Hasta los huesos: nihilismo caníbal para los forajidos emocionales
Disponible en: cines.
Dirección: Luca Guadagnino.
Guion: Dave Kajganich. basado en la novela «Bones & All» de Camille DeAngelis.
Elenco: Taylor Russell, Timothée Chalamet, Mark Rylance, André Holland, Anna Cobb, Michael Stuhlbarg, Chloë Sevigny, Jessica Harper, David Gordon Green.
Palomómetro:
Más información de la película: https://www.imdb.com/title/tt10168670/

Maren Yearly (Taylor Russell) es una adolescente de 18 años, tímida, atrapada en sus propios pensamientos, viviendo con su padre en Virginia, Estados Unidos, durante los 80. Acepta ir a una pijamada con un grupo de chicas. Se escapa de su hogar en la noche, llega a la casa de sus compañeras de instituto, y después de vagas conversaciones sobre su origen y el abandono de su madre, Maren muerde y se come el dedo de una de las chicas, regresando a su casa con sangre en su rostro y ropa.
En lugar de alterarse, su padre Frank (André Holland) actúa con frustración, como si fuese cuestión de tiempo para que Maren hiciera algo así. Esta introducción arroja al espectador con brutalidad al intrigante mundo que Luca Guadagnino construye en Hasta los huesos, una película de carretera que inicia cuando Maren es abandonada por su padre y se dispone a buscar a su madre, quién la abandonó en la infancia, para descubrir el origen de sus instintos caníbales.
La extraña belleza de Hasta los huesos recae en su peculiar fusión de géneros y la convicción genuina que el director tiene sobre la premisa. Se concibe como un drama romántico adolescente sobre la angustia de crecer y el horror de ocultar una identidad destructiva para otros y para sí mismo. Lo que la eleva a un terreno diferente es la agudeza narrativa y los riesgos que toma para no dar respuestas fáciles. El canibalismo funciona como un recurso narrativo para comprender a los personajes en toda su ambigüedad moral y el trágico trasfondo que arrastran en serenidad.
Durante este viaje en búsqueda de su madre por Estados Unidos, desde Virginia hasta Minnesota, Maren escucha una cinta de casete que su padre le dejó. Cinta que, con la cautela y prudencia que caracteriza el ritmo de la película, transmite la impotencia de Frank de no poder controlar el apetito por carne humana de Maren desde temprana edad. Además, Maren conoce a dos personas que serán claves en su viaje físico y metafórico al autodescubrimiento.
El primero es Sully (Mark Rylance), un hombre inquietante que trata con afecto sospechoso a Maren y le explica que no es la única caníbal en el mundo. Los «eaters», como él los llama, están por todas partes, y tienen la capacidad de identificarse entre ellos a través del olor que desprenden. Además, le explica que el apetito caníbal no es algo que puede refrenarse, está en su naturaleza y se intensifica con la edad.
El segundo es Lee (Timothée Chalamet), un chico que conoce en una gasolinera e identifica como otro caníbal, entablando rápidamente un vínculo emocional. Con una camioneta robada, Maren y Lee siguen el viaje para encontrar a la madre de ella, pero en el camino, planteamientos interesantes sobre su condición caníbal son formulados, y más importante aún, la conexión entre ambos se hace más estrecha.

A pesar de imperfecto, el resultado de Hasta los huesos es constantemente interesante. Se sienten vibras de Badlands (Terrence Malick, 1973), al seguir el viaje de dos marginados sociales, hedonistas, guiados por sus propios impulsos y emocionalmente perdidos, y al prestar una atención minuciosa hacia los paisajes sureños en la fotografía. También se aprecia Raw (Julia Ducournau, 2017) por el uso del canibalismo como metáfora para el coming of age, así como por las chocantes escenas de antropofagia que harán voltear el rostro a más de un espectador.
Aun así Hasta los huesos sigue su propia esencia. Es fiel al estilo contemplativo de Guadagnino que no tiene temor de usar los silencios para transmitir emociones. Los diálogos, aunque resulten empalagosos en ocasiones, brindan profundidad emocional a los personajes, consiguiendo empatía del espectador, a sabiendas del rastro sangriento y criminal que van dejando en su viaje.
Las interpretaciones de la cinta pueden ser varias, siendo la más obvia una metáfora a las adicciones que se expone de manera literal en cierto punto. Sin embargo, la que resulta más profunda y emotiva, toma la vivencia de los caníbales como una reflexión sobre los solitarios, los forajidos, los marginados sociales que constantemente se preguntan ¿soy una buena persona?
Ante un mundo que los abusa y abandona, Maren y Lee se encuentran para darse confort y comprensión mutua. Una conmovedora escena transmite a la perfección la sobrecogedora sensación de dar y sentir amor incondicional: sin juicios hacia el pasado, los errores cometidos y los factores que no definen su existencia. Se trata de un amor que ve la esencia misma y la acepta con todo e imperfecciones.
El trauma por la marginación se transmite con solidez en Maren y Lee. Las interpretaciones de Taylor Russell y Timothée Chalamet son excepcionales por la gama de emociones profundas que manejan en silencio. En ella está la culpa y el horror de sus actos caníbales que desea reprimir, sumado a un vacío y desapego por los demás debido al abandono. En él, la justificación y apropiación del canibalismo como parte de quién es, huyendo de traumas familiares y actuando con distancia emocional.
El cliché de los dramas románticos adolescentes de sentir que se encuentra un lugar seguro en otra persona se consolida aquí de manera efectiva y empática. Guadagnino sabe hasta donde estirar los límites chocantes de la historia y hace que los personajes se ganen nuestro aprecio, y sobre todo, nuestra identificación. En ambos está la lucha por pertenecer a un mundo opresivo y el dejar a un lado aquella parte de nuestra naturaleza que nos ata y contiene.
Sumado a la esbelta banda sonora de Trent Reznor y Atticus Ross, la preciosa fotografía de Arseni Khachaturan y la escalofriante presencia de Mark Rylance, quien brilla en sus escasas apariciones, Hasta los huesos es brutal y emotiva. La historia es un viaje que no se trata únicamente sobre una joven en busca de su madre, sino sobre conectarse y hacer las paces con su propia existencia. El resultado visceral ofrece una melancolía hermosa, trágica y liberadora.

Psicólogo desde 2018, cinéfilo de toda la vida. Se graduó en 2018 en Maracaibo, Venezuela. Tiene 24 años. Apasionado por el cine independiente y los documentales. Entre sus cineastas favoritos se encuentran Richard Linklater, Ken Loach, Kelly Reichardt, Michael Haneke y Céline Sciamma, los cuáles aprecia por su sinceridad y humanismo al entender a las personas con sus complejidades.
La película Boyhood (2014) le hizo darse cuenta de la capacidad de belleza que tiene el cine, aunque su fascinación por escribir y leer historias que le transporten a otros lugares viene desde su infancia. Le gustaría conocer cine de todas partes del mundo y especializarse en psicología clínica infantil, y quizá, algún día, escribir un guion inspirándose en sus ídolos del séptimo arte.