenco de Maestro, la adaptación de la vida de Leonard Bernstein a cargo de Bradley Cooper, en donde ella interpretará a su esposa, Felicia. Por el otro, la noticia de que Ron Howard dirigirá y Brian Gazer producirá la biopic del pianista chino Lang Lang, basada en sus memorias Journey of a Thousand Miles.
¿Carey Mulligan como latina?
Específicamente, Maestro ha generado controversia debido a la selección de la actriz inglesa para interpretar a Felicia Bernstein – costarricense y nacionalizada chilena, de madre costarricense y padre norteamericano – en lugar de contratar a una actriz de origen latino. Esta no sería la primera vez en la que un personaje latino es interpretado por una persona anglosajona.
Como ejemplo perfecto está el caso de Jennifer Connelly como Alicia, esposa de John Nash, en A Beuatiful Mind (2001) de Ron Howard, papel por el que ganaría el Premio Óscar a mejor actriz de reparto. En esta película ni siquiera se mencionó su origen Centroamericano (la Alicia real nació en El Salvador) y más bien se presentó el personaje como una especie de America’s sweetheart. De hecho, en la historia también se omitió la bisexualidad de Nash.
También hay que recordar el caso del galés Jonathan Pryce. Simplemente hace un año, Pryce fue aclamado y nominado a múltiples premios, incluyendo el Óscar, por su interpretación del argentino Jorge Mario Bergoglio (el Papa Francisco) en Los dos papas (2019). No obstante, esta no sería la primera vez, pues ya había interpretado a Juan Domingo Perón en Evita (1996), basada en el musical de Andrew Lloyd Webber y Tim Rice, en donde Madonna interpretó a Evita y Antonio Banderas al Che.
Limitar a los latinos a personajes clichés, creando y reforzando el estereotipo en el inconsciente colectivo de los espectadores sobre lo que “somos”, es una práctica común de Hollywood, industria que reserva los papeles de latinos respetables para actores/actrices anglosajonas, mientras que destina los roles estereotipados – el capo, la mujer del capo, el jardinero, la criada o la dueña del burdel de mala muerte–para actores y actrices latinas.
Eiza González tuvo su break en Hollywood en Baby Driver (2017), película en la que fue una de las protagonistas y destacó en medio de un sólido elenco. Sin embargo, su personaje sigue siendo el cliché narrativo: una stripper latina que es buscada por la policía y que termina involucrada en una apasionada relación con su excliente.
Este problema no ocurre solamente en el caso de los latinos, pues peores situaciones han denunciado los actores Negros. Ya lo comentaba Thandie Newton recientemente cuando recordaba el casting de Charlies Angel’s en el que objetaron su selección como una de las protagonistas ya que según ellos no era creíble que una mujer Negra tuviese estudios universitarios, a pesar de que la propia Newton asistió a Cambridge.
Se acepta que antes las cosas se hacían de cierta forma, pero ahora estamos hablando de nuevos tiempos que requieren adaptación. Las evidencias apuntan a que es difícil de entender para el estadounidense o europeo promedio el problema de la diversidad en Hollywood, pues incluso los españoles son incluidos en la definición latina – y no caucásica europea – por parte de la industria. Al respecto, merecen atención especial los papeles otorgados a sus artistas y las características asignadas en películas de Hollywood. Un buen ejemplo es el de Javier Bardem, acaso el más famoso, quien ha interpretado estereotipos latinos en producciones hollywoodenses (Loving Pablo, 2017; The Counselor, 2013; Love in the Time of Cholera, 2007).
Carey Mulligan es una actriz estupenda que ha demostrado su calidad en diversas interpretaciones, pero hay actrices latinas que han demostrado talento, carisma y fuerza como para ya llevar una película en sus hombros, incluyendo Mariana Di Girolamo, Eiza González o Ana de Armas, solo por nombrar algunas de las más famosas.
De hecho, precisamente esta última sentará precedente al interpretar nada más y nada menos que a Marilyn Monroe. Las fotos filtradas del set de filmación muestran un parecido increíble. Ahora solo nos toca esperar para observar su actuación y apreciar si logra replicar el acento y voz característicos de Norma Jean.
La presentación de una historia china por un equipo creativo caucásico
En el caso de la biopic sobre el pianista chino Lang Lang, la directora china Lulu Wang cuestionó en sus redes sociales la producción de la película y la selección de Ron Howard como director: “Como una pianista clásica nacida en China creo es imposible contar la historia de Lang Lang sin un entendimiento íntimo de la cultura china + el impacto de la revolución cultural + los efectos del imperialismo occidental“.
La cineasta aclaró no estar interesada en dirigir este filme, pero hizo hincapié en que, al ser ella misma proveniente de la misma región de donde es Lang Lang, reconoció que sería difícil para un extranjero conocer y enfatizar las circunstancias alrededor de la vida de este artista chino. Esta reflexión es totalmente válida al considerar lo complicada que es la cultura china – tan ajena de los occidentales– e incluso de los mismos chinos provenientes de distintas zonas geográficas.
Cuando el chileno Pablo Larraín dirigió Jackie (2016), por ejemplo, no hizo una biopic sobre Jacqueline Kennedy (pues todo lo que se presenta en pantalla es ficción). Más bien, realizó una película sobre el duelo y sufrimiento de una mujer en un capítulo trágico de su vida, dentro de un momento histórico trascendental, como lo fue la muerte de John F. Kennedy para Estados Unidos y el mundo.
De esta forma, Larraín demostró que se puede escribir sobre un tema, más no sobre la experiencia única cultural de un individuo real y ajeno a la cultura propia. Al respecto, también es primordial el equipo de trabajo del que los directores se rodean.
Por ejemplo, en el caso de esta nueva biopic, los escritores que adaptarán el libro son los estadounidenses caucásicos Michele Mulroney y Kieran Mulroney. Consecuentemente, los puestos clave en el desarrollo de la historia – dirección, escritura y producción – serán ocupados por personas blancas estadounidenses. ¿Qué tanta autenticidad y representatividad podríamos esperar de esta película?
No le toca a Occidente crear películas sobre las figuras importantes de culturas ajenas. Al respecto, no estamos hablando de una libre adaptación del ya universal Shakespeare (Ran, 1985, Akira Kurosawa) o de una novela de ficción irlandesa de Sarah Waters (The Handmaiden, 2016, Park Chan-wook) traídas a la pantalla por directores asiáticos y adaptadas a sus culturas. Más bien, en este caso, estamos hablamos de un individuo real de la historia reciente de China y la representación de las minorías en el cine, tanto detrás como delante de cámaras.
No se pueden seguir cometiendo los mismos errores. Ya lo decía Cuarón al hablar sobre su decepción en la necesidad de imponer reglas que obligan a la industria a tomar en cuenta a las minorías, cuando esto debería ser un proceso natural de evolución. Los tiempos nos llaman a crecer y ver más allá de la burbuja en la que se vive.
Lo irónico de todo, es que, a pesar del blanqueamiento de uno de los personajes principales, por un lado, y la adaptación de un hombre chino por parte de un director blanco, por el otro, estas películas estarán fácilmente en la carrera por el Óscar a mejor película – los nombres de Bradley Cooper y Ron Howard pesan en la industria y las situarán como favoritas de manera automática – pues con contratar a algunos becarios y/o líderes de departamentos provenientes de minorías ya se estarían cumpliendo los requisitos mínimos.
Más allá de esto, vale la pena preguntarse: ¿Quiénes deben contar historias multiculturales? ¿Quiénes son los mejores artistas para traerlas a la pantalla grande? ¿Qué se necesita hacer para fomentar la inclusión en Hollywood? Y principalmente, si ya se están haciendo películas sobre las minorías, ¿por qué no se contratan a los artistas racialmente precisos para interpretarlas?

Eloísa Méndez es ingeniero y cinéfila. Siendo precoz y la menor de los hermanos, se las ingeniaba para ver todo tipo de películas desde niña y llevaba un registro de todo lo que veía con su respectiva reseña, mucho antes de que existiera Letterboxd. Un día se cruzó en su camino La Naranja Mecánica de Kubrick y voló su cabeza… desde ese día su amor por el cine ha ido creciendo y solo es comparable a su amor por los animales. Ama el cine en general e indecisa como es, le es imposible escoger una sola película favorita…. incluso 10 favoritas. Amante de la música y la lectura, su gusto es ecléctico.
Excelente reseña!!!!