Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal: Indy contra el comunismo
Cuarta entrega retrospectiva sobre la franquicia de Indiana Jones. Contiene spoilers.
Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal es considerada la oveja negra de esta popular franquicia que inició con Cazadores del arca perdida en 1981; para mí significó una entrada al cine de aventuras de Steven Spielberg. Aunque no es una épica equivalente a sus predecesoras, hay mucho que apreciar en Indy IV.
A diferencia de otras películas que tienen que inventarse razones descaradas para desempolvar personajes queridos, El reino de la calavera de cristal reúne los esfuerzos de tres hombres que superaban los 60 años, interesados en demostrar que un aventurero invencible iba a envejecer eventualmente para ser testigo de guerras en las que ya no podía participar. Después de varios borradores de guion (incluyendo uno acreditado a M. Night Shyamalan y otro a Frank Darabont), el director Steven Spielberg, el productor George Lucas y el actor Harrison Ford regresaron a Indiana Jones para demostrar que un héroe camino a retirarse puede seguir luchando, incluso si está confundido sobre su lugar en el mundo.

Un viejo vs la guerra fría
El peor modo de ver una entrega avanzada en la historia de una franquicia es compararla con el legado de las cintas que vinieron antes. La cuarta película de Indiana Jones se estrenó 19 años después de su predecesora y su modo de producción es fundamentalmente diferente. La trilogía original tenía efectos visuales prácticos y una presentación visual entregada a sentirse tangible. Reino, por cuestiones de economía, es dependiente de una amalgama entre lo práctico y lo digital que es notable desde el primer cuadro, con un roedor hecho a computadora que abre la cinta.
Ubicada en los años 50, Reino tiene algo que no tienen las otras entregas. Si aquellas se basaban en repetir hasta el cansancio la lucha legendaria entre el bien y el mal a través de eventos paranormales y nazis que merecían ser golpeados, esta enfrenta a Indiana con la Guerra Fría, un conflicto donde la moralidad es insuficiente para explicar quién debería ganar. Jones, todo un héroe del bien de guerras en las que la maldad es clara, es testigo de cómo Estados Unidos y la Unión Soviética pueden destruir al mundo entero con su poderío nuclear.
Ahora, el mundo ya no es tan claro como solía serlo y la decepción no acaba ahí. Como un hombre camino a la tercera edad, Jones espera el respeto de un veterano. No obstante, sucede todo lo contrario: la paranoia interna de Estados Unidos por la amenaza del comunismo retira todo prestigio de Jones. El arqueólogo es despedido de su empleo y rechazado porque sospechan que ha traicionado a su patria como un espía del enemigo. Una escena infame tiene a Indy sobreviviendo a una bomba nuclear escondiéndose en una nevera de plomo. Sobrevivir no es el mayor logro de Jones, sino presenciar el hecho de que su país encontró la forma de crear el arma definitiva cuando pasó décadas intentando que otros no lo hicieran.
Si bien los estadounidenses y los soviéticos no se enfrentaron directamente, su mayor campo de batalla fue el ideológico, y Jones es víctima del miedo que siente su nación de que el comunismo destruya el modo de vida capitalista y la moral de las familias americanas. Indy es despedido de su trabajo como académico y obligado a migrar como consecuencia de una persecución política. Sumado a esto, Reino le hace un homenaje a los temas tratados en el cine B y la ciencia ficción de los 50 con el comunismo amenazando con utilizar la tecnología más extraña para introducirse en todas las esferas de la vida cotidiana (Véase Invasion of the Body Snatchers de 1956).
La mejor escena de Reino tiene a Cate Blanchett, en su papel más ridículo como Irina Spalko, una coronel soviética. Spalko es una mujer obsesionada con el triunfo de su país sobre Estados Unidos y referencia el trabajo de J. Robert Oppenheimer, creador de la bomba nuclear, como un logro que debe superar con su intelecto. Spalko amenaza a Indy con la idea de que los comunistas no necesitan de una bomba atómica para acabar con el enemigo, solo requieren ideas convincentes para cambiar la política y la economía del adversario sin que se den cuenta. Spalko busca obtener la misteriosa Calavera de Cristal para ser bendecida con conocimiento y cementar las capacidades de persuasión de su país.

Un hombre de familia
El reino de la calavera de cristal es más que un intento de regreso a los días de gloria del personaje. Los mejores héroes se mueren jóvenes porque es imposible concebirlos vulnerables por la edad. Esta entrega ofrece una alternativa para el desasosiego de Jones sin dejar de celebrar la sabiduría que acumuló con los años. Si Indiana Jones fue traicionado por su país y tampoco puede participar en nuevas misiones, tal vez la mayor aventura que no ha vivido es aquella de la que más ha huido.
El primer final aparente de esta franquicia fue Indiana Jones y la última cruzada con Indy reconciliándose con su padre y con su vocación, pero el asunto de su vida romántica no fue resuelto: Indy tuvo varios amoríos que jamás resultaron. En Cazadores del arca perdida, el egoísmo de Jones fue redimido por el amor que sentía por Marion Ravenwood (Karen Allen), quien lo inspira a abandonar su ambición por el Arca de la Alianza; no obstante, esta fue reemplazado por otros intereses románticos en cada una de las secuelas hasta su regreso en Indy IV.
Mutt Williams (Shia LaBeouf), el hijo de Marion, es quien empuja a Indy a una aventura destinada a aliviar su tristeza. Jones se vuelve el mentor de Mutt y lo apoya en su intención de no estudiar una carrera universitaria y vivir en sus propios términos. Cuando Indy se entera de que Mutt es su hijo, lo recrimina por abandonar sus estudios y le es imposible sentir arrepentimiento, no porque no haya tenido una vida romántica por Marion, sino porque fue tan grave su abandono que ella prefirió mantener la existencia de Mutt como un secreto y criar a su hijo con la ayuda de amigos.
La película no necesariamente castiga a Jones, pero le permite dejar atrás su miedo de formar una familia. En ningún momento Marion o Mutt representan un obstáculo en su objetivo de regresar la Calavera de Cristal a sus dueños, al contrario, ambos apoyan incondicionalmente a Indy en su misión, siendo aliados indispensables tanto por su inteligencia como por su ternura. Reino crítica este miedo particular de Indy: siempre pudo haber tenido una familia y seguir participando en aventuras. Finalmente, la película encuentra los momentos para reconectar a Indy con Marion, con este admitiendo que no existió jamás una mujer en su vida como ella.

No obstante, incluso con los temas de la familia y la amenaza soviética, Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal tiene un guion inconsistente que, como sus predecesoras, se distrae de nuevo con estereotipos culturales. Los rusos son malvados porque sí y los mayas, combinados con otras culturas mesoamericanas, son salvajes sin ningún diálogo de valor.
Spielberg se siente menos interesante como cineasta al repetir las tramas de sus películas de ciencia ficción anteriores, combinadas con una libertad creativa limitada por la producción digital. Por ejemplo, una persecución en la jungla, la secuencia de acción más grande de la película, palidece ante los esfuerzos de producción demostrados en las películas previas. Cazadores y Cruzada utilizaron desiertos reales para establecer riesgos inmensos y Templo tiene una mina llena de trampas mortales. Reino tiene una ambientación generada por computadora que no transmite velocidad o sensación de peligro.
Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal tiene fallas evidentes, pero destaca la exploración de temas interesantes, incluyendo el envejecimiento de un héroe tan establecido en su físico como Indiana Jones, la complejidad moral de la Guerra Fría y el enfoque emocional resultante de la relación entre Indy, Marion y Mutt. Aunque no esté a la altura de las entregas anteriores, Reino tiene momentos que la hacen imprescindible.

Carlos es un médico y profesor colombiano. Descubrió su amor por el cine a los 7 años, cuando su papá le consiguió un reproductor VHS y varias cintas. Luego de ver Star Wars – Episodio III se enamoró para siempre de las salas de cine. Más adelante, se obsesionó con coleccionar películas en DVD y Blu-ray. Durante el curso de su carrera de medicina, sus amigos le convencieron de escribir sobre las cintas en su colección y henos aquí…