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FICCI 62: conversación con Alessandro Basile, presidente del comité curador

Escrito el 24 marzo, 2023 @JuanRod_52

Alessandro Basile prefiere que le digan Alex o Ale, sabe que su nombre es particular y un tanto formal, que no cuadra con esa personalidad amable que hace que basten unos minutos de conversación para entrar en confianza y sentir que se está hablando con un amigo. Nos conocimos hace unos meses cuando le escribí solicitando una entrevista para mi tesis, esperando una negativa y sorprendiéndome con una respuesta entusiasta ante la idea. Nuestra primera charla fue virtual, acomodada en medio de un complicado horario de viajes y trabajo. En ese momento desconocía por completo su relación con el Festival Internacional de Cine de Cartagena de Indias (FICCI), así que fue una agradable sorpresa encontrarnos por primera vez en persona en la rueda de prensa de su 62 edición.

La vida de Alex siempre ha estado enlazada con el cine. Hijo de Salvatore Basile, mejor conocido como Salvo, productor y actor italiano nacionalizado colombiano, quien después de trabajar en películas como Holocausto Canibal (1980) de Ruggero Deodato y Cobra Verde (1987) de Werner Herzog, llegó a Colombia y se convirtió en un icono de la filmografía nacional. La sangre lo trajo de vuelta a las cámaras después de intentar varios caminos, pasando por la filosofía hasta la administración de empresas. Se fue a estudiar a Estados Unidos y trabajó en cualquier cosa que tuviera que ver con cine, incluyendo conductor de un camión de cámara y tramoyista de películas porno.

De vuelta en Colombia, se dedicó a la producción y dirección, especialmente en televisión. Fue gerente de producción en RCN, uno de los canales más importantes del país, dirigió videos musicales, comerciales, series y      la película El cielo (2009), protagonizada por su padre. Hace cinco años fue invitado por Felipe Aljure, director artístico del FICCI, a formar parte del equipo. Para esta edición, ante la ausencia del jefe curador Ansgar Vogt, asumió un nuevo cargo: presidente del comité curador.

“A mí la palabra presidencia me incomodó un poquito porque es más una suerte de coordinación y de armonizar las voces de todos en el comité curador”, comentó sobre su trabajo para esta edición. Este comité se destaca por la diversidad de voces que lo conforman: nuevos talentos se unen a personas con gran experiencia para consolidar una selección que tiene una apuesta por lo local y por el cine desde las comunidades, incluyendo las muestras de cine afro y cine indígena. “Tenemos abordajes muy distintos al oficio, pero en ese caleidoscopio o en esa diferencia es que llegamos a  estas elecciones. Hemos hecho realmente un equipo muy sólido, muy respetuoso de las opiniones. A pesar de grandes diferencias con respecto a títulos, siempre hay una base común de entendimiento y amabilidad. Hay respeto sobre la opinión de los demás”.

El equipo está conformado por Manuel Kalmanovitz, Oswaldo Osorio, Leiqui Uriana, Disney Gómez, Laura Mora, Laura Morales, Manuel Kalmanovitz, Ramón Perea, Laura Asprilla, Hebe Tabachnik, Loreta Gandolfi y David Montenegro, jefe de programación. Ellos asumieron la tarea de ver los más de 1,500 trabajos, entre películas y cortos, que se inscribieron a esta edición del festival desde la plataforma Festhome.

El proceso de selección inicia cuando Montenegro reparte entre los curadores una cantidad equitativa de títulos desde finales de septiembre y cada uno crea su lista de títulos preseleccionados. Cuando la lista está completa, la comparten con el grupo en preparación para el comité de deliberación. “Allí comienza el momento más divertido y dinámico de este proceso porque presencialmente nos encontramos y pasamos dos días encerrados en jornadas largas donde discutimos cada título y cada curador defiende y postula sus títulos en las secciones que ha pensado que pueden caber. Se comparan con los de los demás y comienzan a salir las consideraciones de porque una [película] debe estar y la otra tal vez quedarse por fuera. Entonces eso es agridulce porque todos llegamos protegiendo las joyas que hemos encontrado, pero ese el ejercicio de encontrarnos y definir esa selección”.

Además, Hebe Tabachnik y Loreta Gandolfi participan en festivales internacionales de finales y comienzos de año, como Sundance y Berlín, dialogando con directores y agentes de ventas para traer sus trabajos al FICCI, muchos en estreno para Latinoamérica. “Todo eso forma la masa de títulos que procesamos para llegar a esta a esta selección que es reflejo de un proceso largo y de un debate profundo. Cada título ha sido pensado con una visión colectiva y con una intención de que refleje y hable de la mayor cantidad de personas”.

Imagen oficial de FICCI 62.

Este año, el festival tiene como tema de su muestra cero el ciberfeudalismo, un concepto en construcción para abordar las dinámicas humanas en los espacios digitales. Esto representó un reto y una oportunidad al determinar los criterios para escoger los títulos. “Había cierta noción primaria de lo que era, pero las mismas películas nos fueron hablando y encontramos títulos que nos sorprendieron porque llegaban o tocaban el tema de manera sorprendente, podría decir uno tangencial, pero también desde ángulos distintos a los que nos imaginábamos”. Precisamente esto es uno de los atractivos del proceso: pensar la multiplicidad de discursos que aborda una película, especialmente con un tema que nos atraviesa constantemente. “La muestra tiene ejemplos muy distintos de cómo es relacionarse con lo que convivimos. Los títulos hablan un poco del uso, del abuso, de lo consciente, de lo inconsciente, de qué tan normalizada está esta nueva realidad y hacia dónde vamos”.

Sin embargo, este no es el único tema. Al ver tantos trabajos, Alex y el equipo obtuvieron un panorama de los intereses de los realizadores y los espacios donde están enfocando sus lentes. En esta ocasión, identificaron un interés y cuestionamiento por lo genealógico: “Encontrar significado existencial en los orígenes familiares del realizador, del director o de la directora. Es como mi papá, mi mamá y mis abuelos han construido lo que soy yo hoy y cómo estoy cómodo o incómodo con ese origen, con esa genealogía. Eso ha sido algo que me ha llamado la atención. Yo creo que eso es una cosa universal y no una tendencia”.

El FICCI también se caracteriza por ser el puerto principal de encuentro para la industria cinematográfica colombiana. Después de un 2022 exitoso a nivel internacional con cintas como Alis, La jauría y Los reyes del mundo sentí que era importante preguntar si los trabajos presentados en el festival confirmaban la idea de que el cine colombiano está pasando por su mejor momento. “Soy malo para las calificaciones, pero a mí me parece que uno de los titulares de este año es que la producción nacional está muy presente y fuerte. En los cinco años que llevo, llegar a los cuatro títulos colombianos [seleccionados en “ficciones nacionales”] era difícil en el sentido de encontrar películas colombianas que asumieran riesgos y que estuvieran en la línea de participar en el festival. Este año con gran felicidad te puedo decir que es completamente al revés, o sea, casi que nos tocó abrir el doble de espacios para acomodar la cantidad de películas que nos gustaron. Eso ya es un indicador de lo que estás preguntando.”

Entrar al mundo de los festivales lleva inevitablemente a pensar en sus personalidades. Por ejemplo, Sundance es la casa del cine independiente norteamericano, Rotterdam la central de lo experimental y Venecia el prestigio para la temporada de premios. Sin embargo, al ver la selección oficial del FICCI me costó encontrar una palabra para describirlo. “Yo me he hecho esa pregunta y en años anteriores le he hecho esa pregunta a los curadores con más experiencia y no te sabría contestar. Me parece que este festival se parece al mundo en el sentido de que hay que ser un festivalista para decir “No, es que te pareces a Rotterdam o te pareces a Sundance o te pareces a Berlín”. Esa comparación me parece angosta y superficial. Sin quitar validez a esos festivales y sin ánimo de hacer ninguna comparación odiosa, yo creo que el comité curador, con la dirección de Felipe, la presencia de Lina como directora, la ciudad de Cartagena y el magnetismo latino le imprimen a este festival una personalidad única, pero global, relevante para la región y para el mundo”.

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