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La diosa del asfalto (Los Cabos 2020): una historia con potencial es enterrada en una ejecución lamentable

Escrito el 31 octubre, 2020 @alessandra_kr

Director: Julián Hernández

Guionistas: Inés Morales, Susana Quiroz.

País: México.

Elenco: Ximena Romo, Mabel Cadena, Alejandra Herrera, Nelly González, Samantha Orozco, Axel Arenas, Giovanna Zacarías, Pascacio López, Paulina Goto, Jimena Mancilla, Claudia Lobo, Esteban Caicedo, Raquel Robles, Juan Carlos Torres y Javier Oliván.

Palomómetro:   

La diosa del asfalto, lo nuevo de Julián Hernández, inicia con una leyenda que indica que esta película está basada en hechos reales, cosa que resulta difícil de creer con tanto giro dramático simplón. La cinta cuenta con propuestas interesantes, incluyendo el guion de Inés Morales y Susana Quiroz, pero con decisiones técnicas que hacen que la película se sienta como una telenovela estilizada de dos horas.

Con sugerencias narrativas feministas a media tinta, la película gira en torno a cinco chavas de las zonas periféricas de Santa Fe, en la ciudad de México. Mientras que cada una tiene sueños de progreso y mejora social, en especial Max (Ximena Romo), quien sueña con ser cantante de rock, la cinta se encarga de deshacer estas esperanzas para presentar una historia cruda y cruel sobre las múltiples barreras a las que se enfrentan, tanto por el contexto machista en el que viven como por las enemistades y rencores que aparecen en sus relaciones.

La historia se desarrolla en dos líneas de tiempo. En la más reciente, Max regresa a casa como líder de su banda de rock. Aquí se encuentra de manera desagradable y definitiva con Ramira (Mabel Cadena), quien acaba de salir de la cárcel y domina las calles de su vecindario.

Una vez que este encuentro fatídico toma lugar, la historia nos regresa en el tiempo para presentar el pasado de ambas, en el que eran mejores amigas y formaban parte de una banda de mujeres. Ésta también incluía a Sonia (Samantha Orozco), la niña más dulce e inocente; Carcacha (Nelly González), mano derecha de Ramira; y Guama (Alejandra Herrera), el personaje menos explorado que resulta ser el más interesante.

Estas jovencitas eran las líderes de la zona, pero esto no implicaba que su vida se desarrollara de manera sencilla. La película refleja realísticamente el ambiente misógino en el que se desarrollan, y que puede ser sencillamente distinguible por la audiencia. La diosa del asfalto no evita presentar escenas de acoso y abuso sexual, discriminación por preferencias sexuales, delincuencia, violencia a la mujer, abuso de poder, así como, en una de las escenas más gráficas del año, venganza física hacia un hombre abusivo.

Mientras que la película intenta ondear una bandera de feminismo, la realidad es que estas ideas no se plantean con fuerza. La relación de las jóvenes está caracterizada por riñas internas sin sentido que debilitan sus lazos y crean rencores, con énfasis en Ramira y Max. Precisamente esta relación es la más decepcionante de todas, pues se crea demasiado conflicto innecesario que da a la película un tono telenovelesco del que nunca puede huir.

Quizá esta es la característica más resonante de La diosa del asfalto: parece una telenovela en donde los personajes no hacen uso de razón y son más bien caricaturescos, el drama crece sin sentido, y está más enfocada en ser melodramática que en ofrecer mensajes resonantes y reflexivos.

Las partes técnicas de la película tampoco ayudan. La música a cargo de Arturo Villela Vega es ridícula, ya que hace reír en los momentos menos indicados, con tonos melodramáticos y manipuladores que distraen y molestan.

La cámara a cargo de Alejandro Cantú está sin control con tomas experimentales. En el mejor de los casos, sus tomas de 360 grados ocasionan dolores de cabeza, y en los peores escenarios, un uso excesivo del plano holandés ofrece más caos y confusión. En vez de enfocarnos en la historia, estamos cuestionando las decisiones relacionadas con la fotografía. Asimismo, numerosas indicaciones actorales hacia las protagonistas, quienes en verdad se esfuerzan por ofrecer realismo y dedicación, son cuestionables y causan risas de incredulidad.

La historia es quizá lo más rescatable de la película. Debajo de la ejecución del guion, se distingue una historia prometedora y con potencial. Por ejemplo, se celebra que la cinta se enfoque en cinco jóvenes provenientes de ambientes sociales y familiares desafiantes. Desgraciadamente, la película toma caminos que están más enfocados en causar melodrama que en presentar personajes bien desarrollados y cautivadores.

Asimismo, algunos de los diálogos resultan poco creíbles. Frases como “Tú vives al filo de la realidad” o “Mi padrastro quiso abusar de mí” están muy limpios y ensayados, recordándonos que estamos viendo una película.

La diosa del asfalto debe ser celebrada por la introducción de dos mujeres guionistas encargadas de desarrollar la historia – el potencial más destacable de la película – a pesar de que su ejecución esté lejos de ser idónea. Con un uso de la cámara sin control y música que alimenta la idea de que estamos viendo una telenovela, esta película es más satisfactoria como idea abstracta que como producto cinematográfico.

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