Palomita de maíz

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Todo lo invisible (Los Cabos 2020): una historia que se queda a media tinta

Escrito el 31 octubre, 2020 @alessandra_kr

Directora: Mariana Chenillo.  

Guionistas: Mariana Chenillo, Ari Brickman.

País: México.

Elenco: Ari Brickman, Bárbara Mori, José María de Tavira, Daniela Schmidt, Tomás Owen, Romina Soto, Melissa Rovira, Silverio Palacios, Paloma Woolrich, Delia Casanova.

Palomómetro:    

En Todo lo invisible, Mariana Chenillo explora la idea de que en cualquier momento nuestra vida puede cambiar para siempre en cuestión de segundos. Ante esto, ¿cómo reaccionaríamos y qué tipo de relación tendríamos con aquellos a nuestro alrededor? En el caso de Jonás, nuestro protagonista, él mantiene una atmósfera de enojo sin enfoque y abuso emocional hacia su esposa, quien se mantiene al pie del cañón aguantando toda majadería lanzada por él.

A pesar de que este cambio de realidad, presentado en los primeros minutos de la película, es efectivo y engancha a la audiencia, el resto de la cinta es un desafío. Jonás es un patán que ni siquiera tiene un arco emocional satisfactorio. Más bien, las cosas se solucionan por encimita y de manera apresurada.

La historia encuentra a Jonás (Ari Brickman, quien también es coescritor) llevando a sus hijas pequeñas al colegio. A simple vista se nota que pertenecen a la clase media alta de la ciudad de México, hecho confirmado conforme la historia avanza, y característica vital para que el protagonista explore su vida nueva sin preocupaciones financieras. Un accidente automovilístico hace que la bolsa de aire se active de manera tardía en el asiento de Jonás, haciendo que pierda la vista.

A partir de aquí seguimos al hombre en sus intentos por que la automotriz acepte responsabilidad por la bolsa de aire defectuosa, así como en su vida diaria bajo la nueva normalidad de ser invidente en negación. Jonás tiene pésima actitud con todos a su alrededor, con énfasis especial en su esposa Morris (Bárbara Mori). Entre los intentos desesperados por obtener una indemnización justa, Jonás se pone en contacto con Saúl (José María de Tavira), abogado que fue amigo de su niñez y que es exnovio de Morris, razón por la que hace siglos que no se ven (disculpen el juego de palabras).

Con base en una solución que el mismo Jonás idea, su patanería y toxicidad salen a relucir. Se entiende que está pasando por un momento complicado en su vida, pero eso no justifica el comportamiento terrible hacia su esposa, incluyendo arranques de celos y desconfianza, una toxicidad que no escucha razones y apunta dedos injustos de culpa, y una resistencia a adaptarse a la realidad en la que ya ha vivido por seis meses.

Esta crisis emocional incluye una mudanza temporal a la casa de su papá, en donde se topa con Flor (Daniela Schmidt), la esposa (muy) joven del papá que muere por tener hijos. El hecho de que desarrolle un amorío con ella es la cereza en el pastel para el descaro que este tipo profesa hacia su familia. Por esto, y gracias a una interpretación sólida y berrinchuda por parte de Ari Brickman, se desarrolla una indiferencia total hacia su etapa de crecimiento y maduración a sus cuarenta y tantos años.

Quizá la película sería más interesante si se enfocara en otros personajes. Por ejemplo, el papel de Morris no se desarrolla con tanta atención como el de Jonás. Aunque la seguimos en varias escenas, sus intenciones son temerosas y discretas. Mori interpreta a su personaje con curiosidad, siempre a punto de hacer algo rebelde, pero al final se resiste y continúa siendo la esposa leal y comprensiva. Aquí el único que se puede dar el lujo de ser hiriente o complejo es Jonás.

Hacia el final de la película, el conflicto con la automotriz se supera rápidamente con un diálogo breve y lanzado al aire. Lo que fuera el conflicto inicial de la película, se vuelve redundante. De igual forma, sus acciones imprudentes y egoístas no son exploradas ni confrontadas. Por esto, el final es apresurado e insatisfactorio al presentar una especie de redención a través de un conflicto inverosímil y débil.

A pesar de que Jonás es recibido con brazos abiertos por su familia descuidada y preocupada, las faltas son demasiadas como para que pase lo mismo con la audiencia. Puede que Morris y sus hijas no sepan sobre las liberaciones emocionales y físicas que tuvo en su proceso de aceptación de su nueva vida, pero nosotros sí y no estamos dispuestos a superarlas todavía.

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