Homecoming: conversación con los directores Suvi West y Anssi Kömi
En la pasada edición del Festival Internacional de Cine de Toronto tuvimos la oportunidad de entrevistar a Suvi West, directora finlandesa de raíces Sami, y su pareja, el director y director de fotografía finlandés, Anssi Kömi, ambos codirectores del documental Homecoming.
En Homecoming se presenta el proceso de devolución de objetos Sami que emprendió el Museo Nacional de Finlandia a los pueblos Sami y al Museo Sami Siida. Estas piezas fueron recolectadas, en muchos casos, mediante episodios violentos que representan un trauma en la población Sami, el pueblo indígena del extremo norte de Escandinavia.
Cada artículo simboliza un acertijo por ser resuelto, así como una oportunidad para sus antiguos dueños y herederos de descubrirse y redescubrirse a través de objetos cotidianos. Estos objetos son distintos de las mercancías producidas en masa no solo por las técnicas de producción antiguas y artesanales, sino porque cada pieza lleva la identidad creativa del pueblo y de la región de donde viene. Uno a uno, los artículos rescatados desencadenan una vorágine de pistas y nuevas incógnitas que solo pueden ser entendidas y resueltas por los descendientes de aquellos que los crearon.
En Homecoming vemos el dolor que significa recordar la destrucción cultural y la violencia sufrida debido al colonialismo. No obstante, también hay un sentido de esperanza que emana de la nueva postura de algunos museos que entienden su origen colonizador y se comprometen a resarcir los daños devolviendo objetos de su colección a sus legítimos dueños.
A continuación, la conversación con los directores, la cual toca temas como colonialismo, asimilación y restitución de bienes culturales.

¿De dónde salió la idea para realizar este documental?
Suvi West (SW): Había pensado mucho acerca de cuestiones de representación y otredad, y lo había pensado por mucho tiempo. También pensaba en cómo investigadores foráneos representaban al pueblo sami; los museos son, de hecho, lugares clave en esta representación. Entonces cuando escuchamos que esta repatriación iba a pasar, inmediatamente pensamos que debíamos documentar este proceso, incluso si no estábamos seguros de cuál iba a ser la historia.
¿Cuánto tiempo tomó el proceso de hacer el documental?
SW: Empezamos en 2020.
Anssi Kömi (AK): Entonces tres años.
SW: De hecho no fue tanto porque el documental previó (Eatnameamet – Our Silent Struggle, 2021) [tomó] seis años. No fue tan fácil conseguir los fondos, no los conseguimos rápido, nos daban dos no por cada sí, y es porque no sabíamos realmente de qué iba a ir la historia. Al final tuvieron que confiar en nosotros porque la manera en la que hacemos los filmes es no sabiendo cuál será el resultado.
AK: Fue más fácil esta segunda vez porque en el primer documental no había un punto de referencia. ¡Ahora ya confían más en nosotros aparentemente!
Desde afuera parece que hay bastante apoyo a los cineastas Samis. ¿Es así?
SW: Yo no diría bastante. Cuando trabajamos en Escandinavia, creo que hay el mismo apoyo para los Samis que para los escandinavos. Hay lugares específicos para nosotros, como el Instituto Sami de cine. Sí nos apoyan y es un buen monto, pero no es suficiente, entonces necesitamos fundadores escandinavos también. La situación está mejorando. Cuando empecé a hacer filmes escuchaba que no podían haber muchas películas Sami a la vez. Si alguien hacía una película acerca del pueblo Sami, la siguiente tendría que ser en cinco años, como que no podía haber muchas historias Sami.
Creo que ahora los fundadores entienden mejor que ser Sami no es una temática, es más bien su propia industria, y que dentro de los filmes Samis puede haber muchos tipos de historias. También está mejorando porque los filmes que ha aprobado el Instituto Sami de cine son buenos y se dan cuenta de que hay que tratar a estos cineastas en serio porque son buenos cineastas que hacen buenos filmes, no son solamente curiosidades étnicas.
En el documental juegan mucho con imágenes reflejadas mediante una pantalla dividida. ¿Qué significa esto?
SW: Es una frontera. Una es esta realidad y la otra es un “mundo de abajo”, que es la realidad en donde viven nuestros ancestros y desde ahí nos aconsejan a los que vivimos en esta realidad. También es el mundo espiritual y el mundo de los sueños. Eso lo intentamos hacer cinemáticamente.
Los tambores ceremoniales tienen gran importancia en la cultura Sami. Hay un escena en donde vas al museo a ver uno de estos tambores, ¿por qué decidieron no mostrar el tambor en pantalla?
SW: Es por respeto y por respeto a su anterior dueño. Los tambores han sido tan trivializados, tan apropiados por la industria del turismo, que nosotros no queríamos hacer lo mismo.
AK: Es un artículo muy personal para su dueño, es un conector con sus ancestros. Muchas veces no era permitido ni tocarlo por alguien más. Por la historia de extraccionismo, gente murió por esos tambores. La historia fue tan dura y tan suprimida. Fueron arrebatados a los Samis y ahora están en manos de los demás. Entonces decidimos no mostrarlos. Ese artículo tan íntimo se hubiera sentido como explotación filmarlo y mostrarlo. Es como que lo tienen en una prisión (el museo) y todo el mundo le toma fotos.

¿En Finlandia enseñan la historia de colonización hacia los Sami?
AK ¡Nada!
SW: No. Aprendemos más acerca de los nativos de Norteamérica en el sistema finlandés que de los Samis.
AK: Antes de conocerla a ella [Suvi West], no sabía nada acerca de los Samis, nada.
Tal vez escucharon que en Canadá había un sistema de internados donde a muchos pueblos indígenas se le despojaba de su cultura y muchos nativos murieron.
SW: Sí, sí. Fue terrible. Nosotros también teníamos internados, pero se les permitía ir a sus casas dos veces al año, no eran tan duros como en Canadá.
¿Se les dejaba hablar su idioma?
Ambos: No, no.
SW: Eso pasó hace poco, era la generación de mis padres.
En Canadá creó que la última escuela residencial cerró en 1984 (Nota: la última escuela residencial canadiense cerró en 1996).
AK: ¡Jesús!
SW: Creo que con los Sami fue en 1970 o 1971. Fue un gran trauma, pero eso no se enseña. Es terrible.
AK: Lo interesante es que en Finlandia, en su identidad, ellos no se ven como que tengan parte alguna en la colonización porque en la historia siempre han sido oprimidos por Rusia o por Suecia, entonces son los de abajo.
SW: Creo que en Finlandia, ven a la cultura Sami como algo de lo que se pueden adueñar, que pueden apropiarse de ella.
En una de las escenas, en un museo de Alemania, vemos que hay un archivo lleno de artefactos envueltos en cajas. ¿Cómo se siente ver así los artefactos tuyos dentro de estas cajas?
SW: Siento que son prisioneros (risas). Imagínate en una bodega fría. ¡Qué solos se han de sentir!
Me recuerda mucho al caso de México. Cuando México era parte del imperio de los Habsburgo, se llevaron objetos mexicas a Viena. A pesar de pedir muchas veces al Museo Etnográfico de Viena su restitución, se han negado. Dicen que es una parte importante de su colección.
SW: Creo que es interesante cómo el mundo de los museos ha cambiado. El Museo Nacional de Finlandia ha sido uno de los pioneros debido a esta repatriación, y de acuerdo a lo que yo les entendí, ellos creen que es un deber hacerlo. Los museos no pueden seguir haciendo esto, tienen una gran carga de su pasado colonial.
AK: Si no lo hacen, estarían continuando el trabajo colonizador y creo que ahora quieren liberarse ellos mismos de eso y, de hecho, están muy emocionados. Los museos se dan cuenta de que es una nueva oportunidad para ellos porque creen que si entregan sus colecciones van a desaparecer como museos y no es el caso. Pueden tener nuevos enfoques.
Una cosa interesante de los museos es que tienen colecciones y han creado imágenes rotas. Cuando vas al museo, crees que eso es conocimiento, pero no hay conocimiento, no hay una historia porque no saben nada acerca de los objetos. Ahora que los objetos han sido regresados a los Samis, hay gente vieja que aún sabe y pueden contar las historias, de dónde vienen los objetos, de qué culturas son.
Ese proceso enriquece a los museos y los hace prosperar. Pueden hacer intercambios entre ellos y hacer exhibiciones, pero con los objetos que ya han regresado a casa y que han recolectado ese conocimiento. Que sean prestados. Es más conocimiento y más real, eso le daría un mejor servicio a los visitantes de los museos.
Esta entrevista fue editada y condensada para dar claridad. La conversación tuvo lugar en el marco de TIFF 2023.

Daniel Flores es un escritor mexicano basado en Toronto. Empezó a escribir acerca de diseño, artes y economía, y ahora se enfoca en deportes. No tiene empacho en decir que su amor por el cine debió haber nacido con las trilogías del 5, pero, sin duda, fue altamente influenciado por vivir a dos cuadras de un multicinema y a 20 minutos de un videoclub. A diferencia de muchos amantes del cine, y a pesar de dejar muchas fuera, es capaz de nombrar sus cinco películas favoritas: El secreto de sus ojos, Sin City, City of God, El Laberinto del Fauno y Nymphomaniac.